El sexo como problema

La CEA y el obiso Aguer en la mira K. Cuando todo gira alrededor del sexo es porque la sociedad está desconcertada o porque está siendo manipulada. El sexo jamás fue ni será un problema, el hombre lo problematiza.

Por Juan Carlos Sánchez

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Llegamos a ser hoy ni sé cuántos miles de millones en el mundo y si contamos los que ya murieron la cifra es fabulosa y todos menos uno llegamos a este planeta sexo de por medio. ¡Epa! ¡Corrijo! Con esto de la manipulación genética, la clonación, la fecundación in vitro y todas esas modernidades, muchos más que Jesús llegaron sin relación sexual de por medio, pero eso es otro tema. Dejemos de lado al Espíritu Santo y a la probeta y vayamos al asunto. A esa fabulosa cifra de humanos se llegó sin leyes de salud reproductiva, sin debates públicos sobre la incorporación transversal de la educación sexual en las escuelas, sin tanto gre-gre para decir Gregorio. Por lo que sé, se llegó copulando y la mayoría de nosotros aprendió entre susto y apuro por no hacer papelón. Ahora parece que es una cuestión de estado y no de familia educar sexualmente a nuestros hijos para que no se enfermen, no se reproduzcan ni se asombren y admitamos que sistematizar las relaciones sexuales le quita algo de magia y misterio al asunto. Pero el peor problema es la vulgarización a nivel académico del sexo. Tanto definirlo, tanto hablar de él, tanto debatir sobre cómo hacerlo termina convirtiéndolo en un artículo de consumo más, como un celular, una marca de dulce de leche o un lugar de vacaciones. Esa vulgarización tiene por objetivo entretener con un debate sobre un tema que interesa a todos a una sociedad que tendría que estar trabajando en temas más importantes a todos, como ser la reconstrucción de la Nación, la eliminación de la exclusión social, la generación de empleo o la justicia social. Pero no, el sexo, tema de siempre y de todos, puedan o no, deban o no, acapara la atención desde las pantallas de TV, las páginas de los diarios y hasta desde esta edición de PyD. Mientras tanto la Argentina sigue incendiándose, el país se deprime y la sociedad se minimiza y cada vez quedan menos para decirlo: están ocupados en las cuestiones del ombligo para abajo. Si existiese el COMFER, si hubiese políticas de Estado que promuevan la familia, su educación y su dignidad; si hubiese control real sobre lo que se muestra desde las pantallas, si no se instalasen temas relativos a la sexualidad con tanta insistencia quizá podríamos volver a la sana normalidad sexual en poco tiempo. Al paso que vamos es probable que varias generaciones paguen el pato de esta imprudente maniobra gubernamental. Es que el clima de agitación social que es la clave maestra de Néstor Carlos Kirchner para generar poder político no se limita a las calles, se mete en las sábanas. Esto no quiere decir que no hay que enseñar a los jóvenes o que hay que negarles información, callar lo sexual como tabú. Por el contrario es afirmar que en lugar de facilitar debemos educar; que en lugar de entregar preservativos o anticonceptivos y lo que es peor, abortivos, hay que ayudarlos a madurar en el plano del espíritu para que la sexualidad sea un goce pleno y no un artículo de consumo de ocasión. Y cuando aluden estos progresistas -tan tontos que no advierten o tan malignos que no admiten que son funcionales a proyectos imperiales (como tan bien los describe desde sus notas José Arturo Quarracino o ProVida)- a la impericia y barbarie del pobre para justificar el negociado de los laboratorios y de sus funcionarios socios o su furia abortista y profiláctica, acuden al discriminatorio remedio de negarles o matarles los hijos en lugar de educarlos, contenerlos, dignificarlos y permitir así el crecimiento demográfico de la Argentina que será también desarrollo integral a mediano plazo. El pavotismo de Página12 En su edición de ayer PyD publica un grupo de notas que el diario oficial del gobierno nacional y del neuro progresismo nativo editó publicitando y defendiendo la iniciativa gubernamental de instaurar en las escuelas la educación sexual y atacando a la Conferencia Episcopal Argentina y al obispo Aguer. Como el citado diario se ocupó en su momento de PyD le devolvemos la cortesía. La nota que analizaremos puede leerse en ¿Cuánto cobra Pavada12 para publicar pavadas? Desde el título la falacia: “No legislarás cuando de sexo se trate”. “No legislarás mal cuando