Conservación y “manejo” del agua en el norte

por Daniel Pustilnik

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Teniendo en cuenta que una extensa región de Santiago del Estero, Norte de Santa Fe, Chaco y Formosa carecen de agua dulce a grandes profundidades, como lo prueban centenares de perforaciones de hasta más de 1.000 metros, se debe recurrir obligatoriamente a la primera “capa” de tan vital elemento. Los sedimentos constitutivos del agua freática en la mayoría de esos lugares son preponderantemente loessicos, en unos pocos areno-loessicos, pero existiendo en casi todos los casos estratos arcillo-loessicos y/o loessicos-calcáreos que delimitan el piso del freático en profundidad, siendo además componentes del mismo. Al darse condiciones estáticas (cuando no llueve ni se extrae agua, es decir sin recarga ni drenaje), los pocos lentejones de agua dulce existentes “flotan” sobre el agua salada, formándose una lente de “Ghyben-Hesberg”, cuya interfase en los lugares estudiados no es mayor de unos pocos metros en su parte central. Debe tenerse en cuenta como importantísimo que las condiciones locales y actuales del bolsón de mejor calidad relativa se modificará de acuerdo al “manejo” que se haga del agua. El sistema de equilibrio agua dulce-salada se altera cuando el régimen de estracción es mayor que la reposición, se rompe el equilibrio, produciéndose un cono de depresión “parado” cuyo interior está ocupado por agua salada y que al alcanzar el fondo del pozo lo contamina. Por eso muchos pobladores y paisanos de la zona “descubrieron” sin ningún estudio que el mayor diámetro de los pozos no solo aumenta el caudal sino que posibilita obtener agua de mejor calidad al minimizar la depresión del acuífero (y mantener por consiguiente el equilibrio de la interfase). Para mejorar la calidad del agua en las zonas que se explotarán, es necesario conocer la forma y potencia del “bolsón” de agua dulce existente sino que también es imprescindible aumentar la infiltración del agua de lluvia en esos lugares. El diseño de las represas a construir (largo, ancho, profundidad), dependerá de la forma del bolsón de agua dulce existente,teniendo como misión “frenar” la intrusión del agua salada. Como un criterio general se puede decir que los pozos o trincheras de explotación se los debe “trabajar” dándoles la menor profundidad posible para mejorar en calidad. Una vez que las obras de mejoramiento de la zona apta trabaje 2 o 3 temporadas de lluvia completa, se los podrá ir ahondando paulatinamente. De esta manera se ayudará a conservar y mejorar la escasa agua apta existente sin la cual no es posible la vida humana o de los animales.

Daniel Pustilnik, Lic.en Recursos Naturales, reside en Icho Cruz (Córdoba) Geocom@dcc.com.ar

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