“El país paga caro la falta de gestión”, dice Alain Touraine

El sociólogo francés critica la debilidad institucional.

Por Carmen María Ramos

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Una baja institucionalización, la pobre capacidad administrativa y de gestión estatal y una débil gobernabilidad son, según Alain Touraine, los rasgos más visibles de la democracia argentina. En lograr dar vuelta drásticamente este panorama se cifra –a su entender– buena parte del destino de la Nación. “El desafío es construir un país al nivel de su historia, de su gente, de sus recursos”, dijo en una entrevista durante su reciente visita a Buenos Aires. “No es una cuestión de ir más a la izquierda o más a la derecha: la Argentina tiene que levantarse. La Argentina es un país que vive, que funciona, a un nivel demasiado bajo”, añade. Lo primero que sorprende, a poco de conversar con Touraine, es su vitalidad, casi arrolladora. A los 81 años, su obra y sus publicaciones más recientes demuestran que sigue siendo uno de los más importantes sociólogos contemporáneos. Experto en América latina, sus trabajos a lo largo de los últimos 50 años han tenido una influencia decisiva en las ciencias sociales de la región. Contra lo que se esperaría de un sociólogo, actualmente cree que a la nueva realidad no hay que analizarla en términos sociales, sino culturales. “Así como 200 años atrás la resistencia se dio en el terreno de los derechos cívicos y 100 años atrás se dio en la defensa de los derechos sociales, ahora el terreno de conflicto y de lucha pasa por la defensa o el reconocimiento de los derechos culturales. De ello dan testimonio los grandes interrogantes de nuestra época: ¿cómo convivir con culturas diferentes?, ¿cómo armonizar la identidad cultural y la diversidad con los derechos individuales?”, explica el sociólogo francés durante la entrevista. La explosión de violencia en las calles de París parece haber sido prenunciada en su libro en “Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy”. Y el arrollador avance de la mujer es el objeto de análisis de su nuevo libro “Una sociedad de mujeres”, que presentará no bien regrese a París. Su paso por Buenos Aires lo tuvo como actor principal de numerosas reuniones académicas, conferencias, homenajes y entrevistas, en Buenos Aires y en Rosario. Se lo vio siempre sonriente, bien dispuesto y sin rastros de cansancio. Llegó como invitado para participar del Foro Internacional sobre el Nexo entre Política y Ciencias Sociales, organizado por Unesco y los gobiernos de la Argentina y Uruguay, que durante la semana última reunió a unas 2000 personas en más de 85 talleres. Autor de una veintena de obras, durante esos días, además, recibió el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), expuso en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y se reunió largamente con el presidente Néstor Kirchner, entre muchas otras actividades académicas. “Una de las cosas que hablé con el Presidente -revela- es que los argentinos son muy conscientes de que este país, por su nivel y su cultura, tiene una capacidad de decisión muy baja y una muy pobre institucionalidad. A mediano plazo es una prioridad mejorarla. Creo que hay progresos pero también hay, notablemente, una debilidad. El presidente lo reconoce: éste es el problema mayor. No es una cuestión de ir más a la izquierda o más a la derecha: el país tiene que levantarse.”

