El cuento de la calidad

Contar la vida ya tiene su mérito. El aire que respiramos, el agua que bebemos, el entorno de trabajo o las mismísimas urgencias hospitalarias nos pueden mandar al otro barrio en un santiamén.

Por Víctor Corcoba Herrero (España)

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A mi esto de tener día para todo, me sirve para que los cuentos tomen vida o se conviertan definitivamente en chismes. La salud no iba a ser menos y tiene también su onomástica, el siete de abril. Este año, el guión de la fábula, va de tomas de conciencia y de inversiones. La mejor inversión en salud, por lo que a transparencia de ciencia se refiere, se nos olvida que ya la hizo, en su tiempo, el ingenioso Cervantes: “come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Nadie hasta ahora pudo sobrepasar tan alta lucidez inventiva. Todo lo demás, casi siempre es puro chisme. A los hechos me remito.

Ahí está la fábula de tantos planes de calidad, cada comunidad autónoma con su historial de papel que pesa una tonelada, desmembrados unos de otros, con unas políticas de salud, que mejor no te pongas enfermo, para que puedas dormir sin miedo y despertarte sin angustia. En salud, el comadreo de la diferencias se dispara y es fe de vida. Yo, que todavía creo en los cuentos de caperucita y en las hazañas de don Quijote, había pensado que las vidas valían todas lo mismo, o sea lo más de lo más. Pues va a ser que no. En España se ha podido demostrar la existencia de desigualdades en salud que causan un exceso de mortalidad, así como la asociación de la mortalidad a los peores indicadores sociales y económicos. O sea, que el tanto tienes tanto vales nos va a servir también para la salud. Ya no les cuento nada si esto de la salud la extrapolamos al mundo, donde unos 30.000 menores –según datos de la Cruz Roja- mueren al día en el mundo por enfermedades fácilmente curables. 

De la leyenda de la salud nadie se escapa. Se ha puesto la existencia de una vulgaridad que es para temerle. Contar la vida ya tiene su mérito. El aire que respiramos, el agua que bebemos, el entorno de trabajo o las mismísimas urgencias hospitalarias nos pueden mandar al otro barrio en un santiamén. Por mucho que se impulsen políticas de salud, que digan basarse en las mejores prácticas, las negligencias médicas, las mismas esperas para el especialista u operación, todavía siguen acrecentando una dolorosa mortalidad evitable. Los recursos humanos en salud, que son un instrumento clave para impulsar la calidad de la atención, son como los ojos del Guadiana, aparecen y desaparecen. Prohibido ponerse enfermo en periodo vacacional o festivo. La salud es algo demasiado fundamental para que nos la tomemos como un cuento relatado por un inepto; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ninguna gracia.

Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

El autor vive en Granada (España) y envió esta colaboración especialmente a www.sabado100.com.ar.

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