En 1929 hubo tres intendentes en Rafaela

Ante la presión de los integrantes de la Compañía de Electricidad de Rafaela, Jesús González tuvo que renunciar a la intendencia. Luego, asumió Federico Depetris pero por problemas en electricidad, pavimento, mercado municipal y cuestiones políticas también dimitió. El 16 de setiembre de 1929 es nombrado Antonio Ferrero.

Por Emilio Grande (h.)

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Los problemas políticos en Rafaela y en la sociedad en general no son de ahora. Si buceamos en la historia lugareña y solamente con 16 jóvenes años de ciudad, el 28 de febrero de 1929 se produjo una primera manifestación de casi 700 automóviles que marcharon hacia Casa de Gobierno de Santa Fe, encabezados por Carmelo Barreiro y Faustino Paviolo, miembro del directorio de la Compañía de Electricidad de Rafaela. Los rafaelinos peticionan en forma terminante ante el gobernador Gómez Cello la renuncia del intendente Jesús González en virtud de su deficiente desempeño al frente del Ejecutivo. El gobierno provincial, presionado a través de los periódicos y diarios de aquella época (La Opinión empezó a salir el 24 de octubre de 1921, pero no se conservan los archivos), se vio obligado a tomar la citada medida y en reemplazo del renunciante designa a Federico Depetris. “(…) la renuncia elevada por el intendente municipal (González) de la ciudad de Rafaela al gobernador de la provincia (Gómez Cello) es un documento que contiene apreciaciones perfectamente insolentes respecto a la naturaleza del movimiento popular que ha finalizado, obteniendo su renuncia”, sostiene el diario “El Orden”, de Santa Fe, el 5 de marzo de 1929. El uso de la expresión “movimiento popular” es cuestionable porque no participan masivamente los habitantes de la ciudad, sino los que están en directa relación con la compañía eléctrica (comerciantes, empresarios y profesionales), que son los que en esa época pueden haber tenido automóviles. A este estallido le precede un boicot a través del no pago de impuestos de los contribuyentes más fuertes, a fin de debilitar la gestión de González que finaliza con un déficit de $ 100.000 moneda nacional. A pesar de la rectitud del citado intendente Depetris, el 1 de marzo de 1929 El Orden menciona que es poco probable que su gestión llegue a buen término debido a los conflictos y tensiones que existen en Rafaela, no sólo por el tema de la electricidad, sino también por el pavimento, el mercado municipal y cuestiones políticas de aquel momento. El nuevo mandatario intenta acortar distancias entre el municipio y la compañía, asistiendo a las reuniones del directorio, costumbre que su antecesor había rechazado, satisfaciendo la primera cuota de suscripción de acciones y abonando los cinco meses de alumbrado adecuado. Por cuestiones referente a pavimentación aumenta la oposición política contra Depetris y los miembros del Concejo. Este proceso concluye con la renuncia exigida por un grupo de 300 exacerbados manifestantes que intentan quemar la Municipalidad con el Intendente y el Jefe de Policía adentro. Muchos de estos revoltosos tienen una participación fortuita en los hechos, ya que se encuentran en el recinto esperando el tratamiento del tema pavimentación por el entonces Concejo Deliberante (hoy Municipal). El 16 de setiembre de 1929 asume la intendencia Antonio Ferrero y con él se intensifica la política de hostilidad contra la Compañía Anglo Argentina de Electricidad, ya que se dicta la ordenanza Nº 421 (20 de noviembre de 1929), emplazándola a trasladar su Usina en el plazo de 6 meses y decreta la prohibición del trabajo de instalación que está ejecutando. Los inspectores municipales tratan de paralizar tales trabajos con el auxilio de la fuerza pública. “No podrá ponerse en funcionamiento bajo ningún concepto, aparato industrial o maquinarias que sean fuentes de producción de vapor, gases, electricidad o medio de transmisión o transformación de energía, sin previo permiso y autorización municipal” (artículo 1º). Ante la imposibilidad de rechazar legalmente la autorización necesaria para la ejecución de trabajos de mejora y ampliación de la Compañía Central de Electricidad, Ferrero deja de ser persona grata para los rivales de la nombrada. Se ponen en juego influencias que pueden provocar su caída y la designación como autoridad comunal de vecinos que incitaron públicamente a la población a destruir y quemar las instalaciones de la nombrada Anglo.

Fuentes: Zaragozi, María Eugenia y Sigl, Luis Alberto, Secretaría de Cultura y Deportes de la Municipalidad de Rafaela, Compañía de electricidad de Rafaela, La Usina del Pueblo (1925-1935)”, 1987, en el Museo de Bellas Artes. Archivo Histórico Municipal de Rafaela.

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