“Falta mucho para la recuperación argentina”

Reflexiones del Nobel de Economía 1992 Gary S. Becker

Por Patricio Arana

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PARIS.– En París, un liberal no pasa inadvertido. Fue el caso de Gary S. Becker cuando disertó recientemente aquí, invitado por la Universidad Americana de París. El premio Nobel de Economía 1992 sorprendió a los franceses, adeptos a las versiones aligeradas del capitalismo liberal mezclado con estatismo con acento francés. Tan grande fue la sorpresa, que todos los periódicos de circulación nacional –como L’Humanité, comunista, y Libération, de izquierda– formaron fila para entrevistarlo. A los 75 años, el discípulo de Milton Friedman, de quien aprendió que la microeconomía es una “herramienta formidable” para analizar las realidades del mundo, se aventuró por París para explicar por qué las parejas de altos recursos económicos se divorcian menos y qué ecuación matemática debe hacerse antes de tener hijos. Sus pasos por París dejaron huellas. Reconocidos periódicos, como Le Monde y Le Figaro, al igual que los semanarios L’Express y Le Nouvel Observateur, también obtuvieron cita con el economista, que, entre conferencias y entrevistas, también quiso recibir a La Nación. Becker afirmó que la mejor política que puede impulsar un gobierno es una que tenga tintes liberales. El que no lo haga -dijo- “se pondrá en contra de la economía global”. Becker afirma que no puede citar un solo país que logre crecer en contra de la corriente. “Las políticas liberales tienen mala fama en la Argentina y, sin embargo, no creo que el gobierno actual logre impulsar un crecimiento a largo plazo sin aplicarlas”, afirmó. Para Becker, comparar es fundamental. “Si se mira a países como la India y China, mucho más grandes que la Argentina, pero mucho más pobres, si se tiene en cuenta la posición que ocupaba la Argentina en términos de ingreso per cápita antes de la crisis de 2001, se verá que ambos crecieron rápidamente y que lo hicieron aplicando políticas liberales”, subraya. “Chávez va en contra de la economía global. Castro hace lo mismo en Cuba -añadió Becker-, pero cuando Lula fue elegido supuse que impulsaría políticas neoliberales, incluso sabiendo que representaba a la izquierda. Y, más o menos, es lo que hizo. Lula reconoció cuál es la realidad. En la Argentina, quien pueda llevar al país al éxito será el que reconozca estas realidades.” -¿Por qué cree que se atacan las ideas liberales? -Es una buena pregunta. Se atacan estas ideas porque no es fácil comprender por qué tienen éxito. Es muy fácil creer que cuando el gobierno planea todo, cuando el gobierno administra, la economía va bien. Es mucho más difícil comprender que un mercado competitivo y libre, con empresas que intentan generar ganancias, indirectamente ayuda a la economía. Y por eso, a menudo, apenas las cosas van mal la gente acusa a los especuladores, a los rentistas y demás, en lugar de darse cuenta de que es el gobierno el que causa muchos de los problemas. Los mercados no son perfectos. Las cosas pueden ir mal; hay crisis, hay ciclos económicos. Pero la mayoría de las crisis serias que hemos visto en los tiempos modernos o en la historia se debieron a malas políticas gubernamentales. Fue así en la crisis argentina, en la asiática, en los problemas que tiene hoy Japón, en las dificultades de Rusia durante los años noventa… -Siguiendo este razonamiento, la responsabilidad de la crisis argentina de 2001 recae sobre el gobierno de entonces y sobre los anteriores. ¿Cree que esa crisis era predecible? -Si lo ve desde la perspectiva actual, todo parece predecible. Creo que lo que se puede decir ahora es que si uno ponía atención en la deuda externa en dólares que se estaba acumulando y si se veía cuán importante era en relación con los ingresos del gobierno y el PBI, entonces sí era algo predecible. Sin embargo, ¿hay mucha gente que lo predijo? No lo sé. Luego de sucedido, parece que sí fue predecible. Siempre es fácil ser listo después de un acontecimiento. La inmensa deuda, tanto de las provincias como del gobierno central, era en dólares. Estados Unidos tiene una deuda enorme en dólares… pero nosotros podemos imprimir dólares. La Argentina no, y ése fue el mayor problema. -A más de tres años de la crisis, los indicadores económicos de la Argentina parecen mostrar una recuperación. ¿Cómo ve la situación? -No diría que la situación económica de la Argentina es buena. Creo que la economía de la Argentina se desbarrancó, lo que hace que una recuperación sea más fácil. Se ha recuperado, pero todavía falta mucho para lograr los niveles que tuvo antes, en términos de poder de compra internacional. Se recuperó, pero no lo suficiente. A la Argentina le estaba yendo muy bien en los años noventa. Todavía queda un largo camino antes de que se pueda decir que se recuperó totalmente. -¿Cree que la Argentina aprendió de sus errores? -El problema argentino surgió porque el gasto del gobierno, incluyendo a las provincias, fue muy excesivo y no fue controlado. Este seguirá siendo uno de los problemas del país, y no es un problema menor. Al igual que otro problema que afectaba a la economía real: la economía subterránea. Recuerdo haber leído estadísticas en las que se indicaba que un 40 por ciento de los argentinos trabajaba en negro… ¡Es un porcentaje enorme! Y no ha cambiado. Es muy difícil crecer en estas condiciones. -¿Cómo vio la renegociación de la deuda del país? -El Gobierno mantuvo una posición muy dura con los acreedores y negoció con rigidez. Creo que esto le causará problemas a la Argentina en el futuro. Le será bastante difícil atraer inversiones extranjeras y obtener préstamos en el circuito financiero internacional. Lo logrará, pero tomará tiempo. -Sin embargo, el gobierno argentino presentó el canje como un éxito… -Fue un éxito en el