El amor engrandece, sana, construye y une…

El odio envenena el alma, la consume y la destruye.

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Por Alicia Riberi.- El amor es un sentimiento que ilumina todo, que nos hace sentir plenos, nos permite vivir y experimentar sensaciones maravillosas y todo eso es porque viene del más grande…de Dios.

El odio,  en cambio, es como el gusano que se mete en la manzana y la pudre y ya no sirve para comer, es como ponerle sal a una torta de chocolate, es como ignorar a alguien que suplica ayuda. Podría seguir largo tiempo enumerando los signos del odio que van “deconstruyendo” el alma. El odio permite tejer grandes mentiras que lastiman o pareciera que destruyen al otro, pero las grandes mentiras se caen, por ser grandes, aparatosas y por su propio peso y el único que termina destruido es el que está enfermo de odio, porque el que está lleno de amor, escucha, perdona, se conmueve y así lo pisen no responde con odio, porque quien conoció el amor, no lo abandona y ese sentimiento incomparable se siembra en la familia, en la familia que tiene valores, que ejemplifica con acciones concretas. No hay odio que pueda con la unidad de quienes edificaron su casa sobre roca y al que la edificó sobre la arena, tarde o temprano se le derrumba y no es fácil empezar de nuevo cuando no tenemos un norte claro o cuando el  norte es el odio.

Dios, a quiénes lo elegimos como hacedor de la vida, como guía, como soporte, como todopoderoso y fiel, nunca nos abandona, siempre está, a veces nos pone pruebas difíciles, o misiones que no comprendemos, pero siempre es el padre bueno que nos cuida y siempre saca a la luz la verdad, porque Él es camino, verdad y vida.

Al que odia, le digo, no se envenenen el alma porque nunca serán felices y siempre buscarán algún motivo para lastimar a alguien o para destruir. Les faltará paz, alegría genuina y morirán como vivieron.

Al que ama le digo que eligieron lo mejor, porque solo así podrán construir, regalar paz, sonrisas, aunque el alma esté herida, Dios está ahí para sanarla con un  milagro que siempre nos sorprende y nos llena el corazón de gozo.

El amor engrandece,  sana, construye y une…El odio envenena el alma, la consume y la destruye. Cada uno sabrá el  sentimiento que más le gusta llevar como bandera, pero recordemos siempre, en cualquier fe que abracen, que Dios es amor y el que lo ama no puede odiar y destruir, porque seguramente, aprenderá con dolor.

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