Desaprovechamiento de la energía eólica

Por Emilio J. Grande

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Más de una vez potencialidades se desaprovechan porque en desmedro de la humanidad que podría beneficiarse, se anteponen intereses económicos de personajes muy poderosos pero pobres de solemnidad en su condición humana de relación con el prójimo. Cómo se explica si no que posibles sustitutos del combustible que impulsa a automotores, aviones, locomotoras y barcos no se desarrollen, como por ejemplo el motor eléctrico, que además no es contaminante. Tampoco se avanzó con la energía solar y en cuanto a la eólica, si bien se aplica y en crecimiento en varios países, en la Argentina se la desperdicia en la extensa Patagonia, algo inexplicable, al contrario de otros lugares del mundo donde los vientos no son constantes; en cambio en nuestro citado sur sí soplan permanentemente y con gran intensidad. Si en esa región se construyó la usina hidroeléctrica El Chocón a costo multimillonario, también debería invertirse en infraestructura para aprovechar la permanente fuerza del viento que no tiene costo, infraestructura que además demanda baja inversión en mantenimiento. Pero por fin surge un emprendimiento. De acuerdo a un informe de Daniel Arias (La Nación 30/11/05) los gobiernos de las provincias de Santa Cruz y Río Negro se aprestan a firmar un convenio creando una empresa para instalar un nuevo parque eólico cerca del existente en Pico Truncado, con equipos argentinos en lugar de alemanes, con una inversión de 55 millones de dólares. Esa empresa, además, fabricará molinos para exportar a un mercado dominado hoy por los Estados Unidos, Dinamarca, España y Alemania que factura 34.000 millones de dólares por año. El nuevo parque eólico de Pico Truncado constará de 38 molinos de 68 metros de altura y 1,5 megavatios por pieza. Es algo incipiente pero alguna vez había que empezar para aprovechar una materia prima natural sin costo. Aquí sí cabe lamentar lo que el viento se llevó porque los argentinos no lo supimos aprovechar.

Nacido en Las Palmeras

El laureado escritor Marcos Aguinis, temporariamente radicado en Washington, allá entrevistó a Baruch Tenembaum, presidente de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, a través de la cual se convirtió en uno de los más eficaces promotores de la armonía universal, afirma el autor de la nota. Lo curioso en torno a este personaje es que nació cerca de Rafaela y es un gran defensor del boxeo profesional. En efecto, Aguinis cuenta que Tenembaum es oriundo de Las Palmeras, localidad santafesina del departamento San Cristóbal, distante aproximadamente a 80 kilómetros de nuestra ciudad. No muchos habitantes de Las Palmeras deben conocer que un coterráneo es un ilustre personaje del mundo, en quien deberían pensar en agasajar en la primera oportunidad que visite el país. La otra curiosidad es que Tenembaum, que es un abanderado del movimiento por la paz en el mundo, siente atracción y es un defensor del boxeo profesional, deporte del que hace gala de ser conocedor de su historia como pocos, detalle éste que quizás le pueda interesar a nuestro José María Flores, si algún día, como sugerimos más arriba, Tenembaum llega a nuestra zona de visita a su natal Las Palmeras.

Faltan autopistas

En reciente informe el Instituto de Seguridad Vial, en su campaña de advertencia a los conductores para que levanten el pie del acelerador y sean más respetuosos de las leyes de tránsito, reitera que la Argentina figura al tope del ranking mundial con mayor tasa de mortalidad en accidentes en calles urbanas y rutas abiertas. En 2004 en choques y vuelcos murieron 10.829 personas y en 2005 hasta setiembre el promedio diario es de 29 víctimas fatales. Ese Instituto de Seguridad Vial, otras entidades del ramo, autoridades nacionales y provinciales, como así también especialistas viales proceden correctamente cuando insisten en observar las condiciones mínimas para la conducción y el respeto a las normas de tránsito, pero sin excepción nadie cita como causa principal de tantos accidentes con más de 10.000 muertos por año, mayor cantidad de heridos y pérdidas materiales multimillonarias, la falta de una red de autopistas, lo cual explica que países con mayor o menor territorio nacional que la Argentina, pero con poblaciones y parques automotores multiplicados, no sufran el flagelo de los accidentes de tránsito que padecemos. Poniendo en práctica el conocido proyecto de 10.000 kilómetros de autopistas del doctor Guillermo Laura o cualquier otro que lo supere, el gobierno de Kirchner que en todo quiere diferenciarse de sus predecesores, no debería caer en el mismo error de no buscar un paliativo a la tragedia anual de tantos miles de muertos, en su mayoría personas jóvenes y de mediana edad. Así la mayoría de conductores mejorara su conducta lo mismo seguirían en gran cantidad accidentes, muertos y heridos, porque el parque automotor argentino que se triplicó en los últimos años, usa unidades altamente veloces sobre la misma red de carreteras construida a mediados del siglo anterior, sobre cintas asfálticas de mano y contramano no siempre separadas por una línea de pintura blanca o doble amarilla que muy pocos respetan, cuadro de situación que se agrava cuando llueve.

Emilio J. Grande

Este artículo fue enviado especialmente a la página www.sabado100.com.ar.

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