“Francisco continúa con la línea del pensamiento de la Iglesia”

Es la opinión del doctor Rodolfo Zehnder sobre las recientes declaraciones del Papa en relación a que la propiedad privada es un derecho secundario.

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Por Emilio Grande (h.).- Recientemente, en la apertura de la centésimo novena Conferencia Internacional del Trabajo el papa Francisco ratificó que la propiedad privada es “un derecho secundario” que depende un derecho primario entendido como “el destino universal de los bienes”.
Al respecto, este cronista entrevistó al doctor rafaelino Rodolfo Zehnder, especialista en la materia e integrante de ACDE Rafaela. Conviene recordar que desde la encíclica Rerum Novarum (papa León XIII, 1891), la propiedad privada no se trata de un valor absoluto, ya que debe supeditarse o subordinarse al destino universal de los bienes, al derecho al uso común.
-¿Cuál es el análisis de las recientes declaraciones del Papa sobre la propiedad privada, que es “un derecho secundario”?
-Esta declaración del papa Francisco se enmarca coherentemente en la línea de pensamiento de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). La Iglesia Católica considera que la propiedad privada es un derecho, sin duda alguna, pero ya desde la encíclica Rerum Novarum, del papa León XIII, en 1891, que es la primera en sistematizar la DSI, se menciona que la propiedad privada, aún siendo un derecho, no se trata de un valor absoluto, ya que debe supeditarse o subordinarse al destino universal de los bienes, al derecho al uso común. Todos los Papas que le siguieron, y toda la tradición bíblica y católica, ratificaron este concepto.
-¿Por qué depende de un derecho primario entendido como el “destino universal de los bienes”?
-Porque éste debe entenderse como un derecho natural al uso de los bienes creados. Dios ha destinado la tierra para uso de todos los hombres y, por tanto, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa, conforme la justicia y la caridad. El origen primigenio de todo lo que es un bien es el acto mismo de Dios que creó al mundo y al hombre, y ha dado a éste la tierra para que la domine con su trabajo y goce de sus frutos, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo. El principio del uso común de los bienes es el primer principio de todo el ordenamiento ético-social; es un derecho natural, inscripto en la naturaleza del hombre, inherente a la persona y prioritario respecto de cualquier intervención humana sobre los bienes, a cualquier ordenamiento jurídico de los mismos y a cualquier sistema socio-económico. En palabras de Pablo VI (Populorum Progressio, 22): “Todos los demás derechos, incluidos el de propiedad privada y comercio libre, están subordinados: no deben estorbar sino, al contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera”. Numerosos documentos así lo ratifican, así como las fuentes bíblicas y la doctrina uniforme de los Padres de la Iglesia. Por ejemplo: Génesis 1,28 y 2,15; Constitución Pastoral Gaudium et Spes (del Concilio Vaticano II), 69-71; Populorum Progressio (encíclica de Pablo VI), 22; Centesimus Annus (encíclica de Juan Pablo II), 30; Sollicitudo Rei Sociales (idem), 42; Radiomensaje de Navidad (de Pío XII), 1941; evangelio de Lucas, 11,41; evangelio de Mateo, 25,40; Hechos de los apóstoles 20,25; Pacem in Terris (encíclica de Juan XXIII) 11; Mater et Magistra (idem), 43; Summa Thelogica, de Santo Tomás (II-II, 66, 2 c); y San Gregorio Magno (Evangelium Homiliae, 9,7), entre otros.
-¿Qué significa la función social de la propiedad?
-El origen de la propiedad individual está en el trabajo, mediante el cual el hombre, con su inteligencia, logra dominar la tierra y apropiarse de una parte de ella, siendo ello necesario para su autonomía personal y familiar. La propiedad privada es un elemento esencial de una política económica auténticamente social y democrática y es garantía de un recto orden social. Esta propiedad de los bienes deber ser accesible a todos por igual. El principio del destino universal de los bienes no se opone al derecho de propiedad, sino que indica la necesidad de reglamentarlo; la propiedad privada es sólo un instrumento para el respeto de aquel principio, un medio y no un fin en sí mismo. La función social es una exigencia imprescindible del bien común: la persona no puede obrar prescindiendo de los efectos del uso de los propios recursos, sino que debe actuar de modo que persiga, además de las ventajas personales y familiares, también el bien común. Esto está también claramente expresado en distintos documentos: Rerum Novarum, 8,9; Quadragesimo Anno (encíclica de Pío XI) 45,46, 48; Sollicitudo Rei Socialis, 42; Centesimus Annus, 30 a, 43; Gaudium et Spes, 71 a,b,c y f; Populorum Progressio, 24; Radiomensaje de Navidad, 1942; Pacem in Terris, 21; Laborem Exercens, 14 b y c; Mater et Magistra, 20 a 24; y SummaTheologica, II-II, 66, 2 c; entre otros.
-¿Este pensamiento continúa la tradición cristiana que incluye al Concilio Vaticano II y encíclicas de Pablo VI, Juan Pablo II y el propio Francisco?
-Efectivamente, como hemos visto, la respuesta es claramente afirmativa. Dejo a un lado, de ex profeso, las encíclicas y documentos emanados del papa Francisco, para que se advierta que él no ha hecho otra cosa que seguir la línea de pensamiento que desde siempre ha sostenido la Iglesia a través de su Doctrina Social.
-¿Por qué este mensaje genera cierto “ruido” al interno de la Iglesia y también en otros sectores sociales?
-Al interno de la Iglesia no debería generar “ruido” alguno, y de hecho no lo ha generado, por cuanto el mensaje de la Doctrina Social es claro y no admite ambigüedades ni interpretaciones heterodoxas. Sí produjo cierta conmoción en distintos sectores sociales, creo que se debe a dos factores: 1) El desconocimiento de lo que opina la Iglesia Católica en cuestiones sociales. 2) La falta de una adecuada explicitación de algunos de sus elementos doctrinales. En general, puede decirse que -lamentablemente- existe un gran desconocimiento al respecto, y es a partir de allí que se generan ciertas críticas, las cuales pueden sin duda ser valederas (nadie está obligado a adherir a los conceptos de la Iglesia, ciertamente) pero que tienen su origen en tal desconocimiento, que es fuente de interpretaciones a veces intencionadas o direccionadas por móviles o ideologías políticas.

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