Cabezaz: diez años de dolor y frustración

la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) expresa su consternación por la evolución de la causa judicial que originó el horrendo crimen, al que ha calificado como «el caso más grave que haya afectado a la prensa argentina desde la restauración democrática en 1983».

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Al cumplirse diez años del brutal asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) expresa su consternación por la evolución de la causa judicial que originó el horrendo crimen, al que ha calificado como «el caso más grave que haya afectado a la prensa argentina desde la restauración democrática en 1983».

La entidad ha seguido atentamente las diferentes etapas del proceso penal por el asesinato del recordado reportero gráfico y ha alertado en reiteradas ocasiones sobre el riesgo de que se consagre la impunidad y la inseguridad jurídica a partir de la evolución del caso. Hoy, cuando siguen detenidos sólo dos de los nueve condenados por la autoría material del homicidio, esa sensación se ve tristemente reforzada.

A una década de un crimen emblemático, que involucró resortes del poder político y económico de una época y puso en la superficie la fragilidad de instituciones básicas, como las que deben garantizar el ejercicio de los derechos y la seguridad a la sociedad en su conjunto, la ansiada justicia no se decide a cerrar un capítulo doloroso para la libertad de expresión en la Argentina y ciertamente desgarrador para la familia de José Luis Cabezas.

La reducción de penas y consecuente liberación de condenados efectivos tras un juicio oral y público no hacen más que generar dudas sobre la vocación real de que uno de los más brutales mensajes del poder contra el ejercicio del periodismo sea penado tal como la Constitución y las leyes disponen. Dudas que no ayudan a restablecer el clima de respeto y confianza que ciertamente demandan las instituciones de la República.

ADEPA evoca la memoria de José Luis Cabezas como un homenaje a su persona y la reivindica también como un símbolo de los riesgos que muchas veces entraña la tarea periodística en relación a su rol de denuncia, opinión, investigación y crítica. Una tarea vital en toda democracia y que, por eso mismo, jamás debiera estar asociada a la violencia o la represalia, sino más bien resguardada desde lo más alto de las instituciones.

Buenos Aires, 24 de enero de 2007

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