Por Jorge Lanata.- Un asunto tan trivial como las fotografías de un cumpleaños se convirtió en un tema de Estado. Es cierto que no se trató de cualquier cumpleaños ni de cualquier protagonista. La palabra del Presidente, conocido el hecho, ya no existe más: violó sus propias normas en reiteradas oportunidades. En las redacciones se lanzó luego una caza del fotógrafo infiel que bien podría terminar como Crimen en el Expreso Oriente, aquella novela de Agatha Christie en la que los asesinos del millonario Ratchett son todos los pasajeros.
¿Fue el peluquero? Por las dudas, el colorista Federico Abraham se blindó con dos abogados de peso: Jorge Ballestero y Pablo Slonimski; la mujer de Paty Ballestero resultó -cosas de las peluquerías- su amiga. ¿Fue la estilista? Carolina Marafiotti está ahora al tope de la tabla de sospechosos y presentó como abogado a Alejandro Rúa, ex abogado de Cristina y Boudou. Stefi Domínguez (¿habrá sido ella?), modelo de Chubut, ex pareja de Riquelme y compañera de teatro de Fabiola, solicitó la defensa de Mauricio D’Alessandro.
El resto de los doce asistentes, Primera Dama incluida, se inclinó por abogados de la farándula: Mariano Lizardo y Juan Pablo Fioribello, ex abogado y pareja de Andrea del Boca. Para el Gobierno todo se trata de un asunto menor, una contravención. Si solo tomamos nota de los abogados, parece una Convención Constituyente.
La “contravención” está contemplada por el artículo 205 que dice que “será reprimido con prisión de seis meses a dos años el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes para impedir la introducción o propagación de una epidemia”. Con el agravante de que “las autoridades competentes” son Alberto mismo.
A la causa judicial se incorporaron otras imágenes: las de la fiesta de fin de año que hicieron los legisladores del Frente de Todos donde se ve a diputados comiendo en un quincho cerrado, sin barbijo ni distancia. Allí se agrega a la lista Sergio Massa.
El Presidente pasó una semana horrible. Habló del tema por teléfono por Cristina, convencida de su “poco profesionalismo” y su “mal manejo” de la intimidad presidencial.
“Tenés que tener el cuero duro”, le advirtió la ex presidente.
Pero el problema para Alberto no fue Cristina, sino les pibes de La Cámpora. Nada peor que el fuego amigo, que tiene el deadline del 14 de noviembre para avanzar en la botonera del poder. La furia K se dirigió a Juan Pablo Biondi, colaborador y vocero, y a Julio Vitobello, secretario General de la Presidencia.
“Alberto no va a cambiar”
Los dos son acompañantes full time del Presidente. Mientras pedían la cabeza de alguno de los dos, la respuesta de Alberto fue gestual: llevó a Biondi a cada uno de los actos de estos días, incluidos en los que estuvo Cristina y el miércoles a la noche le pidió -como ya hizo varias veces- que lo llevara en su auto desde la Casa Rosada hasta Olivos.
“Alberto es Alberto. No va a cambiar”, dice un dirigente que lo conoce desde hace años. “Cualquiera puede llegar a él porque contesta por twitter, por chat. No es como Cristina”.
Cristina tiene un séquito perfectamente aceitado: hasta un asistente que le sostiene la cartera y le acerca el agua.
Entonces, ¿hay otras fotos? Seguramente las hay porque hubo otras reuniones de las que el propio cumpleaños de Alberto no está exento. Durante todo el 2020 la Presidencia llevó adelante aquello de “una ley para nosotros y otra para la gilada”. Quizá por eso sonó a una ingenuidad la “operación” oficial de difundir video del cumpleaños. Lo hizo el amigo de las gallinas Roberto Navarro y en pas de deux lo acompañó la TV Pública. Lo vendieron “desbaratando” una operación de Macri.
Sobre el jueves a la noche el Gobierno examinaba una encuesta que les llevó tranquilidad: los muestra 7 puntos arriba en la Provincia, aunque Alberto cayó 8 puntos en imagen positiva y el Gobierno 4. Sobre la oposición anotan que Santilli le gana la interna a Manes 60 a 40. Creen que el Olivos-Gate puede tener más impacto entre los porteños, pero todavía no hay números de la Ciudad.
“En el votante nuestro no cambia nada”, dijo Cafierito.
La confianza mata al hombre y embaraza a la mujer, recuerdan los gauchos de San Isidro.
Fuente: https://www.clarin.com/