El Papa cuestiona duramente el aborto en un nuevo libro, pero no habla del debate en la Argentina

Se trata de “Soñemos juntos”, nacido en plena cuarentena para reflexionar sobre cómo salir mejores de la actual pandemia de coronavirus. La obra sale el 4 de diciembre y es fruto de conversaciones con el periodista e historiador británico, Austin Ivereigh.

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Por Elisabetta Piqué.- “No puedo permanecer callado cuando entre treinta y cuarenta millones de vidas no nacidas se descartan todos los años por el aborto. Duele constatar que, en muchas regiones consideradas por sí mismas como desarrolladas, esta práctica se promueva a menudo porque los niños por venir son discapacitados o no estaban planificados. La vida humana nunca es una carga. Exige que le hagamos lugar, no que la descartemos”.

Son palabras del papa Francisco en su último libro, “Soñemos juntos”, nacido en plena cuarentena para reflexionar sobre cómo salir mejores de la actual pandemia de coronavirus, que puede ser una oportunidad de cambio. La obra, que sale el 4 de diciembre próximo en todo el mundo, es fruto de conversaciones con uno de sus biógrafos, el periodista e historiador británico, Austin Ivereigh. Aunque gira alrededor de la crisis sanitaria actual, que sacó a la luz un mundo al borde del precipicio -como graficó en la encíclica Fratelli tutti-, en el que urge “terminar con la globalización de la indiferencia y la hiperinflación del individuo”, el texto también contiene una fuerte crítica al aborto, justo en momentos en que el tema se debate en su país.

Como destacó Ivereigh en diálogo con esta cronista por Zoom, en este sentido el libro refleja una “reformulación ética” del pontificado del Papa argentino, que no es una ética selectiva: así como llama a darle la bienvenida a los migrantes y refugiados, también hace los mismo con los no nacidos.

“Por supuesto que la llegada de una nueva vida – ya sea un niño en el vientre o el migrante en nuestra frontera – desafía y cambia nuestras prioridades. Con el aborto y el cierre de las fronteras nos negamos a reajustar nuestras prioridades. Sacrificamos vidas humanas para defender nuestra seguridad económica o aplacar nuestro temor de que el ser padres nos desacomode la vida. El aborto es una injusticia grave”, denuncia el ex arzobispo de Buenos Aires en el tercer capítulo, en el que por supuesto habla en términos generales, sin aludir a la situación de su país, donde el gobierno de Alberto Fernández busca legalizar esta práctica.“(El aborto) Nunca puede ser una expresión legítima de autonomía y poder. Si nuestra autonomía exige la muerte de otra persona, entonces nuestra autonomía no es otra cosa que una jaula de hierro”, sentencia. “Tantas veces me hago estas dos preguntas: ¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?”, se pregunta, como ya hizo en otras oportunidades.

Dividido en tres capítulos y 160 páginas en las que Francisco se dirige al lector directamente, con libertad y espontaneidad, voceándolo, el libro vuelve a revelar su visión de Iglesia, evoca los sínodos convocados, el escándalo de abusos, su crítica a un sistema económico que descarta a demasiada gente. Y, a la luz de la pandemia, plantea que “es el momento para soñar en grande, para repensar nuestras prioridades – lo que valoramos, lo que queremos, lo que buscamos – y para comprometernos en lo pequeño y actuar en función de lo que hemos soñado”.

El aborto y la ecología

Al evocar el llamado que hizo en la encíclica Laudato Sí a una «ecología integral», “una ecología que es mucho más que cuidar de la naturaleza, sino cuidarnos los unos a los otros, como criaturas de Dios”, en el primer capítulo, el Papa también habla del aborto. Y, en otra “reformulación ética”, asegura que es incompatible estar a favor de esta práctica o de la eutanasia y defender el medio ambiente.

