Entrevista concedida por el Papa a los periodistas durante el vuelo hacia Brasil

El encuentro con los obispos que participan en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. “Tiene de por sí un contenido específicamente religioso: dar la vida en Cristo y hacerse discípulos de Cristo, sabiendo que todos queremos tener la vida, pero la vida no está completa si no tiene un contenido dentro de sí”, dijo.

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APARECIDA, lunes, 14 mayo 2007 (ZENIT.org).- Presentamos la trascripción de la entrevista que concedió Benedicto XVI a los periodistas durante el vuelo que le llevó de Roma a Sao Paulo el 9 de mayo pasado.


–Benedicto XVI: Buenos días, nos encontramos sobre el Sahara y nos dirigimos hacia el “continente de la esperanza”. Voy con gran alegría, con tantas esperanzas a este encuentro con América Latina. Tenemos diversos momentos significativos: primero en San Pablo, el encuentro con la juventud; y luego la canonización, siempre en San Pablo, de este primer santo nacido en Brasil, que me parece una expresión importante también de aquello que este viaje significa. Se trata de un santo franciscano, que ha actualizado en Brasil el carisma franciscano y que es conocido como un santo de reconciliación y de paz. Digamos entonces que esto es un signo importante de una personalidad que ha sabido crear paz y así también coherencia social y humana.

Y después otro encuentro importante, en la “Fazenda da Esperança” (n.d.r. la comunidad de recuperación para drogadictos que el Papa visitará el sábado por la mañana), un lugar donde se muestra la fuerza de curación que está en la fe y que ayuda a abrir los horizontes de la vida. Todos estos problemas de droga, etc., nacen justamente de una falta de esperanza en el futuro. Es la fe la que abre el futuro y que de ese modo sabe también sanar. Me parece, por eso, que esta fuerza de curación y de esperanza, que abre un horizonte para el futuro, es muy importante.

Y finalmente, el punto que representa luego la finalidad primaria de este viaje, el encuentro con los Obispos que participan en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Es un encuentro que tiene de por sí – digamos – un contenido específicamente religioso: dar la vida en Cristo y hacerse discípulos de Cristo, sabiendo que todos queremos tener la vida, pero la vida no está completa si no tiene un contenido dentro de sí, y además una dirección hacia la cual caminar. En este sentido responde a la misión religiosa de la Iglesia y abre asimismo la mirada a las condiciones necesarias para las soluciones a los grandes problemas sociales y políticos de América Latina.

La Iglesia como tal no hace política – respetemos la laicidad – pero ofrece las condiciones en las que una sana política, con la consiguiente solución de los problemas sociales, puede madurar. Por lo tanto queremos hacer a los cristianos conscientes del don de la fe, de la alegría de la fe, gracias a la cual es posible conocer a Dios y conocer así también el por qué de nuestra vida. Los cristianos pueden ser de ese modo testigos de Cristo y aprender tanto las virtudes personales necesarias, cuanto las grandes virtudes sociales: el sentido de la legalidad que es decisivo para la formación de la sociedad. Conocemos los problemas de América Latina, pero queremos movilizar justamente aquellas capacidades, aquellas fuerzas morales que existen, las fuerzas religiosas, para responder así a la específica misión de la Iglesia y a nuestra responsabilidad universal por el hombre como tal y por la sociedad como tal.

–Padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede: Daría, al inicio, la palabra a «O Globo», que asegura la cobertura de este viaje para la televisión.

–Pregunta: Santidad, ¿la Iglesia puede hacer algo por la violencia, que en Brasil llega a asumir dimensiones inaceptables?

–Benedicto XVI: Quien tiene la fe en Cristo, quien tiene la fe en este Dios que es reconciliación y que con la Cruz ha colocado el signo más fuerte contra la violencia, no es violento y ayuda a los demás a superar la violencia. Por lo tanto la cosa más grande que podemos hacer es la de educar a la fe en Cristo, a aprender el mensaje que fluye de la persona de Cristo. Ser realmente un hombre, una mujer de fe significa automáticamente resistir a la violencia y esto moviliza a las fuerzas contra ella.

–Pregunta: Santidad, en Brasil hay una propuesta de referéndum sobre el tema del aborto; en Ciudad de México hace dos semanas el aborto fue despenalizado. ¿Qué puede hacer la Iglesia para limitar esta tendencia, de modo que no se extienda a otros países latinoamericanos, teniendo presente que en México el Papa ha sido acusado incluso de ingerencia por haber apoyado a los Obispos? ¿Y está de acuerdo con la Iglesia mexicana en que los parlamentarios que aprueben estas leyes que van contra los valores de Dios deben ser excomulgados?

