El periodista debe contribuir a la construcción social

Columna de monseñor Jorge Casaretto, obispo de San Isidro y ex obispo de Rafaela, en la publicación del Equipo Diocesano de Comunicación (junio de 2006).

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Queridos amigos, como todos los años quiero aprovechar estos días, cercanos a la celebración del día del periodista, para reflexionar sobre la labor de quienes ejercen esta vocación. Y prefiero llamarlo de este modo en lugar de profesión, ya que si bien hoy en día hay muchas instituciones y muy buenas en donde se puede recibir una formación académica considero que, es indispensable sentir amor por lo que se hace; y eso depende de cada uno de ustedes. Queda claro, que ambas cualidades no son excluyentes, lo ideal es formarse para aquello a lo que hemos sido llamados. Por este motivo, me gustaría que leyeran estas líneas no sólo quienes cumplen hoy alguna tarea en los medios, sino también aquellos jóvenes que piensan en el periodismo o en la comunicación como una salida laboral. Lo primero que tengo para decirles a ellos, y esto de ninguna manera es con ánimo de desalentarlos, todo lo contrario, es que no se trata de una tarea sencilla. Entiendo que muchos pueden verse atraídos por la imagen que a veces muestra la televisión. Donde los únicos requisitos parecen ser un buen aspecto físico y gran locuacidad. Estos ingredientes, para algunos, pueden permitir un éxito rápido… tan rápido como efímero. Pero limitarse a esta concepción de la comunicación significaría denigrarla y junto con ella, a quienes la ejercen. ¿Qué significa ser un comunicador, un periodista? No se trata de un simple operario ni, mucho menos, de un mercenario que obedece a intereses de una persona, de un grupo empresarial o de quien ostente el poder político. El auténtico comunicador debe ser fundamentalmente una persona que, respondiendo, como decíamos más arriba a una vocación, decide ponerse al servicio de la verdad y del bien común. Es un intermediario entre lo que ocurre y los demás hombres, sus prójimos. Es una persona que no puede ignorar a quienes están al costado del camino, doloridos y lastimados. El verdadero comunicador es aquel que es capaz de advertir lo que otros no ven, que se detiene, que pregunta con respeto por la dignidad humana y que con una actitud constructiva y piadosa se convierte en voz de quienes no pueden hablar. El Santo Padre en su primer mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales habla de los medios como “una red que facilita la comunicación, la comunión y la cooperación”. Esta frase permite advertir la capacidad de crear vínculos, de estrechar lazos, de ir gestando transformaciones culturales y sociales que afectan de manera directa la vida de la comunidad. Y es ciertamente allí donde reside la trascendencia de la comunicación. Ser comunicador implica asumir una preocupación activa por la vida y el crecimiento del otro y de la sociedad de la que formamos parte. Es detener el propio andar para observar, para prestar atención, por sentirse responsable del otro a quien se respeta. Si, por el contrario, quienes desempeñan tareas en los medios cosifican al público, como simples consumidores, y a la información, como mercancía, crean desencuentros. Porque ustedes comunicadores pueden, y sobre todo, deben contribuir a la construcción social, los aliento a asumir y renovar día a día el desafío.

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro. Fue obispo de Rafaela.

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