“Elogio de la palabra”, ópera prima de Lidia Dellacasa de Bosco

Por Liana Friedrich.- Cada vez que abrimos un nuevo libro, en formato papel, nos enamoramos de los colores de la tapa, la suavidad de sus páginas, el inconfundible aroma a tinta que exhala al hojearlo…pero inmediatamente acudimos a la contratapa, para interiorizarnos, al menos someramente, acerca de su contenido.
Entonces advertimos cuál es el valor que Lidia le otorga a la palabra, como creadora de vida. En efecto: si nos remontamos al texto Bíblico, ya Juan se refería al Creador (léase «escritor» para el caso) como el «Verbo»: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios», para concluir la idea afirmando que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (es decir, que vislumbramos en la intención del «yo» literario un respeto hacia la palabra, por su origen divino). Pero no se apropia de las palabras, sino que las echa a volar para lleguen al «tú» –lector; por eso considera que son «inasibles», ya que «son ellas las que crean el mundo». Ésa es la razón por la cual las «elogia» a través de este conjunto de poemas y relatos. Resumiendo lo dicho anteriormente, incluye un epígrafe del inolvidable Walt Whitman: «No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo».
Antes de ingresar al Prólogo, nos encontramos con un poema esclarecedor: «Plenitud de la palabra», encabezado, a modo de advertencia con estas palabras de García Lorca: «La poesía no quiere adeptos, quiere amantes». Aquí, el «yo lírico» es la palabra misma, que asume la 1ª persona, para referirse a los recursos expresivos, específicos del discurso poético, a los tipos de versificación, y al versátil contenido de la historia de la literatura, que transita desde las aventuras memorables de Ulises, la mística poética del Dante, hasta los sublimes versos de Bécquer y de Neruda, para sumergirse junto a Alfonsina en la luz que resplandece aún allende la muerte…
Ya del todo enamorados del continente y el contenido de su libro, firmemente entrelazados a través de las palabras, y enraizados en sentimientos profundos hacia el fenómeno literario, nos sumergimos en el Prólogo, donde Lidia Dellacasa refiere en primera instancia, las motivaciones que la impulsan a desarrollar su oficio de escritora: «Escribo por pasión; también como una forma de enfrentar la adversidad y un intento de sanación espiritual». A continuación, explica cuáles son las secciones que contiene el libro: la primera, dedicada a la poesía, y la segunda, a la narrativa (en forma de microrrelatos y cuentos breves), ahondando luego en el tono que caracteriza a sus producciones: abundan los temas elegíacos, propios de la vida (amores, alegrías, memorias de antepasados y siempre la fe, como antorcha divina). Con respecto a la fuente de inspiración de sus discursos narrativos, alude a la ensoñación, la duermevela y los cruces hacia otras dimensiones.
Vamos a proceder ahora a hilvanar la urdimbre mágica de sus versos: encontramos una temática iterativa, y es el momento propio de …»la fuga del tiempo que estremece», y que más favorece la inspiración literaria, es decir, el ocaso, el atardecer, la luna nocturnal… Es esa hora especial en la que «nos sentimos aves, cielo, recuerdos de canciones, vida vivida y por vivir» (…) «un instante indefinible e ignorado en que nuestras vidas cruzan un límite» (…) «Los últimos fulgores del ocaso/ invaden ya sin fuerzas las ventanas» (…) «Se despide la tarde con un rojo fulgor ceniciento» (…) «Una luna de nácar sobre un fondo de penumbras» (…) «Nada sucede. Todo es fantasía» (…) «Era la noche punteada de estrellas» (…) «Las tinieblas de otro mundo invaden el paisaje» (…) «El pueblo es un racimo e luciérnagas»…Poesía altamente descriptiva, donde la imaginería explota al definir el sentimiento del amor, que se entrelaza sutilmente con el paisaje en penumbras: «Tu corazón es follaje, rubias mieses, olor a tierra balsámica» (…) «Ahora es luna escarlata / que se enciende en las caricias» (…) «Mi corazón se anuda al tuyo /que ya es una sombra en la distancia» (…) «que se robó el olvido aquel anochecer morado»… En su magnífica definición del poeta, en «¿Quién eres?», comienza así presentándose el «yo lírico»: «Soy el eterno intervalo entre las turbulentas noches de borrascas» (…) «Soy los signos y los símbolos: Alfa y Omega desde el principio de los tiempos»…