–Benedicto XVI: Está esta gran lucha dentro de la Iglesia por la vida. Ustedes saben que el Papa Juan Pablo II hizo de ella un punto fundamental de todo su pontificado. Escribió una gran Encíclica sobre el Evangelio de la vida. Vamos naturalmente adelante con este mensaje que la vida es un don y la vida no es una amenaza. Me parece que a la raíz de estas legislaciones está por una parte un cierto egoísmo y por otra parte también una duda sobre el valor de la vida, sobre la belleza de la vida y también una duda sobre el futuro. Y la Iglesia responde sobre todo a estas dudas: la vida es hermosa, no es una cosa dudosa, sino es un don y también en condiciones difíciles la vida permanece siempre un don. Entonces, recrear esta conciencia de la belleza del don de la vida. Y luego la otra cosa, la duda sobre el futuro: naturalmente hay tantas amenazas en el mundo, pero la fe nos da la certeza de que Dios es siempre más fuerte y permanece presente en la historia, y por lo tanto podemos, con confianza, también dar la vida a nuevos seres humanos. Con la consciencia que la fe nos da sobre la belleza de la vida y sobre la presencia providencial de Dios en nuestro futuro podemos resistir a estos miedos que están a la raíz de estas legislaciones.

Pregunta (televisión brasilera): Santidad, nosotros notamos que en sus discursos se hace referencia al relativismo de Europa, a la pobreza de África, pero falta un poco América Latina ¿quizás porque no es una preocupación o usted dedicará, quizás, en el futuro alguna palabra más específica?

–Benedicto XVI: No, yo amo mucho América Latina, he realizado muchas visitas a América Latina y tengo tantos amigos y sé cuánto son grandes los problemas, y por otra parte cuánto es grande la riqueza de este continente. Vemos en este período como son “dominantes” los problemas de Oriente Medio, de Tierra Santa, de Irak, etc. Hay por lo tanto, en un cierto sentido, una inmediata prioridad que se debe tener en cuenta. Y también los sufrimientos de África son muy grandes, como sabemos. Pero no es que me preocupen menos los problemas de América Latina, porque no amo menos América Latina, el gran – es más, el más grande – continente católico y por lo tanto también la más grande responsabilidad para un Papa. Por eso estoy feliz que haya llegado el momento para mí de ir a América Latina, de confirmar el compromiso tomado por Pablo VI y por Juan Pablo II y de continuar en la misma línea. El Papa desea naturalmente que, además de ser el continente católico sea también un continente ejemplar, donde se resuelvan en modo adecuado los problemas humanos, que son grandes. Y se trabaja junto con los episcopados, los sacerdotes, los religiosos y los laicos, para que este gran continente católico sea también un continente de vida y realmente de esperanza. Ésta es para mí una prioridad de primer orden.

–Pregunta: Santidad, en su discurso de llegada usted dice que se trata de formar cristianos dando indicaciones morales, luego ellos deciden libre y conscientemente. ¿Usted comparte la excomunión dada a los diputados de Ciudad de México sobre la cuestión del aborto?

–Benedicto XVI: La excomunión no es una cosa arbitraria, sino que está prevista en el Código [n.d.r. de Derecho Canónico]. Por lo tanto está simplemente en el Derecho Canónico que el asesinato de un niño inocente es incompatible con ir a la comunión en la que se recibe el Cuerpo de Cristo. No se ha inventado nada nuevo, sorprendente o arbitrario. Se ha solamente recordado públicamente cuanto está previsto por el Derecho de la Iglesia, por un Derecho que está basado sobre la doctrina y sobre la fe de la Iglesia, sobre nuestro aprecio por la vida y por la individualidad humana, desde el primer momento.

–Pregunta en alemán

–Benedicto XVI: Respondo en italiano: Me ha preguntado si me siento suficientemente apoyado por los alemanes y si tengo también un poco de nostalgia de Alemania. Sí, me siento suficientemente apoyado; es normal que en un país mixto (protestante y católico), los bautizados no estén todos de acuerdo con el Papa; esto es del todo normal. Pero me parece que hay sin embargo un gran apoyo, también de personas que pertenecen a la parte no católica de Alemania. Por lo tanto, sí, el apoyo está y me ayuda. Amo mi patria, pero amo también Roma y ahora soy ciudadano del mundo. Y así estoy en casa en todos lados y estoy cerca a mi país, como a todos los otros.

–Pregunta: ¡Buenos días, Santidad! En su libro “Jesús de Nazaret” ha hablado de una dramática crisis de la fe. En América Latina no hay quizás esta dramática crisis de la fe, pero sí una debilitación; la teología de la liberación ha sido sustituida por la teología de las sectas protestantes, que prometen paraísos de la fe a poco precio; y la Iglesia católica pierde fieles. ¿Cómo limitar esta hemorragia de los fieles católicos?

