El pensamiento del filósofo Ortega y Gasset

En el Centro Cultural Borges fue presentado el libro que reúne sus artículos.

Por Jorge Rouillon

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“Cuando nosotros veníamos a la Argentina, ustedes eran Europa y nosotros éramos Africa”, dijo el historiador y economista Roberto Cortés Conde, glosando el pensamiento del filósofo español José Ortega y Gasset cuando “los argentinos estábamos adelantados y éramos una nación exitosa” a comienzos del siglo XX. Y señaló que de aquellos argentinos con algunas prepotencias e inseguridades de nuevos ricos, pero con mucha confianza en el futuro, que en 1918 tenían el doble de producto bruto per cápita que España, se pasó al panorama actual: tenemos no el doble sino la mitad y se pueden aplicar a la Argentina los textos de Ortega sobre aquella España suya en declinación, caduca. Así se expresó ayer Cortés Conde, presidente de la Fundación Ortega y Gasset Argentina, ante una pregunta de Bartolomé de Vedia, en el acto en el cual fue presentado el libro “Los escritos de Ortega y Gasset en La Nación 1923-1952”, en el Centro Cultural Borges. Compartió el estrado con el politicólogo Natalio Botana, autor del prólogo de este libro, que recoge artículos del filósofo, seleccionados y comentados por Marta Campomar, también presente en el acto. Más de 150 personas -unas cuantas de pie- asistieron con interés al acto. Entre otros, estaban los académicos de Educación Alberto C. Taquini y Pedro J. Frías, monseñor Eugenio Guasta, Roberto Aras, María Luisa Biolcatti, Oscar Puiggrós, Fernando Rodríguez Querejazu y Delfina Gálvez Bunge de Williams.

Un filósofo en la prensa

Botana dijo que hay filósofos que hablan en voz alta, dialogando entre ciudadanos iguales según el ideal de Sócrates en Atenas; hay otros que hablan a través del libro, el tratado, los papers académicos en revistas científicas, y hay también filósofos que, antes de recopilar esos adelantos en forma de libro, hablan y desenvuelven su vocación en la prensa escrita. “Ortega y Gasset fue el prototipo de esa última categoría: en su trayectoria, la prensa escrita es la prolongación natural de la vida del intelecto”, afirmó Botana. Estimó que los artículos de Ortega publicados en LA NACION traen a nuestro presente “el aroma de lo cotidiano” y precisó que “este Ortega, que interroga a su circunstancia y recorre con la misma cadencia el terreno de la filosofía y el campo de las letras, de la historia o de la política, refleja en estos textos una parte significativa de su itinerario”. “Ortega -agregó- nació en 1883, vivió el estremecimiento de la Primera Guerra Mundial justo cuando su inteligencia se disparaba hacia el porvenir (son las fechas de su primer viaje a nuestro país), soportó las furias del período de entreguerras (segundo viaje a la Argentina, en 1928), vio con esperanzas el ascenso de la República en España y padeció su espantosa disolución, se derrumbó física y espiritualmente, envuelto en las tinieblas de la Segunda Guerra Mundial (ocasión de su tercer y último viaje a la Argentina) y apenas tuvo tiempo -la década entre 1945 y 1955- para atisbar los pasos iniciales de la reconstrucción europea. Dos guerras mundiales, una guerra civil, una existencia errante en la etapa en que buscamos reposo y serenidad.” Cortés Conde reflexionó sobre el mundo, la circunstancia, que rodeó la vida de Ortega, empezando por cuando tenía 15 años, en 1898, momento en que España pierde sus colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimos vestigios de lo que había sido en el siglo XVI el mayor imperio del mundo luego del Imperio Romano. ¿A qué se debía esa decadencia de España? Para Ortega, es que nunca había entrado en la modernidad y que, para hacerlo, debía entrar en Europa. Pero a su vez el mundo abierto, liberal, en el cual circulaban las corrientes de pensamiento, el comercio, las migraciones, típico de la “belle époque” y en el cual él confiaba, se vio brutalmente sacudido por la muerte en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Esos millones de hombres movilizados, muchos de ellos campesinos, al volver con exigencias dieron lugar a un mundo donde las masas desplazaban a las elites y donde surgían los nacionalismos, xenofobias y totalitarismos. Luego, ante otra pregunta de Vedia, Botana dijo que Ortega tuvo una intuición profunda del modo de ser de la Argentina. Buceó en características antropológicas, no en el ser, porque la suya era una filosofía de la razón histórica, que se desarrolla a lo largo del tiempo, no esencialista. Y no incursionó en materia política, en la crisis de legitimidad que tuvo el país a partir de 1930.

Jorge Rouillon

Fuente: diario La Nación, 15 de octubre de 2005.

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