El crimen de Villa Golf, los medios, la justicia y el poder político

El asesinato de Nora Dalmasso motiva estas reflexiones, que tratan de llamar la atención sobre el morbo de la gente hábilmente explotado por la mayoría de los medios y lo que queda al desnudo de la justicia y el poder.

Por Emilio Marín

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No es de caballero hablar mal de una mujer y menos aún de una asesinada. Sin embargo, muchas personas incentivadas por los medios masivos de comunicación hablaron pestes de Nora Dalmasso. Por pertenencia de clase y proximidad ideológica de su familia con la burguesía, no siento ninguna afinidad con la víctima. Menos aún con los abogados que patrocinaban a su esposo, Marcelo Macarrón. Algunos de ellos, como Benjamín Sonzini Astudillo, son defensores de militares autores de crímenes durante la dictadura. Una de las últimas actuaciones de ese abogado fue en febrero de 2006, cuando patrocinó al ex ministro de la Solidaridad del gobierno cordobés, Herman Olivero, en un juicio contra el periodista Tomás Méndez, quien había probado que el funcionario estaba “enganchado” en la luz en su residencia de barrio Coronel Olmedo. Que la familia Macarrón-Dalmasso tuviera mucha plata y conexiones con el gobierno mediterráneo, puede explicar la falta de simpatía de la gente que mira la fiesta del poder aplastando “la ñata contra el vidrio”. Pero ésta nunca podría alegrarse del final que tuvo esa mujer el 25 de noviembre del año pasado ni sumarse al morbo sobre su vida privada, acrecentado hasta hoy. Si la sociedad discute con tanta asiduidad sobre cuántos amantes tenía la señora es seguramente porque no se interesa en cuántos acreedores externos tiene la Argentina ni cuál es su deuda externa pública. Dicho sea de paso, es de 136.725 millones de dólares, más otros 26.076 millones que los bonistas no componedores quieren cobrar. Y si esta pesada factura se sigue pagando va a correr mucha sangre de los humildes de nuestro país. Seguirán muriendo no de a uno en una mansión de Villa Golf sino de a miles por desnutrición y enfermedades curables, falta de atención médica, accidentes viales, “gatillo fácil” policial y otras tantas causalidades argentinas. Allí se nota cierto retroceso de la situación política. En 2001 y 2002 se discutía masivamente de política, si estaba bien o mal reclamar que se vayan todos. En 2007 sucede que Mauricio Macri se presenta como “lo nuevo” y es votado masivamente. Y se mira mucha TV basura, vómito o como quiera llamársela, sobre los presuntos amantes de Dalmasso, “el caño” de Marcelo Tinelli y las mini historias de los mini famosos de Gran Hermano. Los que se dejan atrapar por la caja boba son bastante “bobudos”. Pero la gran responsabilidad es de los propietarios de los medios que, en vez de informar, incentivan el morbo, la incultura y la tilinguería. En ese afán por lucrar no dudan en dar aire para que sus periodistas digan cualquier cosa, aunque después se sepa que la muerta no tenía ocho amantes sino uno que admitió la relación, el contador Guillermo Albarracín; que no murió como parte de un juego erótico sino estrangulada. ¿Pero qué importan esos “detalles” si el rating les dio tan bien? Y no hablo sólo de los programas chimenteros sino de los reputados como “serios”.

Ojos de la justicia.

