El problema no es el precio de la carne, sino el índice de pobreza

Cerrar las exportaciones de carne no es una solución, sino agravar la pobreza. Los pobres serán más pobres y los ganaderos también debiendo dedicarse a otras actividades.

Por Mario A. Cadenas Madariaga

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Los argentinos hemos creado un problema donde no existe. Cuando un país cuenta con condiciones excepcionales para producir un producto, el que tiene una importante demanda interna e internacional, se conocen las tecnologías de producción y comercialización y se dispone de los capitales, si existe un problema éste es artificial, es decir que ha sido generado por una asociación de ideas y sentimientos equivocados que no se corresponden con la realidad. Por tanto es un problema cultural generado por la incultura. ¿Se puede decir que no existe ningún problema? No, sino que el problema es otro. El verdadero problema es alimentario y consiste en que toda la población no come una dieta suficiente y equilibrada. Así descripto el problema, primero es un problema médico y en otro orden es un problema económico, porque la dieta ideal tiene un costo que se debe pagar. El precio de la carne vacuna en la Argentina es uno de los más bajos del mundo. Sin embargo, el problema se plantea porque el 34% de la población argentina es pobre, es decir, no tiene ingresos que le permitan adquirir lo necesario, y el 12% es indigente, es decir, no cuenta con los ingresos necesarios para cubrir los bienes indispensables. Este enorme sector de la población no tiene sólo problemas con la dieta necesaria de carne, sino con todo el universo de sus necesidades. El problema, por tanto, es que la Argentina cuenta con un PBI por habitante de 4000/5000 dólares mal distribuidos y debería contar con uno de 20.000 dólares, con una más equitativa distribución de no más de doce veces entre el primer y el décimo segmento más pobre y el más rico de su población.

La solución buscada

¿Esta situación se puede superar? Si examinamos el caso de Irlanda o de Corea del Sur, es evidente que sí. Chile, muy cerca de nosotros, con el plan de Hernán Büchi tuvo progresos notables, mientras nosotros retrocedíamos continuamente. Sin embargo, en la Argentina se puede repetir la performance de fines del siglo XIX y principios del XX. Lo expliqué con suficientes detalles (ver “Argentina, La solución buscada” www.revolucioncultural.com.ar). En 15 años podemos llegar a ser un país desarrollado. La ganadería podría hacer una importante contribución. Los Estados Unidos, con un stock de alrededor de 95 millones de cabezas, produce alrededor de 12 millones toneladas, y nosotros, con 50 millones, producimos tres millones. Está claro que podríamos producir seis millones de toneladas, por ejemplo, si en vez de recibir 900 millones de pesos de crédito bancario recibiéramos, como los chilenos, el 65% del PBI sectorial. Esto significaría más riqueza, más trabajo, mayores contribuciones -no distorsivas naturalmente-. El ideal argentino está claro: se aspira a vivir con altos ingresos, en una sociedad que brinde bienes y servicios de calidad, con una democracia real, una república eficiente y un capitalismo equitativo. Seguramente que en ese momento los argentinos no comerán más carne vacuna que los norteamericanos, los alemanes o los suizos, pero estarán muy satisfechos en cuanto a sus condiciones de vida, con muchísimas menos diferencias entre los diferentes sectores. Una pequeña historia… Hace 40 años el presidente Arturo Illia tomó una decisión similar a la actual: suspendió las exportaciones de carne vacuna. Lo visitamos en esa oportunidad Faustino Fano, Juan Antonio Pirán y yo. La medida se derogó a los pocos días. Me tocó tiempo después ser responsable del área. Establecimos un tipo de cambio libre, derogamos los impuestos a las exportaciones y en tres años las ventas al exterior pasaron de 285.000 toneladas a 740.000 toneladas. Lo hicimos para todos los productos. Las exportaciones en conjunto se duplicaron en valores constantes en cuatro años y el saldo fue favorable en 16.000 millones de dólares. Si se hubiere procedido en la misma forma desde 2002 en vez de 40.000 millones de dólares tendríamos 58.000 millones de dólares a fines de 2005. Pero también se cometieron errores, ya que se limitaron sin necesidad las negociaciones colectivas de trabajo. Cerrar las exportaciones de carne no es una solución, sino agravar la pobreza. Los pobres serán más pobres y los ganaderos también debiendo dedicarse a otras actividades. En poco tiempo habrá menos carne y será más cara. Lo que no pudo el malón lo habría logrado un gobierno argentino. Lo habría incluido Mariano Moreno en su Representación de los Hacendados y Labradores. Lo lamentable es que de no rectificarse la política seguiríamos una tendencia ya histórica. En los últimos sesenta años la Argentina ha perdido más del 80% del PBI por habitante que debió tener, en los últimos 22 años el 45% y en los últimos siete, el 30 por ciento. Lo peor es que este empobrecimiento ha sido profundamente antidemocrático, porque las desigualdades se han agudizado y los más pobres se han empobrecido más. Esto en plena vigencia del ideal de la justicia social y de la ley Sáenz Peña, cuando el poder soberano corresponde a la mayoría y el sufragio es universal y obligatorio.

Mario A. Cadenas Madariaga

El autor fue secretario de Agricultura

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 29 de abril de 2006.

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