–Benedicto XVI: Ésta es nuestra común preocupación. Justamente en esta V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe queremos encontrar respuestas convincentes y se trabaja ya para esto. Este éxito de las sectas demuestra, por un lado, que hay una difundida sed de Dios, una sed de religión, las personas quieren estar cerca a Dios y buscan un contacto con Él. Y naturalmente, por otro lado, aceptan también a quien se presenta y promete soluciones a sus problemas de la vida cotidiana. Nosotros, como Iglesia católica, debemos poner en acto aquello que es el objetivo de la V Conferencia – es decir, ser más misioneros y, por lo tanto, más dinámicos en ofrecer respuestas a la sed de Dios, ser conscientes de que la gente, y justamente también los pobres, quieren tener a Dios cerca. Somos conscientes de que, junto a esta respuesta a la sed de Dios, debemos ayudarlos a encontrar las justas condiciones de vida, tanto a nivel micro-económico, en las situaciones muy concretas como hacen las sectas, cuanto a nivel macro-económico, pensando también en todas las exigencias de la justicia.

–Pregunta: En relación a la pregunta del colega. Todavía se pueden encontrar muchos exponentes de la teología de la liberación en distintos lugares del Brasil. ¿Cuál es el mensaje específico para estos exponentes de la teología de la liberación?

–Benedicto XVI: Yo diría que con el cambio de la situación política ha cambiado también profundamente la situación de la Teología de la liberación y ahora es evidente que estos fáciles milenarismos, que prometían en lo inmediato, como consecuencia de la revolución, las condiciones completas para una vida justa, estaban equivocados. Hoy esto lo saben todos. Ahora la cuestión es cómo la Iglesia debe estar presente en la lucha por las reformas necesarias, en la lucha por condiciones más justas de vida. Sobre esto se dividen los teólogos, en particular los exponentes de la teología política. Nosotros, con la Instrucción dada en su tiempo por la Congregación para la Doctrina de la Fe, hemos querido hacer un trabajo de discernimiento, hemos buscado liberarnos de los falsos milenarismos, liberarnos también de una mezcla equivocada de Iglesia y política, de fe y política; y mostrar la parte específica de la misión de la Iglesia, que es precisamente la de responder a la sed de Dios y por lo tanto también la de educar en las virtudes personales y sociales, que son condiciones necesarias para madurar el sentido de la legalidad. Por otro parte, hemos buscado indicar las líneas guía para una política justa, una política que no hacemos nosotros, pero para la cual debemos indicar las grandes líneas y los grandes valores determinantes, y crear —digamos— las condiciones humanas, sociales y psicológicas en las que dichos valores puedan crecer. Hay, por lo tanto, un espacio para un debate difícil pero legítimo, sobre cómo llegar a esto y sobre cómo se puede hacer eficaz en el mejor modo posible la Doctrina social de la Iglesia. En este sentido también algunos teólogos de la liberación buscan avanzar dentro de este camino, otros toman otras posiciones. En todo caso el sentido de la intervención del magisterio no ha sido el de destruir el compromiso con la justicia sino el de guiarlo por los caminos justos y también en el respeto de la justa diferencia entre responsabilidad política y responsabilidad eclesial.

–Pregunta: Sabemos que usted ha estado dos veces en Colombia cuando era Cardenal y sabemos que Colombia esta muy presente en su corazón. ¿Quisiéramos saber que cosa puede hacer la Iglesia, para que nosotros podamos salir adelante, sobre todo en esta situación de conflicto interno colombiano?

–Benedicto XVI: Naturalmente yo no soy un oráculo que tiene automáticamente todas las respuestas justas. Sabemos que los Obispos se están esforzando con determinación para encontrar estas respuestas. Yo sólo puedo confirmar la línea fundamental de los Obispos, es decir una indicación fuerte a poner el acento sobre la fe, que es la garantía más segura contra el crecimiento de la violencia y, al mismo tiempo, un compromiso decisivo con la educación de una conciencia que salga de situaciones incompatibles con la fe. Naturalmente entran en juego condiciones —digamos— económicas donde pequeños campesinos viven de un cierto mercado que después permite grandes ganancias en otros lugares. Resolver inmediatamente, de un momento al otro, estos distintos problemas económicos, políticos, ideológicos no se puede, es necesario seguir adelante con gran decisión en la adhesión sincera a una fe que implica respeto de la legalidad, al mismo tiempo que amor y respeto por el otro. Me parece que la educación en la fe sea la humanización más segura también para resolver después, poco a poco, estos problemas muy concretos.

–Pregunta: Santidad, llegamos al continente del Obispo Oscar Romero. Se ha hablado mucho de su proceso de canonización. ¿Nos podría decir, Santidad, gentilmente en que punto nos encontramos, si está por ser canonizado y cómo ve usted su figura?

