Nada es igual y todo es lo mismo. Las mismas caras de circunstancia. Los mismos andares de siempre. ¡Cuánto cuesta aprender a vivir!
Todo es lo mismo y nada es igual. Circunstancias diversas nos circundan. Unos nacen con las botas puestas. Otros se mueren desnudos de por vida.
Menos mal que para ver a Dios hay que tener las manos limpias, y los ojos del alma en verso hasta volverse poesía y verse luz.
Y esto es un don que se tiene, cuando se cultiva a destajo el tajo de la belleza que cautiva, en la que sólo Dios habita y nos cohabita.
corcoba@telefonica.net