El octavo aniversario del pontificado de Francisco

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela.

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Por Emilio Grande (h.).- Con el paso del tiempo, el Papa argentino sigue sorprendiendo a propios y extraños con su magisterio renovado hacia el interno de la Iglesia Católica y también al mundo secularizado con propuestas, mensajes, encíclicas, documentos, libros, entre otros gestos y palabras.

Hace pocos días estuvo en Irak, un país de Medio Oriente complejo y convulsionado tanto política como socialmente, en el marco del 33º viaje apostólico, visitando Najaf, la llanura de Ur, Erbil, Mosul, Qaraqosh y Bagdad, en reuniones con autoridades civiles y religiosas, entre ellas el Gran Ayatollah Al-Sistani.

Al respecto, el pontífice destacó que “en los últimos días, el Señor me permitió visitar Irak, llevando a cabo un proyecto de san Juan Pablo II. Nunca había estado un Papa en la tierra de Abraham; la Providencia quería que esto sucediera ahora, como una señal de esperanza después de años de guerra y terrorismo y durante una pandemia severa”.

Frente a los cambios de época que estamos viviendo en diversos lugares del planeta en el que impera el individualismo, el materialismo y la secularización, en la carta encíclica “Laudato Si´” (Alabado seas) publicada el 24 de mayo de 2015 expresa: “La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres”.

Así, Francisco va reafirmando su ministerio petrino con una hondura que traspasa los límites y las estructuras tradicionales de la Iglesia, para profundizar la nueva evangelización hacia las periferias existenciales y los distintos ámbitos sociales, culturales, políticos, ya sea creyentes y no creyentes.

A decir verdad, el papa Francisco es un líder respetado y admirado en todo el mundo, pero pareciera que es no es profeta en su tierra natal, entre los que están a favor y los que están en contra, un ejemplo de la “grieta”, privilegiándose miradas ideológicas sesgadas en función de sus expresiones públicas o por una supuesta vinculación con algún sector peronista de las décadas 60 y 70. Suele insistir que la realidad es superior a la idea. La deuda pendiente es que venga a realizar una visita apostólica…

Es el vicario de Cristo en este tiempo apremiante de la humanidad, que encarna el evangelio con gestos y palabras, llevando la buena noticia a todos los rincones del mundo y denunciando las injusticias de todo tipo: guerras, corrupción, abusos, mala distribución de las riquezas, el crecimiento sin límites, y al mismo tiempo privilegiando a los pobres y descartados de esta sociedad consumista y hedonista. En el contexto de la pandemia mundial, hace unos meses Bergoglio publicó el libro “Soñemos juntos” en base a conversaciones con el periodista y escritor inglés Austen Ivereigh, testimoniando que “lo peor que nos puede pasar es quedar mirándonos al espejo, mareados de tanto dar vueltas sin salida. Para salir del laberinto es necesario dejar la cultura «selfi» para ir al encuentro de los demás: mirar a los ojos, los rostros, las manos y las necesidades de aquellos que nos rodean y así también poder descubrir nuestros rostros, nuestras manos llenas de posibilidades”.

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