El Papa pidió a los religiosos no temer a la propia vulnerabilidad

Al final de la asamblea de la UISG, Francisco en silla de ruedas animó a los superiores a cumplir con su servicio con espíritu de constructores de comunidad.

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El papa Francisco llegó hoy al Aula Pablo VI en silla de ruedas -a causa del dolor en la rodilla que lo aqueja desde hace tiempo-, para reunirse con los aproximadamente 900 participantes a la XXII Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que se desarrolla del 2 al 6 de mayo sobre el tema: “Abrazar la vulnerabilidad en el Camino Sinodal”. 

Francisco escuchó el saludo de la presidenta de la UISG, hermana Jolanta Kafka, y dijo en español que quería dejar de lado el discurso preparado para la ocasión para responder a sus preguntas.

En el texto preparado, un largo discurso en español, el pontífice se centra en dos escenas bíblicas: Jesús lavando los pies a Pedro en la Última Cena y María Magdalena que experimenta una gran liberación en su encuentro con Jesús.

Pedro, escribe el Papa, tuvo que cambiar de mentalidad, dejándose servir; Magdalena fue elegida como apóstol a pesar de su pasado histórico. De estas dos contemplaciones vuelve hoy la necesidad de perseverar en la actitud de servicio mutuo y de escucha para la plena comunión eclesial.

La Iglesia aprende de su Maestro que, para poder dar su vida, sirviendo a los demás, está invitada a reconocer y aceptar su fragilidad y, desde allí, a inclinarse ante la fragilidad del otro.

En esta perspectiva, la recomendación es vivir la autoridad como un servicio. El Papa no se exime de considerar los aspectos de fragilidad relacionados con la vida consagrada y las vocaciones religiosas -reducción de la significación de los números, de las obras y de la relevancia social, del abandono-, pero asume e invita a una mirada y un impulso positivos. Por eso dice que ser siervos “no es cuestión de servidumbre”.

Rebajarse no significa volverse atrás sobre las propias heridas e incoherencias, sino abrirse a las relaciones, a un intercambio que nos hace dignos y cura, como en el caso de Pedro, y desde el cual se inicia un nuevo camino con Jesús.

En esencia, Francisco escribe que debemos reposicionarnos a los pies de la humanidad, donde se crea un verdadero espacio teológico. Precisamente esta actitud será fuente de alegría y crecimiento. “Porque es desde allí, desde abajo, que cada uno de nosotros puede releer nuestro carisma y nuestra historia”. El Papa insiste en la invitación a no tener miedo a buscar nuevos ministerios y nuevas formas de ejercer evangélicamente la autoridad.

No se trata de una investigación teórica e ideológica -las ideologías mutilan el Evangelio-, sino de una investigación que parte de acercarse a los pies de la humanidad herida y caminar junto a las hermanas y hermanos heridos, comenzando por las hermanas de vuestras comunidades.

En el proceso sinodal “sean constructores de comunión”

“No tengan miedo de su vulnerabilidad”, repite el Papa a los superiores, invitándolos a participar activamente en el proceso sinodal, enriqueciendo así a la Iglesia con sus propios carismas, pero sobre todo activando el trabajo sinodal dentro de su propia vida comunitaria. Porque, como vuelve a subrayar en su discurso a los religiosos, el camino es ser constructores de comunión, tejedores de relaciones.

Es una oportunidad para escucharse, para animarse a hablar con parresía, para hacer preguntas sobre los elementos esenciales de la vida religiosa hoy. También para dejar que surjan preguntas incómodas. No temas tu vulnerabilidad, no tengas miedo de presentársela a Jesús.

Francisco también subrayó la urgencia del ministerio del acompañamiento, donde también los laicos pueden participar en las espiritualidades encarnadas por los diversos Institutos. “Un buen signo de esta renovación sinodal debe ser el cuidado mutuo”, exhorta nuevamente el Papa, pensando en particular en las congregaciones pequeñas o en declive hasta el punto de difícil sostenibilidad. “Lo importante -concluye- es saber dar siempre una respuesta fiel y creativa al Señor”.

Fuente: https://aica.org/

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