A poco de producido el crimen, el abogado Daniel Lacase, vocero de la familia Macarrón, declaró que “el señor Gobernador me llamó anoche por teléfono y puso todos los medios en nuestras manos, hasta la SIDE si hiciera falta”. Lacase es un profesional cuya evolución patrimonial ha sido notable en los últimos años y durante el menemismo supo desempeñarse con Julio César Aráoz en la Secretaría de supuesta lucha contra el Narcotráfico. Huelga decir que quien hizo aquel llamado, José Manuel de la Sota, procede del mismo riñón menemista: aún en 2003 apoyó el frustrado intento de Carlos Menem por acceder a un tercer turno. El apoyo del mandatario cordobés al esclarecimiento (o entorpecimiento, según cómo se lo juzgue) del caso se efectivizó en que fueron asignados tres fiscales: Fernando Moine, Marcelo Hidalgo y Javier Di Santo. Se trasuntó así el diferente trato que tienen de la justicia los ricos y famosos, y los perejiles. En contraste, ¿cuántos fiscales se asignaron en su momento a investigar a la entonces esposa de De la Sota, Olga Riutort, acusada de intentar ingresar ilegalmente al país una partida de 50 millones de bonos Lecor impresos en Chile, en noviembre de 2001? La señora Riutort fue patrocinada por Marcelo Brito y demandó a La Voz del Interior por 500.000 pesos, enojada con el tratamiento de las notas sobre el escándalo. Brito había sido designado en 2000 como Fiscal General de la Provincia a propuesta del gobernador. Es el mismo Brito que desde hace unos días defiende a Facundo Macarrón, sospechado de ser el autor del crimen de su madre. De aquellos tres fiscales quedó uno, Di Santo, luego del desprestigio que los envolvió tras la detención del pintor Gastón Zárate y su casi inmediata liberación por la masiva demostración de los vecinos (“el perejilazo”). Quiere decir que en ese momento la justicia enfiló los cañones, en acuerdo con la familia Macarrón, contra un “don nadie”. Cuando esa maniobra fue percibida como tal, el gobernador quiso tomar distancia de esos fiscales y ordenó a su tropa parlamentaria que les promovieran juicio político. Pero desde febrero de este año hasta hoy ese jury no ha tomado forma concreta en la Legislatura. El 7 de junio último, Di Santo imputó al hijo de Nora Dalmasso pero lo dejó en libertad. ¿Por qué entonces mandó a la cárcel al pintor Zárate? ¿Por qué esa diferencia de trato si las pruebas que incriminan a Facundo Macarrón serían supuestamente más numerosas e incluso habría un patrón genético que lo compromete? Imposible no concluir que la justicia suele dejarse caer la venda para ver bien la cara del cliente, o su patrimonio por mejor decir, antes de tomar decisiones. Si uno, como Macarrón, vive en Villa Golf, tiene dinero, es profesional, socio del Rotary Club y del Rugby Urú Curé, y practica golf en Punta del Este, tiene más posibilidades en Tribunales. Y está a la vista que el poder político influye en ese supuesto poder independiente, acercándose o tomando distancias según convenga.

La dependencia.

Ya relaté la intromisión del mandatario de Córdoba y restaría saber por qué tuvo esa conducta. Quedaría por mencionar que por esa injerencia, bien podría haber metido la pata, en el caso que se confirmen los cargos contra FM. El 8 de diciembre último la agencia Télam distribuyó el siguiente cable: “´Todos los cordobeses los acompañamos en su dolor y deseamos que se termine el horror que ellos seguramente están viviendo cada vez que miran la televisión o leen algunos de los diarios o revistas del país´, dijo De la Sota al enviarle un mensaje a Facundo y Valentina, los hijos de la mujer asesinada”. Esa sobreactuación delasotista buscaba despegar a su administración de las sospechas y errores cometidos, que llevaron a las renuncias de doce funcionarios, entre ellos el ministro de Gobierno Sergio Busso y el secretario de Seguridad Alberto Bertea. Pero los desaciertos gubernamentales y judiciales no terminaron allí. Hay que llamar la atención sobre la tendencia proestadounidense del gobernador, que lo indujo a firmar numerosos acuerdos con el FBI como si esa dependencia policial fuera infalible e incontaminada. Con el paraguas del caso Dalmasso, el secretario de Justicia de Córdoba, Héctor David, firmó el 8 de mayo un acuerdo con el representante del FBI en Argentina, William Godoy, para que la provincia utilice un sistema de registros de ADN de la policía de Estados Unidos llamado Codis por su sigla en inglés. Estos convenios están impulsados por la fundación del ingeniero Juan Carlos Blumberg. Posiblemente el despistado Mauricio Macri aludía a esto, cuando afirmó erróneamente en el primer debate de “A dos voces” que Córdoba tenía un banco de datos para los violadores. Di Santo entregó al FBI numerosos elementos (piel, hisopados, cabellos, etc) en enero de este año y aún no hay un informe. En cambio el análisis del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor), estatal, arrojó hace semanas que habría huellas del patrón genético de Facundo Macarrón en el cuerpo de la occisa. ¿Por qué tanta dependencia del FBI? Quizás una de las conclusiones del caso fuera que el público debería ver la última película de Pino Solanas, “Argentina latente”, para descubrir las potencialidades científicas y técnicas del país, y romper amarras con la dependencia.

Fuente: La Arena edición digital.

Colaboración de Daniel Pustilnik (Córdoba).

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