Después de 69 años de peluquero, Pocho Zenklusen «colgó» la tijera

«Soy un agradecido de mis clientes de tantos años de Rafaela y de la zona», expresa. Empezó en 1950 cuando tenía 16 años en Pilar. En 1952 se radicó en Rafaela, siguiendo con la actividad en distintos locales y desde 1983 en Aristóbulo del Valle y San Lorenzo. Ahora continúan sus hijos José y Javier, y su nieto Andrés.

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Pocho Zenklusen junto a su nieto Andrés y sus hijos Javier y José.

Por Emilio Grande (h.).– «Yo creo que todo tiene un principio y un fin… seguía trabajando pero ya cumplí mi misión y hay que saber retirarse a tiempo. La vejez trae muchas cosas, decidí dejar porque fueron muchos años y quería retirarme bien; ahora que se encarguen los hijos», confiesa Ovidio «Pocho» Zenklusen, de 86 años, a este cronista.
A decir verdad, casi toda una vida dedicada a la peluquería: 69 años cortando el cabello a cientos de rafaelinos y personas de otros lugares. «Soy un agradecido de mis clientes de tantos años de Rafaela y de la zona. Es incalculable la cantidad de cabezas que corté (risas) porque pasó tanta gente…», agrega.
Nacido en Bella Italia, empezó en 1950 con esta actividad a los 16 años en Pilar, haciendo sus primeras armas durante dos años. Y a partir del 28 de octubre de 1952 se independizó y se instaló con su propia peluquería en Rafaela, primero en calle Belgrano 90 frente a la plaza 25 de Mayo, para continuar luego en bulevar Roca 241, Moreno 414 y desde 1983 en la esquina de Aristóbulo del Valle y San Lorenzo.
«Empecé en Rafaela en un lugar céntrico, atendiendo a los vecinos de acá y de los pueblos; también durante muchos años en el Colegio San José los días lunes (el día del peluquero que no trabaja) porque los hermanos maristas tenían un pupilado de 130 chicos de la zona ya que no había secundario en los pueblos y algunos venían de provincias vecinas. Así me fue conociendo mucha gente y me fui relacionando con el paso del tiempo. Gracias a Dios siempre tuve mucho trabajo», destaca.
«Adonde yo iba la gente me seguía…», poniendo como ejemplo que cuando estaba en el local de Moreno le dijo a Héctor Mastrandrea que me mudaba a San Lorenzo y Aristóbulo del Valle. Y su cliente le respondió: «Qué lejos que te vas…pero mire Zenklusen si usted va al cementerio y pone una peluquería también voy a ir» (risas).
Los dos pianistas más famosos de la ciudad en aquella época eran clientes suyos: don Remo Pignoni y el citado Mastrandrea. «Ambos dejaron mella en Rafaela», opina. También atendió a Antonio Grande (abuelo de quien escribe esta crónica): «Durante muchos años, primero venía al negocio y después yo iba a su casa de calle Bolívar 160 hasta que murió (tenía 90 años), con la particularidad que fumaba sin sacarse el cigarrillo de la boca y no se le caía la ceniza», recuerda.
«Más de 45 años le corté el pelo al padre Juan Sudic (sacerdote croata, quien se escapó de la Segunda Guerra Mundial, y vivía en el Colegio Misericordia sobre calle Ituzaingó). Fue una persona muy buena e importante de la ciudad», sostiene.
Después se incorporaron los hijos José Luis (1986) y Javier Hernán (1996), y sus nietos Claudio (2007, pero hace unos años se radicó en Susana con una peluquería) y Andrés (en el último año). Además, tiene un hermano peluquero en Pilar, llamado Nilo (sigue trabajando), menor que el entrevistado.
En una de las paredes de la peluquería está colgado un cuadro con el decálogo de la «Unión de Socios Peinadores de la República Argentina» con sede en Buenos Aires. El último punto señala que el triángulo que marca el éxito del futuro de la profesión se funda en el hogar, el negocio y la unión de los peinadores.

Enseñanzas de la vida

«Ahora llevo una vida más tranquila, miro televisión y escucho radio. Tengo una quinta en Bella Italia, los domingos vamos con la familia a comer», expresa. Vino a Rafaela a los 18 años y se casó a los 25 años con Adelina Buffa (estuvo presente en la entrevista realizada en la casa) en Nuevo Torino por Civil y en Pilar por Iglesia con misa de esponsales el 27 febrero de 1958. Además de los dos hijos mencionados, tuvieron dos hijos más: Sergio Ovidio (director de la revista Palpitar) y César Guillermo (fabricante de productos de limpieza San Valle), sumado a los 11 nietos y 6 bisnietos.
¿Cuáles fueron las enseñanzas que te dio la vida?
Primero hay que tener amor al trabajo y hacer lo mejor; el saber administrarse que es muy importante. El trabajo es fundamental para la persona, yo siempre lo hice con mucho cariño.
¿Qué valores les transmitiste a tus cuatro hijos cuando fueron criados?
Primero el trabajo, yo tuve suerte con los cuatro hijos, muy importante la compañera, en febrero de 2020 cumplimos 62 años de casados. Yo estaba todo el día ocupado en la peluquería porque trabajaba muchas horas y ella se dedicó a la casa y a los hijos, siendo muy importante. Una madre criando a los hijos no hay reemplazante, con una misión muy buena porque sabía cocer la ropa a los chicos y también en la cocina. La vida en el matrimonio no es uno solo porque el carro se tira entre dos para el mismo lado.

Bicicleteada a San Nicolás

Conviene recordar que el joven Andrés Zenklusen de 21 años (flamante incorporación a la peluquería) había tenido leucemia hace 10 años, quien ahora se encuentra totalmente recuperado y una vez por año viaja a Santa Fe para efectuarse controles médicos.
«Tenía que cumplir con una promesa que le había hecho a la Virgen, en caso de que el Flaco (por su hijo Andrés) saliera bien. Luego que se detectó su enfermedad prometí que iba a ir en bicicleta hasta San Nicolás», había testimoniado su papá José a este cronista el 11 de noviembre de 2010, cuando todavía trabajaba en La Opinión.
Así, todos los años peregrinan en bicicleta desde Rafaela hasta el santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Este fin de semana realizaron la 10ma bicicleteada, en esta oportunidad integrada por 17 personas; la primera parte fue desde nuestra ciudad hasta San Lorenzo, donde pararon a dormir el sábado a la noche, para continuar el domingo hasta la mencionada localidad bonaerense, distante a 300 km de la Perla del Oeste.
Este santuario mariano es uno de los más convocantes de la Argentina, especialmente los días 25 de cada mes, pero los fines de semana cientos de peregrinos visitan a la imagen de la Virgen, ubicada al lado del río, para dar gracias y pedir por salud y trabajo. En este caso, se comprueba que la fe mueve montañas, como dice el evangelio, siendo un testimonio la evolución favorable de la salud de Andrés…

Fuente: diario Castellanos, 4 de noviembre de 2019.

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