Benedicto XVI asiste a la proyección de la película Juan Pablo II

El vínculo de la gente con Karol Wojtyla “no se ha interrumpido”.

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 18 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Tras ver en la tarde de este jueves en el Vaticano la película para televisión «Juan Pablo II», interpretada por John Voight, Benedicto XVI dio públicamente gracias a Dios por haber dado al mundo este hombre. El filme, cuya proyección tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano en presencia de seis mil personas, ha sido realizado por la productora Lux Vide y la televisión pública italiana RAI, en colaboración con otras televisiones europeas y la estadounidense CBS. El Santo Padre, con el codo izquierdo frecuentemente apoyado sobre el brazo del sillón para sostener su mejilla, no se perdió un instante de la película sobre Karol Wojtyla que comienza con el atentado del 13 de mayo de 1981 y repasa la enfermedad, la agonía y el regreso a la casa del Padre… Muchos de los detalles sobre la vida del Papa polaco han tenido lugar gracias a la colaboración con la producción del director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls y de su secretario particular, el actual arzobispo de Cracovia, monseñor Stanislaw Dziwisz. «La visión de esta película ha renovado en mí y en cuantos han tenido la oportunidad de conocer a Juan Pablo II el sentido de profunda gratitud a Dios por haber dado a la Iglesia y al mundo un Papa de una talla humana y espiritual tan elevada», dijo al final en las palabras que dirigió en italiano a los presentes. El Santo Padre considera que «esta película es una ulterior constatación del cariño de la gente por el Papa Wojtyla y de su gran deseo de recordarlo, de volverlo a ver, de sentirlo cercano». «Más allá de los aspectos más superficiales y emotivos de este fenómeno, existe una íntima dimensión espiritual, que constatamos cada día aquí en el Vaticano al ver la multitud de peregrinos que vienen a rezar, o a rendir únicamente un rápido homenaje a su tumba en las grutas vaticanas», reconoció. «Ese vínculo afectivo y espiritual con Juan Pablo II, que se hizo estrechísimo en los días de su agonía y de su muerte, no se ha interrumpido». «Desde entonces no se ha roto, porque es un vínculo entre almas: entre la gran alma del Papa y las almas de muchos creyentes; entre su corazón de padre y los corazones de innumerables hombres y mujeres de buena voluntad, que han reconocido en él al amigo, al defensor del ser humano, de la verdad, de la justicia, de la libertad, de la paz». «En todo el mundo muchísimas personas han admirado sobre todo su coherente y generoso testimonio de Dios», indicó.

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