de sexo se trate” debió decir. Eso sostienen los obispos argentinos: que los legisladores que se van no aprueben de apuro o a precio de oferta lo que quiere el gobierno nacional. Así de simple. La referencia principal del diario de marras es la legisladora Marta Maffei quien sostiene que “es obligación de los establecimientos educativos, públicos y privados, brindar información sobre sexualidad, adecuada a su edad.” Error: Es la familia quien debe educar en los valores, la escuela es subsidiaria de la familia. Cuando la familia está incapacitada para educar, primero hay que hacer el intento de capacitarla y si no resulta posible, está la ley para entonces sí, suplantarla. Los mecanismos figuran en los códigos respectivos. Transformar a la escuela en la primera educadora es trastocar roles y permitir que desde el autoritarismo o la ideología del Estado se formen a las nuevas generaciones de ciudadanos, ese es el riesgo y ya fue aplicado antes en sociedades totalitarias como la ex URSS. Además y no es poco, en la familia se educa desde el amor, en la escuela desde el trabajo. Cada familia adquiere identidad y es una unidad social independiente. El maestro pertenece a otra unidad social diferente y al educar impregna con su singularidad al educando. Educar es siempre un acto amoroso, cabe decirlo para que no se crea que aquí se menosprecia la labor docente, y adquiere carácter de donación. Es en esta donación donde se hacen patentes las singularidades. Proponer a la sociedad que sea el Estado educador quien se ocupe de establecer los marcos de una educación tan íntima como la sexual, permite advertir la intención de manipular a los niños y a masificar a los futuros ciudadanos. En países como el nuestro, la Argentina, esto encubre el riesgo del aprovechamiento de la labor docente -dentro del marco legal previo y merced a esta ley-marco- para disociar aún más a las familias, minimizar los valores y pervertir a la sociedad. El estado de convulsión permanente en que se vive, la propuesta oficialista de olvidar y destruir las raíces comunes de los argentinos y el ataque sistemático a las instituciones republicanas hace que el legislador responsable deba realizar una profunda crítica de las normas a aprobar. Maffei agrega: “En la Iglesia están muy mal asesorados. Este proyecto no es contra ninguna iglesia sino a favor de la niñez y la adolescencia, de los niños abusados: el 67 por ciento de los niños son abusados en el seno de sus propias familias.” Error: Quizá ella (Maffei) sea la mal asesorada o quien asesore mal. La Iglesia no se defiende sino que defiende a la sociedad. No considera la norma propuesta como un ataque personal sino a las personas, a las familias y a las futuras generaciones. ¡Por cierto que también la Iglesia es atacada! Pero no como una acción estrictamente destinada a ella sino porque ella forma parte de esa sociedad que se quiere destruir para construir otra diferente desde las cenizas, contraria a su historia, tradiciones y valores. Y si como sostiene Maffei, el 67% de los niños abusados lo son en el seno de sus propias familias, pues es simple, como antes dijimos, ¡a educar a las familias y a aplicar la ley! El problema de fondo es el kirchnerismo. Sus propios legisladores lo evidencian. Diego Kravetz, Frente para la Victoria, argumenta que: “Rafael Bielsa dijo que estaba de acuerdo con que la ciudad tenga una ley de educación sexual, que debe ser el Estado el que debe fijar los contenidos de la educación sexual y que la obligatoriedad de esa ley debía abarcar tanto a los colegios de gestión privada como a los públicos. El kirchnerismo fijó una posición clara en la campaña y con esa tesitura van a votar los legisladores que entran, los que se quedan y los que se van.” El ARI es simplemente un soporte ideológico adicto a la moda y a la oportunidad. Dice Fernando Melillo, ARI: “No existe ninguna ley ni proyecto contra la fe católica. Nosotros apoyamos la ley de salud reproductiva y no hay salud reproductiva sin educación sexual. Los contenidos en este caso, como en cualquier caso, los debe definir el Estado a través de especialistas, conforme a las etapas evolutivas de los chicos. Si se deja la definición de los contenidos en manos de los colegios, las escuelas que van a abordar el tema serán las mismas que lo hacen actualmente.” ¿Y por qué el kirchnerismo es el problema de fondo? Porque debe gobernar desde la coyuntura y la improvisación, sin planes de gobierno y sin políticas