El verdadero Wally tiene una bomba con muchas mechas en la mano

Aunque hoy la política tiene muchos Wallies que se ocultan en un mundo de candidatos, están dispersos en estructuras partidarias y solo levantan la cabeza en los tours mediáticos propuestos; Cristina es la más identificable de todos.

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Por Eduardo Reina.- La política argentina de a poco parece irse convirtiendo en un “buscando a Wally”. Esta serie de libros-juego que tuvo su comienzo a fines de los 80 en Inglaterra y de ahí se popularizó en todo el mundo, tenía como protagonista a un ya famoso personaje llamado Wally que es un tipo alto, de anteojos, vestido con un jean y un pullover a rayas rojas y blancas con un gorro haciendo juego. El juego, como es conocido, consistía en buscar a través de diferentes escenas, entre otras cosas, al protagonista.

La primera de todos los Wallies es Cristina que intenta esconderse entre la multitud cuando ejerce el comentarismo desde los distintos actos que encabeza. Massa e incluso el mismo Alberto, la siguen en el intento de esconderse entre la masa opositora al opinar sobre las soluciones del país como si fueran parte de la oposición que tiene las manos atadas para llevar a cabo su plan. Se tratan de camuflar pero la gente, cuando alcanza a verlos, enseguida los identifica como si llevaran el característico sweater rayado, porque ven en ellos los colores del oficialismo.

Aunque hoy la política tiene muchos Wallies que se ocultan en un mundo de candidatos, están dispersos en estructuras partidarias y solo levantan la cabeza en los tours mediáticos propuestos; Cristina es la más identificable de todos.

La mafia piquetera se apropia del espacio público

Cristina Kirchner se sumó a la animada escena de la realidad nacional como si fuera parte de la oposición, pero lleva en sí los colores que la identifican como la madre del gobierno cuyas consecuencias estamos viviendo. Peor aún, se oculta porque se avergüenza de que por su elección arbitraria y oportunista de una figura que creía que le aseguraba gobernabilidad mientras ella usara su poder para resolver sus problemas y, sin embargo, no sirvió más que para neutralizar toda la política nacional y ser objeto de las burlas. El que venía a vivificar el poder peronista, resultó ser un presidente cuya figura solamente resulta relevante para las noticias por los furcios que comete y los memes que a diario hacen de él en las redes sociales que ven en la Argentina el paraíso de la cargadas.

Hoy hay una gran ansiedad en la población, en los medios y en los sectores empresariales y sindicales que se puede llevar puesta a la política y, con ella, a lo que queda del país. Por eso, todos, los políticos a la cabeza (especialmente los oficialistas), deberían tener como prioridad mantener la gobernabilidad en medio de esta pésima gestión, sin competir para ver quién fuerza de una forma más audaz los cambios necesarios aunque los pedidos no sean realizados por el gobierno.

La política Argentina está en un periodo de fragilidad gubernamental, entre otras cosas, por la apatía que toda la política despierta en la población. Esta apatía es generada por: las discusiones políticas que giran en torno de un avión del que no se sabe mucho pero se sospecha todo, las peleas en el frente de gobierno que se dan en público y con grandes sonrisas cómplices, mientras todos sostienen que la unidad no está en riesgo. Los piquetes crecen día a día y se extienden a todos los sectores. Las preocupaciones sobre el lenguaje que tienen en el oficialismo con el gobernador Kicillof a la cabeza.

La vicepresidenta Cristina Kirchner

La vicepresidenta Cristina Kirchner en el plenario de la CTA.

Mientras Kicillof comenta hechos de la capital, la provincia se cae a pedazos por la inseguridad mientras Berni que no juega para ninguno de los dos o tres grandes sectores de la alianza de gobierno sino para sí mismo, no desaprovecha la oportunidad para montar su show mediático en la autopista con los transportistas piqueteros. Aparece, como siempre, con los accesorios propios de una figura de acción (como si fuera un Max Steel o un Gi-I-Joe) entonces no solo va con su moto o acompañado de un helicóptero sino que ahora, además, aparece con su perra al estilo de Betún que en los Simuladores acompañaba al más reo de los personajes.

El Radicalismo y el PRO parecen apostar al Fair Play con el gobierno para las elecciones del 2023 y, para equilibrar los tiros en el pie de Alberto y las contras de Cristina, se esfuerzan en permanecer en diferente sintonía. Cada uno está pensado cómo solucionar las internas antes de las PASO y a todos los sectores opositores les está saliendo caro haber empezado la carrera hacia la presidencial con tanto anticipación al fin de la legislativa como si se hubieran olvidado de que la carrera es larga y muy costosa.

Estamos en los 90 días críticos del gobierno, porque una vez terminados se acabarán las pocas esperanzas que le queda al oficialismo para pelear la presidencia en el 23. Inflación, dólar ,cambios de gabinete, seguridad y gobernabilidad son los temas a atender con urgencia entre otros que se van sumando día a día en la sofocante lista. La oposición se relaja pensando en que los fracasos del gobierno les aseguran la victoria y en lugar de trabajar en un plan de consenso, se pelean para ver quién detentará el cargo ejecutivo que ya dan por conquistado. Deberían dejar de lustrar los bronces y empezar a trabajar en un plan de gobierno concreto que convenza a la gente de que pueden encontrar un cambio real, pero sobre todo en un plan que les asegure implementar soluciones desde el primer día porque si algo queda claro con estas internas es que el electorado difícilmente soportará nuevamente un plan que sea primero ganar y después ver qué se puede hacer.

Violencia simbólica política: la sobrerreacción que no soluciona

Estamos en un momento muy sensible porque cada uno tiene sus urgencias pero falta un año y medio para las elecciones. Esto hace que la situación sea una bomba con muchas mechas en la que no se sabe qué chispa encenderá el desastre. El acting de Berni nos muestra una de las mechas que puede ser el tema del gasoil. Y así como puede que no sea responsabilidad enteramente del gobierno el armado de esa mecha, también todos tienen que parar la mano y negociar porque es un conflicto que parece sencillo pero puede crecer enormemente. Como esto del gasoil que empezó con una declaración sencilla, hay mil temas que habría que ocuparse de no fogonear porque todos piensan que tienen la cosa dominada, pero cuando menos lo esperen, la gente va a sobrepasar a los dirigentes y se va a volver ingobernable.

Un ejemplo de esto es Massa que apostó a jugar de callado, pero está por primera vez apretado por sus bases que ven un inevitable final de la utilidad del Frente de Todos en breve.

Falta un año y medio pero los Wallies luchan por esconderse y para eso avivan la llama de los problemas. Cristina le pega a los Movimientos populares acusando de corruptos a sus dirigentes y los dirigentes le responden diciendo sin hacerse cargo de que hablan de ella, que la vicepresidenta piensa que es la patrona de los sectores populares, algunos militantes más de base señalan que el problema son tanto los dirigentes de los movimientos como Cristina. Por ahí las bases son más valientes que la clase media porque son los primeros que empiezan a notar que de tantos políticos que quieren ocultarse en la escena del libro de Buscando a Wally, estamos en esos capítulos finales de alguna de sus entregas en los que debíamos buscar al verdadero Wally en la tierra de los Wallies donde casi todos, eran iguales al protagonista.

Si miras durante largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de tí (Friedrich Nietzsche)

Fuente: https://www.perfil.com/ El autor es consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL.

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