El derecho a la vida, un derecho humano

Mensaje del arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo.

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El derecho a la vida es el primer derecho humano. En esta frase tan simple se expresa una verdad que sostiene y construye una cultura. Esto que nos parece tan evidente en su formulación, hoy, desgraciadamente, se lo cuestiona desde diversos discursos y actitudes, incluso desde la misma autoridad civil. En lugar de afirmar con claridad la defensa de la vida desde su nacimiento, como lo marca nuestra Constitución, se buscan caminos que relativicen este principio.

Este tema no es secundario para la vida moral de una comunidad. No se trata de un tema religioso sino que es primariamente un tema humano. Desconocer, o no querer asumir la realidad de la vida como un hecho objetivo que tiene y reclama sus derechos, es determinar que la moralidad de un acto depende solo de mi voluntad o de mi libertad de decisión, sin que intervenga en ello una realidad objetiva, sea una persona o una norma. Este hecho por su importancia social requiere de decisiones claras, como de su necesaria tutela jurídica.

La justicia es la virtud que nos enseña a dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde, por ello es la garantía de los derechos. En el tema del aborto lo que no se tiene en cuenta es, precisamente, el derecho del que ya existe con su propia identidad genética, pero que aún no ha nacido. Por ello es tan justa y necesaria la legislación que tutela a aquel que no puede ejercer por si mismo, su primer derecho, el derecho al desarrollo de la vida que ya posee. El hombre se realiza en el ejercicio de la libertad, pero siempre que ella reconozca a la verdad como su fuente, su grandeza y también su límite. Pensar solo desde nuestra libertad como un absoluto, es desconocer la condición humana y sentirnos indebidamente dueños, en este caso, de la vida, del otro. Esto significa que la fuente de los derechos humanos no se encuentra en nuestra voluntad, ni en el la realidad del Estado o de los poderes públicos, sino en la dignidad irrepetible de cada hombre. Estos derechos son universales, inviolables e inalienables.

Causa dolor y preocupación escuchar que el derecho a la vida pueda quedar librado la decisión de la mujer como dueña de su cuerpo. Esto no puede considerarse es un verdadero progresismo, porque no parte ni tiene en cuenta la exigencia moral de lo que existe. No se atenta contra la libertad de la mujer cuando se defiende la vida naciente, por el contrario se la valora en su dignidad y responsabilidad. Cuando se quiebra la armonía entre la verdad, el derecho y la justicia, no progresa el hombre en su condición de ser espiritual y libre. Toda forma de aborto provocado es ilícito: esta afirmación no es un hecho religioso o privado, sino que es humano y público, y necesita, por lo mismo, de la sabiduría de las leyes y del ejercicio de la justicia. En este tema se juega no sólo la vida de un nuevo ser, sino principios que definen una cultura, por ello es también un tema de responsabilidad política.

Deseándoles un buen fin de semana en familia, reciban de su Obispo junto a mis oraciones y afecto, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Este texto corresponde al Micro Radial que se emite por LT9 (AM 1150) los sábados a las 13:00hs.

Es una publicación de la Pastoral de las Comunicaciones de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz – Santa Fe – Argentina

boletin@arquisantafe.org.ar

Esta lista de distribución es provista por el Centro RIIAL Guadalupe.

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