de estado y entonces, instalando la controversia sobrelleva el presente y fagocitando la cultura nacional y popular y destruyendo los valores de la persona, la familia y la sociedad, puede pretender sostener su poder en la sociedad mínima resultante. El comentario “Cuando el voto es un voto de castidad” de Luis Bruschtein Esta nota integra la trilogía publicada por Página12 y que también editara PyD. Vale un comentario en particular. El autor aborda a la Iglesia desde la sexualidad en lugar de hacerlo desde el misterio, la fe, la historia o cualquier otra disciplina, siguiendo fielmente el camino trazado por el gobierno nacional desde sus primeros ataques a la institución. No es cierto que la Iglesia sea un castrador sexual al punto que pocos fieles le hacen demasiado caso en materia de paternidad responsable o de fidelidad conyugal o de goce legítimo. Tampoco es cierto que el sexo sea el primer problema de la Iglesia. Quien lo afirma desconoce el Evangelio y el Magisterio y habla por boca de ganso. Pero la fehaciente demostración de la falacia del articulista que no desdeña argumento alguno para denostar contra la Iglesia, es la referencia al recientemente fallecido y querido Pbro. Carlos Cajade. Porque Cajade fue un trasgresor, un cura con familia e hijos a quienes les habría negado el derecho a la identidad al no reconocerlos por no arriesgar su condición sacerdotal según confió un amigo del fallecido a quien esto escribe. ¿Esto lo hace malo o bueno a Carlos Cajade? Ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, ni santo ni demonio. Por estos tiempos Cajade ya está enterado de en qué acertó y en qué se equivocó, ya tomó debida cuenta de sus pecados -que pecar pecamos todos- y porque amó, en un juicio de misericordia y porque Dios quiere que todos los hombres se salven, ya ha de estar ocupando alguna de las moradas de la Casa del Padre. Pero Carlos Cajade rompió las normas. El Obispo Aguer no fue duro con él por su amor a los niños, por su dedicación hacia los pobres, por trabajar entre ellos como dice la nota de Bruschtein que comentamos; fue duro porque Cajade fue débil y no asumió su debilidad, porque rompió su compromiso con la Iglesia pero siguió usufructuando los privilegios sacerdotales, porque llevó una doble vida semi oculta, porque no hizo lo que predicó. Jesús, sabiamente, aconsejó “hagan lo que ellos les dicen y no lo que hacen…”. No está en discusión si Cajade fue un buen o un mal hombre, sí fue un sacerdote equivocado. No es lícito adherir a una institución -cualquiera sea- y desconocer su contrato social o sus estatutos. Cajade, como argumento demostrativo de que el obispo Aguer es obsesivo, no es válido. El sexo como problema Nada tan complejo y tan simple como las relaciones interpersonales y de su equilibrio depende el de la sociedad toda. Al fin de cuentas, la sociedad humana es una sumatoria de individualidades complementarias y adyacentes que hacen el conjunto. La perfección emerge de la capacidad de reconocerse, respetarse y admitirse que tenga. Tanto desde la cultura como desde la religión -que es también cultura- se tiene en claro que el sexo es para la reproducción y para el goce. Nadie lo niega, sin olvidar que hay goce en la reproducción (hagan memoria los papás y los abuelos…). Lo uno no excluye lo otro. El sexo es una de las potencias relacionales más fuertes y debe dársele el lugar referencial y reverencial que exige. Referencia como cúlmen de la donación humana y reverencia respetuosa por atañer a la intimidad más profunda de la persona. Exponerlo fuera de su contexto natural es asimilarlo a cualquier producto de supermercado, ponerlo en la góndola como artículo de consumo masivo despojándolo de su magia y naturaleza. El sexo sirve para todo. Como pernada de los poderosos, trofeo de los soldados, distracción de ricos y pobres, emprendimiento productivo de desocupadas, moneda de cambio, entretenimiento para sociedades indefinidas, argumento de políticas vaciadas de contenido y también para amar y ser amado. Es aquí cuando deja de ser problema y pasa a ser goce, no solamente orgasmo, placer físico, erotismo, sino plenitud de hombre y mujer complementándose en un proyecto de vida común superador de lo individual y felizmente trascendente. Es hora de entenderlo de una buena vez. Solamente así construiremos, desde la persona satisfecha en la donación, la familia soporte de una comunidad de hermanos.

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