El legado que dejó Sarmiento

Se trata del editorial del programa «Sábado 100» por Mitre Rafaela (FM 91,9) que conduce Emilio Grande (h.). Muchos políticos y dirigentes actuales debieran mirar un poco sobre el legado de Sarmiento para entender el presente y proyectar el futuro, buscando el bien común.

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Por Emilio Grande (h.). A 200 años de su nacimiento, la vigencia del legado de Domingo Faustino Sarmiento permanece intacto: progreso, república democrática y excelencia educativa para todos los niveles. Nació el 15 de febrero de 1811 en uno de los barrios más pobres de la alejada San Juan y se crió en lo que el mismo llamaba “la noble virtud de la pobreza”. Fue pionero en la democratización de América mediante la instrucción pública. Peleó contra la falta de escuelas y de educación, y contra los dirigentes más poderosos. Historiadores, políticos, sociólogos y escritores coinciden en pleno siglo XIX en destacar la figura de Sarmiento, que en su larga vida -murió los 77 años- brindó al país ideas modernas sobre infraestructura y educación, pilares para el desarrollo del país. En el Nuevo diccionario biográfico argentino, de Vicente Cutolo, se describe el encuentro de Sarmiento con José de San Martín en Francia, en 1846. Un año después, cuando fue nombrado integrante del Instituto Histórico de Francia (uno de los idiomas a los que se tradujo Facundo), pronunció una conferencia sobre San Martín y Bolívar donde reveló el secreto de Guayaquil, los antecedentes y las consecuencias de la famosa entrevista obtenidos en sus largas charlas con el Libertador. Sarmiento vivió casi la mitad de su vida exiliado en Chile, ejerciendo el periodismo, estudiando inglés en soledad, escribiendo libros memorables y viajando por el mundo para traer al país las últimas innovaciones en todo. Este héroe indiscutido apoyó la posesión del estrecho de Magallanes a manos de los chilenos y a la vez peleó una guerra sin cuartel contra Juan Manuel de Rosas; fue un estratego fundamental en la historia de la educación nacional mucho antes de ser presidente; abrazó ideologías contradictorias, como unitarios y federales, y creyó en el progreso. Un repaso por su biografía cuenta que supo que había sido elegido presidente de la Nación en la ciudad brasileña de Pernambuco: volvía de los Estados Unidos y el capitán de un barco de guerra norteamericano le dio la noticia. Para cuando llegó a Bahía, lo recibieron como al primer mandatario argentino. Sarmiento extendió la red de ferrocarriles, implantó el telégrafo en todo el país y lo puso en comunicación con los Estados Unidos y Europa a través de un cable submarino, mandó abrir caminos, postas, impuso el sistema métrico decimal, promovió la navegación de los ríos, proyectó la construcción del puerto de Buenos Aires, estimuló el progreso industrial mediante premios e incentivos económicos, alentó la mecanización agrícola, recomendó la introducción de nuevas industrias y la división de latifundios. Muchos políticos y dirigentes actuales debieran mirar un poco sobre el legado de Sarmiento para entender el presente y proyectar el futuro, buscando el bien común.

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