Celebrar a la patria

Mensaje del arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz José María Arancedo. Sacar a Dios del horizonte de la educación es desconocer esta dimensión propia del educando. Cuando se niega a Dios al que se empobrece es al hombre.

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El próximo 9 de Julio celebraremos un aniversario más de nuestra Independencia. Es un fecha que hace a nuestra historia y que nos define y compromete como Nación independiente. La vida y los derechos de las Naciones no son sino “los derechos humanos” considerados en su dimensión comunitaria. Una Nación tiene el derecho fundamental a su propia existencia, como a su lengua y cultura, mediante las cuales expresa su identidad espiritual y soberanía política. Este principio cobra toda su importancia en un mundo globalizado, que puede llegar a diluir nuestros rasgos, tradiciones y personalidad. Por ello celebrar una Fiesta Patria es un acto de identidad, en el que debemos recordar y afianzar los valores y principios que nos dieron origen y, al mismo tiempo, examinar nuestro camino y nuestras respuestas como miembros responsables. Celebrar es actualizar la memoria de nuestra historia y fortalecer los lazos de pertenencia social. En toda celebración patria deberíamos unir desde el presente, y como cuerpo social, la memoria del pasado y la esperanza del futuro. Una auténtica celebración es un momento de gratitud y compromiso. No hay vocación de País sin el sentido de una misión que nos involucre. A veces pienso que los argentinos hemos perdido, precisamente, ese sentido de una misión que nos defina como Nación, nos faltan grandes proyectos que nos entusiasmen. Un cristiano ama su Patria. Jesucristo, nos dice el Evangelio, que lloró por Jerusalén, su Patria. La fe nos compromete con nuestra Patria, es más, he recibido la fe, y en mi caso la vocación sacerdotal, que es el don que da sentido a mi vida, en este país concreto con sus grandezas y debilidades. Desde la fe, como cristiano católico, amo a mi Patria y me duele todo aquello que daña a su vida y a mis hermanos. Pero hay algo más, esta fe en Dios que me lleva a comprometerme con mi país es, también, la que me impide caer en fanatismos que me encierren y aíslen. Todo lo contrario, la fe en Dios que he recibido en la Iglesia y que proclamaron nuestros mayores, como fuente de toda razón y justicia, es la que me permite vivir con universalismo el amor a mi Patria. Creo que es importante en este día recobrar el sentido trascendente del hombre como ser espiritual, esto nos permite una mirada más sabia y profunda de la vocación del hombre. Su dimensión espiritual y religiosa no es una agregado yuxtapuesto en nuestra legislación, sino que es fruto de una auténtica reflexión antropológica, que considera al hombre en toda su plenitud. Desgraciadamente hay reduccionismos ideológicos que empobrecen la mirada sobre el hombre. Esta reflexión la considero oportuna en momentos en que se debe trabajar la futura Ley de Educación en nuestra Provincia de Santa Fe. Hablar de la dimensión religiosa del hombre no es un acto de confesionalismo, sino que es ver al hombre, diría de modo especial al niño y al joven que se están educando, con una mirada integral que respete la totalidad de su riqueza humana y espiritual. Sacar a Dios del horizonte de la educación es desconocer esta dimensión propia del educando. Cuando se niega a Dios al que se empobrece es al hombre.
Queridos amigos deseándoles un buen fin de semana en familia y con sus amigos, los invito a vivir el próximo 9 de Julio como una Fiesta que hace a nuestra historia, identidad y futuro. Reciban junto a mi afecto, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Este texto corresponde al Micro Radial que se emite por LT9 (AM 1150) los sábados a las 13:00hs.

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