El Papa alienta a EE.UU. a luchar contra la violencia con la “ley moral universal”

Y a colaborar con el bien común junto a las instancias internacionales

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CIUDAD DELVATICANO, domingo, 13 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI exhortó a los Estados Unidos a afrontar las situaciones de injusticia y violencia respetando la «ley moral universal», en el discurso que dirigió este sábado al recibir al nuevo embajador de ese país ante la Santa Sede. El séptimo embajador estadounidense en el Vaticano, Francis Rooney (Tulsa, Oklahoma, 1953), presidente y director general de la Manhattan Construction Company y del grupo Rooney Holdings Inc., es un conocido amigo de George Bush (su empresa ha construido la George Bush Presidential Library). En el discurso que le dirigió en inglés, tras recordar su solidaridad con las poblaciones sureñas víctimas de las recientes tormentas, el Papa afrontó «la intrínseca dimensión ética de toda decisión política». «La preocupante expansión del desorden social, de la guerra, de la injusticia y de la violencia en nuestro mundo –aseguró el obispo de Roma– sólo pueden afrontarse con un nuevo aprecio y respeto por la ley moral universal, cuyos principios derivan del mismo Creador». «El reconocimiento del rico patrimonio de valores y principios que forman parte de esta ley es esencial para la construcción de un mundo que reconozca y promueva la dignidad, la vida y la libertad de cada persona humana, creando las condiciones de justicia y paz en las que individuos y comunidades puedan verdaderamente crecer», subrayó. Con este trasfondo, el pontífice invitó a buscar soluciones concretas a los grandes problemas actuales, «como es el escándalo de la continua difusión del hambre, de las graves enfermedades y pobreza en grandes áreas de nuestro mundo». Según el pontífice, la actitud ante los grandes desafíos que afronta en estos momentos la comunidad internacional, «no debe limitarse a meras consideraciones económicas o técnicas, sino que exige una visión amplia, solidaridad concreta y decisiones valientes a largo plazo sobre cuestiones éticas complejas». En particular, citó «los efectos de la aplastante deuda que alimenta una espiral de pobreza en muchas de las naciones menos desarrolladas». «En un mundo de creciente globalización, confío en que su nación siga ejerciendo un liderazgo basado en un compromiso inquebrantable con los valores de la libertad, la integridad y la autodeterminación, cooperando con las diferentes instancias internacionales que trabajan por construir un consenso genuino y por desarrollar una acción unificada para afrontar estas cuestiones críticas para el futuro de toda la familia humana», afirmó el Santo Padre. Tras recordar que se han superado ya las dos décadas de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y la Santa Sede (fueron establecidas en 1984, siendo presidente Ronald Reagan), el sucesor de Pedro confió que «en el futuro se profundicen y consoliden».

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