El desafío que tiene la democracia para sanarse

Por Maria Herminia Grande.- Esta semana Argentina debería haber recordado su 31º aniversario de vida democrática sin interrupciones. Tal vez resulte sano no tener tan presente esta fecha. Tal vez sea producto de una paulatina naturalización de la vida de un país, que permite y admite la habitualidad de elegir y ser elegido (¡espero que no sea por indiferencia al acto que da sentido a la democracia!).

Quienes pudimos vivir aquella maravillosa experiencia ese 30 de octubre de 1983 supimos que nunca más nuestra vida sería la misma. Era época de mucha militancia, del despertar de los miedos. No había lugar (a la hora del voto) para enemigos. Este sujeto sólo se usaba para los dictadores genocidas. Y en aquella noche de largos festejos de calle ganada no faltaron los abrazos entre peronistas y radicales. Todo era sueño, todo estaba por hacerse. Fui parte de aquellos 5 millones que votamos por primera vez. Depositar el voto en la urna fue el acto final que revalidaba la libertad. 18 millones de votantes creímos en el eslogan “por 100 años de democracia”. Ese día nuestros padres nos hicieron guardar el periódico, diciéndonos: “Este ejemplar va a ser histórico”. (Primera reflexión: nuestros padres depositaron en nosotros al acento en la cultura cívica, tal vez por haber transitado distintas dictaduras. Hoy, hasta en las propias escuelas no se habla, no se explica, no se educa en la revalorización de las fechas fundantes. Segundo: si el 24 de marzo de 1976 se convirtió en una fecha para la reflexión, el 30 de octubre de 1983 debiese ser una fecha para la celebración. Hoy las escuelas deberían estar con la bandera en alto, entonando el himno y con sus maestros y alumnos festejando).

Al inicio de este análisis sugería que este 30 de octubre de recuerdo tibio y sin festejos puede deberse a la naturalización de la democracia o a la indiferencia hacia ella. Tal vez, también, pueda deberse al desencanto provocado por el alejamiento de la política con la gente. Hay muchos ciudadanos que no están contemplados en las políticas que los distintos gobiernos implementan. Hay otros tantos ciudadanos a los que la mala praxis política los alejó de la posibilidad de ser, a tal punto que hay personas de buena fe, que trabajan con el afán no de rehabilitar sino de habilitarlos, porque aún no han tenido esa posibilidad. El 30 de octubre para los políticos actuales debiese ser una fecha insignia de reflexión, de retrospección, de análisis. Sencillamente debieran preguntarse si un pueblo entero festejó aquel domingo de 1983, ¿por qué hoy ni siquiera lo recuerda?

Decía también que me encontraba en 1983 entre los que votábamos por primera vez; todos sabíamos a quien elegir, la nitidez de los candidatos impedía toda duda. Hoy, a un año del próximo (aún para mí sublime) acto de votar, no tenemos candidatos nítidos.

A 31 años de haber logrado entre todos romper la asfixia del silencio con cánticos que hermanaban a las distintas juventudes de los distintos partidos políticos volvemos a sentir miedo, otros, distintos, producto de errores políticos. Perdimos la calle ganada y los sueños de entonces se transformaron en realidades que hoy no nos gustan. Cuando la corrupción “mete la cola” dinamita lo mejor de toda democracia: la equidad social.

El desafío de esta democracia argentina para lograr su sanación es que la política vuelva a discutirse en los espacios que ella genera, y que sus dirigentes claudiquen de gurúes y encuestólogos y caminen la realidad mirándola y no pensando en el programa de Tinelli.

A un año de terminar su mandato, el modelo de la presidente Cristina de Kirchner goza de buena salud, sólo porque enfrente las oposiciones no construyen alternativas concretas y superadoras. Esta semana en nuestra provincia se vivió un anticipo de lo que será el 2015. Ante declaraciones del ex gobernador y actual senador Carlos Reutemann sobre temas que hacen a la política santafesina, la reacción de los responsables del gobierno de Bonfatti fue de muy bajo contenido político. En el último tramo del camino hacia el balotaje brasileño también Lula y Dilma perdieron los estribos. No es el ejemplo a seguir.

A propósito de Santa Fe, el senador socialista Rubén Giustiniani me aseguró que nada lo va a apartar del Frente Progresista Cívico y Social, donde en las Paso enfrentará al binnerismo: “Converso con todos, pero nunca me iría de mi espacio”.

A propósito de Reutemann, de sus declaraciones se desprende que, si la propuesta de unidad empujada por el Chueco Mazzón no se concreta, no es justamente porque él no la haya alentado.

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