El país de «la línea Nisman»

Por María Herminia Grande.- Hasta Nisman la agenda política la marcó siempre el gobierno. Las oposiciones flirteaban con el poder desde una bicicleta fija. Cuando Massa se atrevió a pedalear con el soporte de Lavagna y Reutemann evitó (su triunfo) un seguro camino a la reelección de la presidenta Kirchner. Esa fue una etapa. Importante, trascendente, pero una etapa al fin. Alguien que comprende muy bien la política argentina me dijo una vez: “A Massa le debemos que haya evitado que los choznos de Cristina nos gobiernen, pero la presidencial es otra cosa”.

El 18 de enero Nisman se convirtió en un desafortunado opositor sin chances electorales. Mientras tanto, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner sigue generando hechos y concretando políticas, tanto hoy como ayer. Sucede que Nisman irrumpió sin vida como actor protagónico de una realidad en la que sobran sospechas y faltan creencias.

En Argentina apareció repentinamente “la línea Nisman”. La presidenta debía decidir de qué manera la atravesaba, ¡eligió embestirla! Esta semana habló al país dejando de ser “la presidenta de los 40 millones de argentinos” para ser la representante de un “nosotros” que no quiere saber nada con “ellos”. No es la única, pero su investidura la vuelve la más notoria.

El 18F estalla en su silencio y se astilla en él. Lamentablemente ni en eso podemos coincidir los argentinos. Existe un fiscal cuya muerte es dudosa y ni siquiera se coincide en la condolencia a sus deudos. El amor también se vuelve silencio cuando es franco. El dolor merece silencio cuando la injusticia lo vuelve insoportable. A la palabra debe sucederle el silencio cuando su contundencia obliga a la reflexión. La política merece un silencio cuando no ha podido o no ha querido evitar muertes. Argentina merece, insisto, ser repensada, porque la muerte nos ronda, nos amenaza, nos salpica.

¡Tiene razón Pérez Esquivel cuando sostiene que a la marcha del 18 concurrirán muchos indignos! Pero no es menos cierto que la necesidad de llegar a la verdad sobre el caso Nisman debiese ser superior a toda verdad personal.

Política en Santa Fe

Al cierre de este análisis las voluntades políticas se comenzaban a definir. María Eugenia Bielsa, al estilo Chacho Álvarez, renunció. Entre los profundos motivos para su negativa figuraba el nombre de la lista que la identificaría. Quería algo más que Frente para la Victoria. Para qué, si en su carta se identifica con el proyecto nacional de Cristina Kirchner, dado que cree es fiel representante de peronismo del 45, que sí supo tener justicia social (no se morían los niños de hambre). Sí supo tener independencia económica (los obreros fueron clase media y a la universidad). Sí supo tener soberanía política (Perón creó el ABC).

Perotti-Ramos es la fórmula en donde sólo hubo consenso para el binomio. Para diputados provinciales los sectores tendrán lista propia. El Frente Renovador tuvo un deslucido cierre. Massa debió poner a Cachi Martínez como candidato a la intendencia en Santa Fe, dado que se sabe que no retiene votos. No es lo mismo contar los concurrentes a un acto que tener militantes fervorosos. Los de Martínez son votos que van donde “los conquistan”.

Buzzi es un hombre que no conoce de la arena política y la almohada a la que obedece no siempre lo acuna bien.

Del Sel tiene el enorme desafío de desalojar del poder al socialismo tras ocho años de gobierno. Es verdad que la impericia política de Binner/Bonfatti es notoria; pero no menos cierto es que ¡el manejo de la billetera muchas veces mata al galán!

El desafío de Miguel Lifschitz es retener el gobierno para el socialismo, como dice la canción: “A pesar de todo”.

Fuente: diario El Ciudadano, Rosario, 14 febrero 2015.

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