El contenido de su poemario embelesa y enamora … Y en cuanto al continente de su poética, la métrica y versificación son sumamente variadas: encontramos desde el versolibrismo más acérrimo, hasta las cuartetas (no son ni redondillas ni trovas, porque sólo los octosílabos riman 2º con 4º: abab); e incluso con maestría, transita los haikus clásicos, que encierran pinceladas de la vida natural tanto como también paisajes del mundo interior.
Entre sus «Cuentos de bolsillo», es necesario primero referirnos al este tipo discursivo de carácter narratológico, tan en boga en estos tiempos, porque la vida vertiginosa imprime al lector una manera particular de acercarse a la lectura, con la necesidad de arribar rápidamente al desenlace: el término microrrelato —utilizado por primera vez en 1977 por el mexicano José Emilio Pacheco para referirse a sus Inventarios— es el más extendido, pero no el único: también es denominado microficción, relato mínimo, narración ultracorta, microcuento, historia mínima, relatillo, cuentín, brevicuento, relato hiperbreve, cuento gnómico, cuento en miniatura, relato microscópico, minicuento…(algunos apelativos, sinceramente hilarantes). En efecto: aún cuando el origen de este tipo de textos se remonta al comienzo de la literatura, la pasión por ellos es palpable desde finales del siglo XX, porque con la aparición de Internet y la acelerada forma de vivir, cambiaron también la lectura y la comunicación escrita.
Concisión, efectismo, sugestión, intriga, «suspense» y dominio absoluto de la elipsis son las características que identifican los cuentos de Lidia Dellacasa de Bosco. Ya Edgar Allan Poe sostenía la teoría de la «unidad de impresión», mediante la cual defendía los valores estéticos y literarios también aplicables al género minificcional, en general, constituido por narraciones de una extensión notablemente más corta, que la del cuento anglosajón de esa época. Rubén Darío, seguramente se basó en Poe para escribir Azul… (1888), obra con la que logró erigirse en precursor del género breve en castellano, a través de composiciones, que como en el caso de muchas microficciones del «Elogio de la Palabra», se trata de auténticas prosas poéticas: «Al acercarse con pasos silentes, lo inquietó un vago rescoldo sonoro que parecía emerger de la sala en penumbras. Abrió la puerta con sigilo. Entonces lo sorprendió el ritmo parsimonioso del reloj que colgaba en la pared. En ése preciso instante, el péndulo le advirtió que la vida no se detiene». (El ritmo de la vida).
Aunque también hay algunas narraciones que se acercan el realismo mágico, como en el caso del sorprendente desenlace de «El gallito de la veleta», «Salto a la ficción» o «Fuga nocturna», por ejemplo. Encontramos algunos de tono elegíaco, donde se recuerdan amores fallidos, retazos de infancia o lugares patinados tristemente por el tiempo, como en sus cuentos: «Antes que anochezca», «Cruz del sur», «Miradas» y «Regreso». También en muchos relatos, el final inesperado se debe al pasaje hacia otras realidades o mundos ficcionales, ya sea en tiempo o espacio, como «Regreso a las sombras», «Nocturno», «Juegos», «Revelación», etc. Pero también los hay decididamente de terror, como «Mutación» o «Pesadillas».
Cuando Shakespeare, en Hamlet, afirmó por boca de Polonio, que la brevedad es el alma del talento, ya sabía de qué se trataba la esencia del microrrelato y agregamos que además, se necesita de gran ingenio y creatividad, cualidades que demuestra la pluma de una escritora como Lidia Dellacasa de Bosco. Por eso damos por descontado que este volumen, a cada paso (línea, digamos), sorprenderá gratamente al lector inmerso en este mundo globalizado, dentro de una sociedad dominada por la tecnología, donde parece que ya no existe nada por descubrir… Su producción literaria constituye una excepción: es como la isla que esconde un tesoro, es como la cueva de Alí Babá, es en palabras de Andrés Neuman: «el género que mejor sabe guardar un secreto».

La autora es profesora y escritora rafaelina.

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2 thoughts on ““Elogio de la palabra”, ópera prima de Lidia Dellacasa de Bosco

  1. Hay cosas que sorprenden a quienes amamos la literatura. Reconozco a Lidia Dellacasa de Bosco como poeta, la utilización de recursos literarios exquisitos que pone de manifiesto en su lírica y retórica. Premiada en varias oportunidades por Premios Hijo del Sol, por su virtuosismo y creatividad, Hoy puedo leer este análisis, que resalta, no solo su poesía, sino también sus microrrelatos y cuentos que espero ansiosa poder leer. Éxitos amiga, sabes que soy tu fans.

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