sentido de que se logró un acuerdo con los acreedores para pagarles una pequeña parte de la deuda. Eso fue un éxito, en el corto plazo… Pero en economía siempre se distingue entre corto plazo y largo plazo. Por ejemplo, si se aplica un impuesto muy alto a los capitales en un país, en el corto plazo las arcas se llenarán rápidamente, pero en el largo plazo la gente sacará su capital del país, y eso será un desastre. La dura posición que mantuvo el Gobierno con los acreedores extranjeros hará que, a largo plazo, un banco extranjero sea muy reticente a la hora de tratar con la Argentina. -¿La Argentina podría haber pagado la totalidad de su deuda? -No, pero creo que si la Argentina no hubiera negociado con tanta dureza y hubiera pagado una parte más significativa a sus acreedores, le sería más fácil reingresar en el mercado internacional. De esta manera se habría restablecido la confianza. Todos reconocieron que la Argentina estaba en crisis. Los acreedores reconocen que toman riesgos, y en una crisis esos riesgos no pagan. La pregunta es saber cómo se negocia para salir de la crisis. No creo que la Argentina esté en posición de pagar toda la deuda. La comunidad internacional comprendió eso, pero se esperaban mejores condiciones. Los ahorristas se vieron forzados a aceptar lo poco que proponía el gobierno argentino… o nada. -El presidente argentino, Néstor Kirchner, llamó públicamente al boicot de ciertas empresas petroleras que dispusieron aumentos de tarifas. ¿Qué le pareció aquel episodio? -Quizás haya sido una forma de populismo. Pero un buen estadista toma medidas poco populares en el corto plazo para producir beneficios en el largo plazo. Le daré un ejemplo: a principios de los años ochenta, Ronald Reagan estaba frente a una huelga de los controladores aéreos. Fue muy complicado para Estados Unidos en esa época. Mucha gente criticó la dureza del gobierno, porque era muy complicado viajar. Pero una vez que Reagan ganó las negociaciones con los huelguistas, el funcionamiento de la economía mejoró sustancialmente. Ese fue un punto de inflexión importante en la administración Reagan. Había una diferencia entre dificultades de corto plazo y beneficios de largo plazo. En este caso, creo que en la Argentina se lograron beneficios de corto plazo y dificultades para el largo plazo. Cuantas más dificultades tengan las multinacionales para invertir, más complicado será para la Argentina, y no creo que sea un país tan poderoso como para tener la esperanza de desarrollarse sin la ayuda de la comunidad económica internacional. Incluso China, la India y la Unión Soviética, que son países mucho más poderosos que la Argentina, fallaron cuando intentaron hacerlo solos. ¿Se puede imaginar cuán difícil será entonces para la Argentina, con menos de 40 millones de habitantes? -Sin embargo, hay países “pequeños” que logran atraer inversiones y mantener al mismo tiempo una imagen disidente, como Venezuela… -Hugo Chávez tiene los ingresos del petróleo. Si no los tuviera, la economía venezolana estaría en la ruina. La Argentina no tiene tantos ingresos petroleros. Seguir los pasos de Chávez sería un suicidio para la Argentina. Un suicidio económico. -¿Y qué ejemplo podría seguir la Argentina? -Chile es un buen ejemplo, mucho más que la Venezuela de Chávez. Es un país mucho más pequeño, pero que tuvo un éxito económico notable. No sólo durante la dictadura de Pinochet, sino también durante los gobiernos socialdemócratas y socialcristianos que siguieron. Ellos aplicaron políticas similares y se mantuvieron abiertos al mundo, concluyeron acuerdos con los Estados Unidos y con la Unión Europea y sus exportaciones crecieron considerablemente. No sólo los productos tradicionales, como el cobre, sino también las manufacturas, las frutas, los vegetales, el vino… -La Argentina debería sellar acuerdos similares a los que logró Chile con el Nafta y con la Unión Europea? -La Argentina debería cultivar el mercado norteamericano -Estados Unidos, Canadá y México- al igual que el de la Unión Europea. Mi esperanza es que tengamos un área de libre comercio en todo el hemisferio occidental. Creo que eso sería lo mejor para Estados Unidos y lo mejor para América latina. -El ejemplo de la Argentina se utiliza a menudo como un caso escolar para los economistas. Usted, que es profesor, ¿lo sigue utilizando? -A principios del siglo XX, la Argentina era un país muy rico en términos de ingresos per cápita. Estaba entre los diez primeros. Luego hubo seis décadas de políticas económicas nefastas, con Perón y con la época anterior, muy intervencionista y muy populista. Luego vinieron las reformas de Menem en 1989 y 1991, como la convertibilidad y otros paquetes, que liberalizaron los mercados y las privatizaciones. Estas fueron reformas muy positivas, en su mayoría. Confieso que durante los noventa bajé la atención, como muchos otros, sobre la deuda externa que estaba creciendo. Hay seis décadas de un caso de escuela de cómo arruinar económicamente a un país. Es un ejemplo que se utiliza a menudo. Ahora me parece que es otro caso de escuela: cómo las cosas pueden parecer positivas a corto plazo y muy dañinas para el país a largo plazo. -¿Qué piensa del peronismo? -Depende de a qué se refiera por peronismo. Yo no sabría cómo definirlo. Si se refiere al peronismo tradicional de Perón y a sus políticas, creo que fueron terribles para la Argentina. Si se refiere a Menem y su versión, cuando adoptó las políticas liberales, creo que fue algo positivo. Soy un liberal. Creo que las políticas proteccionistas y reguladoras, que son las tradicionales del peronismo, son un error. No conozco ninguna sociedad que a largo plazo no se haya beneficiado al aplicar políticas liberales.

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 17 de agosto de 2005.

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