–Benedicto XVI: Después de las últimas informaciones sobre el trabajo de la Congregación competente, donde hay muchos casos en curso que sé que están yendo adelante. Su Excelencia monseñor Paglia me ha enviado una biografía importante que aclara muchos puntos de la cuestión. Mons. Romero ha sido ciertamente un gran testimonio de la fe, un hombre de gran virtud cristiana, que se comprometió con la paz y contra la dictadura y que fue asesinado durante la celebración de la Misa. Por lo tanto una muerte verdaderamente “creíble”, de testimonio de la fe. Estaba el problema de que una parte política quería tomarlo para si como bandera, como figura emblemática, injustamente. ¿Cómo iluminar de la manera justa su figura, amparándola de estos intentos de instrumentalización? Éste es el problema. Se está examinando y yo espero con confianza lo que dirá al respecto la Congregación para la Causa de los Santos.

–Pregunta: ¿Cómo ve la cuestión del impacto de los regímenes políticos de izquierda en América Latina en relación al proyecto de la Iglesia para el continente y cuánto ha hecho parte la cultura brasilera de su formación personal?

–Benedicto XVI: En relación a estos aspectos de la acción política de la izquierda ahora no puedo hablar, no estoy lo suficientemente informado. Además, como es evidente, no quisiera entrar en cuestiones relacionadas directamente con la política. En relación a mi formación, digamos a mi compromiso personal con el Brasil, hay que tener presente que se trata del país más grande de América Latina, un país que va desde la Amazonia hasta la Argentina. El Brasil incluye diversas culturas indígenas. Se me ha dicho que hay más de 80 idiomas. Por otra parte está presente también el gran pasado donde se puede ver la presencia afro-americana y afro-brasilera. Es interesante como se ha formado este pueblo y como se ha desarrollado en él la fe católica: la fe ha sido defendida en todas las épocas y con muchas dificultades. Sabemos que en el ‘800 la Iglesia fue perseguida por las fuerzas neo-liberales. Por lo tanto en mi formación, un aspecto importante ha sido el seguir estos pueblos católicos de América Latina en su desarrollo. No soy un especialista, pero estoy convencido que aquí se decide, al menos en parte —y es una parte fundamental— el futuro de la Iglesia católica: esto para mi ha sido siempre evidente. Obviamente siento la necesidad de profundizar todavía más mi conocimiento de este mundo.

–Pregunta: Los portugueses siguen y rezan por este viaje que coincide con el 13 de mayo. Usted estará en Aparecida. Esta fecha es muy importante para nosotros, porque se cumplen los 90 años de la aparición de Fátima. ¿Así pues quiere decirnos algo en relación a esta coincidencia para el pueblo portugués?

–Benedicto XVI: Para mí es realmente un don de la Providencia que mi Misa en Aparecida, el gran Santuario mariano del Brasil, coincida con los 90 años de la aparición de la Virgen en Fátima. Así vemos que la misma Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra está presente en distintos continentes y, en los distintos continentes, se demuestra Madre siempre del mismo modo, demostrando una especial cercanía con cada pueblo. Esto para mi es muy hermoso. Es siempre la Madre de Dios, es siempre María, sin embargo está, por decirlo así, “inculturada”: tiene su cara, su rostro específico en Guadalupe, en Aparecida, en Fátima, en Lourdes, en todos los países de la tierra. Precisamente así se muestra Madre, haciéndose cercana a todos. De esta manera todos se acercan entre ellos a través de este amor a la Madre. Este vínculo que la Virgen crea entre los continentes, entre las culturas, haciéndose cercana a cada cultura específica y al mismo tiempo uniéndolas todas entre sí, justamente esto me parece importante: el conjunto de especificidad de las culturas —que tienen su riqueza propia— y la unidad en la comunión de la misma familia de Dios.

–Pregunta en portugués: En Brasil hay algunos que no quieren escuchar el mensaje de la Iglesia.

–Benedicto XVI: Ésta no es una característica específica del Brasil. En todas partes de la tierra hay muchísimos que no quieren escuchar lo que dice la Iglesia. Esperemos que al menos oigan y después podrán disentir, pero es importante que al menos oigan para poder responder. Busquemos de convencer también a aquellos que disienten y no quieren escuchar. No podemos olvidar que también nuestro Señor no logró que todos lo escucharan. No esperamos convencer a todos en un momento. Pero yo busco, con la ayuda de mis colaboradores, de hablarle al Brasil en este momento, con la esperanza que muchos quieran escuchar y que muchos puedan también convencerse que éste es el camino que hay que seguir, un camino que además está siempre abierto también a muchas opciones y opiniones distintas.

[Texto distribuido por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) © Copyright 2007 – Libreria Editrice Vaticana]

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