“Es decir, si pensás que el aborto, la eutanasia y la pena de muerte son aceptables, a tu corazón le va a resultar difícil preocuparse por la contaminación de los ríos y la destrucción de la selva. Y lo inverso también es cierto”, asegura. “Así que, aunque la gente siga sosteniendo vehementemente que son problemas de un orden moral distinto, mientras se insista en que el aborto está justificado, pero no la desertificación, o que la eutanasia está mal, pero la contaminación de los ríos es el precio del progreso económico, seguiremos estancados en la misma falta de integridad que nos llevó a donde estamos”, afirma. “Creo que el Covid-19 está dejando esto en evidencia para el que tenga ojos para ver. Este es un tiempo para ser coherentes, para desenmascarar la moralidad selectiva de la ideología y de asumir plenamente lo que implica ser hijos de Dios. Por eso creo que la regeneración de la humanidad debe empezar con la ecología integral, una ecología que tome en serio el deterioro cultural y ético que va de la mano con nuestra crisis ecológica. El individualismo tiene consecuencias”, advierte.

El Papa y su conocida posición sobre el aborto

En el libro el Papa revela que tuvo tres “situaciones Covid”, es decir, crisis en las que sufrió mucho, pero de las que, finalmente, logró levantarse: cuando tuvo una pulmonía por la que casi murió, siendo joven seminarista, en 1957; cuando fue a estudiar a Alemania su tesis, el “Covid del destierro” y se sintió un pez fuera del agua, en 1986; y entre 1990 y 1992, cuando vivió su exilio jesuita en Córdoba, “una especie de cuarentena como en los meses pasados, que me hizo bien”. “Tengo experiencia de cómo se sienten los enfermos de coronavirus que luchan por respirar conectados a un ventilador”, asegura el Papa, al evocar su grave enfermedad.

Ivereigh, que armó este libro durante la cuarentena, enviándole a Francisco preguntas que él contestaba grabando audios, en un ida y vuelta complicado, pero en el cual hubo mucha libertad, energía y humor, confesó que le costó sacarle al papa Francisco estos detalles autobiográficos. “Tuve que empujarlo, no le gusta hablar de sí mismo”, contó.

Ivereigh también sostuvo que el libro se complementa con Fratelli tutti, la última encíclica sobre fraternidad social del Papa, porque profundiza diversos conceptos allí presentes, como la necesidad de rehabilitar la política, sus críticas al mercado y al neoliberalismo y el concepto de pueblo. En “Soñemos juntos”, de hecho, al margen de volver a elogiar a los movimientos populares -que conoció siendo arzobispo de Buenos Aires, cuanto también siguió de cerca a los cartoneros-, y la urgencia de que todos puedan tener las tres T -tierra, techo, trabajo-, el Papa se muestra en favor de un salario básico universal.

“Hay que superar esta idea de que el trabajo de los que cuidan a un familiar, o de una madre a tiempo completo, o de un voluntario en un proyecto social que asiste a cientos de niños, no es trabajo porque no recibe un salario. Reconocer como sociedad el valor del trabajo no remunerado es vital para nuestro repensar el mundo post-Covid”, indica. “Por eso creo que es hora de explorar conceptos como el ingreso básico universal (IBU), también conocido como el «impuesto negativo a la renta»: un pago fijo incondicional a todos los ciudadanos, que podría distribuirse a través del sistema impositivo. El IBU puede redefinir las relaciones en el mercado laboral, garantizándoles a las personas la dignidad de rechazar condiciones de empleo que las encadenan a la pobreza. Le daría a la gente la seguridad básica que necesita, eliminando el estigma del asistencialismo, y le facilitaría el cambio de un trabajo a otro, como lo exigen cada vez más los imperativos tecnológicos en el mundo laboral”, sostiene.

Como en Fratelli tutti, finalmente, pero en modo directo y personal, el Papa llama a todos, cada uno como puede, a actuar para que haya un cambio. “Dejate tironear, dejate alterar, dejate cuestionar. Quizá sea por medio de algo que leíste en estas páginas, quizá sea por un grupo de personas que oíste hablar en las noticias o que conocés de tu barrio, cuya historia te conmovió. Quizá sea una residencia de ancianos, un centro para refugiados o un proyecto de regeneración ecológica lo que te está llamando. O quizá sean personas más cerca de casa las que te necesitan. Cuando sientas el tirón, pará y rezá. Leé el Evangelio, si sos cristiano. O creá un espacio dentro tuyo para escuchar. Abrite…, descentrate…, trascendé. Y después actuá. Hacé una llamada, andá a visitar, ofrecé tu servicio. Decí que no tenés la menor idea de lo que hacen, pero a lo mejor podés dar una mano. Decí que te gustaría ayudar a ser parte de un mundo distinto y que pensaste que ese podría ser un buen lugar donde empezar”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/

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