Problemas compartidos

Para Touraine, la Argentina es un país que vive, que funciona, a un nivel demasiado bajo. Casualmente o no, Touraine cree que estas falencias son comunes al vecino Uruguay y explican el meollo del conflicto que ambos países mantienen por la instalación de dos papeleras en Fray Bentos. “Esta discusión es un reflejo de la baja capacidad administrativa y de resolver problemas que tienen ambos países. Seguramente, el gobernador de Entre Ríos quiere darse importancia y el nuevo gobierno uruguayo teme no parecer suficientemente nacionalista, pero lo que queda al descubierto es la debilidad de ambas gestiones. Entonces, dos países que son prácticamente uno, empiezan a pelearse?¡es ridículo!”, afirma. “No digo que no sea un problema, pero hay mil maneras de resolver estos problemas. La incapacidad para buscar soluciones técnicas o políticas habla de la debilidad de ambas partes y de la falta de control de sus gobiernos sobre distintos incidentes de la vida nacional”, sostiene el pensador. Para Touraine, la Argentina no tiene la capacidad técnica y de negociación que se puede encontrar en países vecinos como Chile o Brasil, lo que considera inaceptable si se observan sus recursos humanos y educativos. “Yo diría que el clima peronista populista es básicamente antiinstitucional, entonces la Argentina paga caro cierta falta de cuadros, de preparación, de gestión, de procesos de decisión, de información, de análisis, de toma de decisiones, y da una imagen muy pobre al mundo. En este sentido ustedes, como en Cuba, todavía utilizan un viejo auto americano de los años 30”, ejemplifica. -¿Qué debemos hacer, en su opinión? -Hay que poner en marcha la maquinaria. Y una segunda cosa muy relacionada: los argentinos tienen que interesarse mucho más seriamente en la producción. La debilidad de la industria argentina no se nota tanto porque el sector de los agroalimentos es muy fuerte, pero este país no puede seguir con universidades en crisis y una producción científica tan pobre. Para AlainTouraine, “los países de América latina siempre han tenido una gran falta de preocupación por la investigación tecnológica, salvo Brasil. En todas partes se están dando cuenta de que hay que entrar a una sociedad posindustrial, que hay que desarrollar cientos de industrias automatizadas o de computación”. Según dijo el sociólogo, “hay dos prioridades para cualquier gobierno en el mundo, pero en especial en América latina: primero, innovación tecnológica y transformación de la educación en relación con eso y, segundo, defensa o promoción de tecnologías nuevas y la formación de una sociedad más compleja”.

Crecimiento y memoria

Touraine señala también datos alentadores dentro del panorama nacional: crecimiento económico, ganas y una mayor motivación de los argentinos por cambiar -dice que lo ha notado en este viaje- y una fuerte voluntad de tener memoria. “La voz de los desaparecidos es la que mejor se oye en la Argentina”, asegura. Hay quienes creen que es mejor seguir sin mirar atrás, pero yo pienso exactamente lo contrario: si uno tiene memoria y tiene pasado, va a tener porvenir”. A su entender, lo que han hecho los argentinos para esclarecer su pasado y conocer la verdad es admirable, en comparación con países como España, Chile, o Brasil, que en mayor o menor medida parecen haber dicho “acá no ha pasado nada”. Reconoce, sin embargo, que hace falta una mayor conciencia de ciudadanía y elevar los niveles de exigencia en todos los planos. “Le dije al presidente Kirchner que es inaceptable que la Argentina tenga la imagen ante el mundo de estar aliada con Chávez”, reveló el sociólogo. -¿Qué le respondió el Presidente? -Defendió a Chavez, pero creo que entendió muy bien lo que yo le decía. Me aseguró: yo soy un hombre pragmático, ni de derecha ni de izquierda: quiero reconstruir el país. Yo creo, contrariamente a lo que piensa mucha gente, especialmente los intelectuales, que hay señales en ese sentido. De hecho, por el momento no veo ninguna razón para condenar a este gobierno de populista. -Hay una tendencia. Ahora bien, ¿esa tendencia puede convertirse en más y más hegemónica? -Sí. -¿Esa evolución es evidente, necesaria e irreversible? -No. Es más, eso va a depender de los argentinos. El problema es que no hay oposición. Kirchner me decía: “Yo quisiera que hubiera una centroderecha inteligente”. -¿Le cree? -Por supuesto que no (risas). Pero la situación fue tan grave, el país estuvo a tal punto condenado a muerte, que yo considero una responsabilidad de argentino criticar, opinar, advertir, pero no condenar al Gobierno al infierno.

Carmen María Ramos

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 27 de febrero de 2006.

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