Cosecheros (o saqueadores) del agua en el norte provincial

Se olvidan que el agua es un patrimonio común y es deber cuidarlo y mejorarlo para las próximas generaciones. Sólo piensan en el hoy y el ahora. Antes el tema era desaguar a toda costa.

Por Daniel Pustilnik (Córdoba)

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Cuando hace un tiempo me referí en otro artículo a la “Siembra y cosecha del agua”, relataba que en el norte santafesino, sur y oeste de Santiago y Chaco, es común la sobre-explotación de los escasos “bolsones” de agua dulce existente. Sumemos a esto la construcción indiscriminada de canales hacia el Paraná. Las consecuencias las están/mos pagando en estos últimos tiempos y ahora. Si bien es posible con un Estudio Geoeléctrico y Balance Hídrico de la micro-cuenca saber dónde y a qué profundidad excavar un pozo de mejor calidad relativa, ubicación y forma de la represa, etc., también es moneda corriente -estudio mediante- no respetar las indicaciones del mismo, salvo el lugar que se ubica este nuevo pozo o jagüel. Al verificar la buena calidad del agua se los profundiza más de lo indicado en el Informe Técnico, se extrae el doble o el cuádruple de lo aconsejado, las represas previstas para alimentar el lugar se dejan para más adelante (a veces nunca). Los arrepentimientos siempre llegan tarde: la reserva de agua dulce se terminó. En una palabra: la inmensa mayoría de los productores que pagaron por un estudio tienen tan poca conciencia sobre la preservación de la calidad del agua, que en su afán de explotarlo inmediatamente atentan contra sus propios intereses y la comunidad en su conjunto. Ignoran muchas veces que la consecuencia de la rápida salinización, tanto en los campos cómo en los pueblos muchas veces se torna irreversible. Se olvidan que el agua es un patrimonio común y es deber cuidarlo y mejorarlo para las próximas generaciones. Sólo piensan en el hoy y el ahora. Antes el tema era desaguar a toda costa. Claro que en estos momentos la hacienda tiene sed de agua dulce, pero se sigue obrando contra la naturaleza. Para terminar con estos desatinos sería indispensable la acción Gubernamental, no sólo para ubicar nuevas zonas aptas, sino para controlar la correcta ejecución de las obras complementarias necesarias para una explotación racional de las mismas. En cuanto a los canales sería esencial, entre otras cosas, la construcción y mantenimiento de una serie de compuertas para regular tanto los excesos o la falta de agua de acuerdo a la época que se trate. La figura del delito ambiental deberá reglamentarse en sus mínimos detalles de forma tal que desaliente el saqueo o auto-saqueo del agua dulce. Como la inspección sobre las nuevas obras y su mantenimiento sólo puede realizarse “in-situ”, sería necesaria la radicación permanente de técnicos en el área-problema. Esto permitirá que la presión directa del medio ambiente y humano que rodee al profesional lo vaya guiando en su accionar investigativo. Al estar asentado en el escenario mismo de un problema que acucia al conjunto de las fuerzas vivas de la Región le exigirá además una más rápida aplicación de los resultados de la investigación. Por último, y como homenaje a Florentino Ameghino que en “Las secas y las Inundaciones”, escrito en 1884 (sí, hace 124 años) repito algunos de sus sabios consejos: “pero esos canales deberían estar construidos de manera que sólo dieran desagües a los campos inundados en los casos excepcionales, evitando el desagüe en todo el resto del año para conjurar los peligros de las secas y la esterilidad de los campos que, como lo he demostrado, resultaría de un desagüe ilimitado y perpetuo”.

Geocom@dcc.com.ar

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 30 de mayo de 2008.

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