Aportes desde la Escuela Especial N° 1260 APADIR

La heterogeneidad, su conciencia y su estímulo son claves para el crecimiento de los grupos en los salones de clase. Sólo una clara perspectiva que alimente la diversidad podrá generar una plataforma enriquecida para la vida cotidiana del aula.

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Nos pareció oportuno compartir las palabras de la Dra. Edith Litwin, enmarcados en el paradigma de la diversidad. Este posicionamiento no sólo es teórico sino que reconvierte el perfil docente, lo amplía, lo mejora e incide en la planificación de las aulas, que se verán enriquecidas por este proceso. “Desde hace ya varios años son numerosas las propuestas que plantean el necesario reconocimiento de la heterogeneidad en las aulas para respetar las diferencias, favorecer los desarrollos individuales y promover la autonomía de los estudiantes. Razones éticas, de la psicología del aprendizaje y de la didáctica, entre otras disciplinas, alimentan y dan sentido a estas consideraciones que hoy se inscriben en el respeto a la diversidad. La existencia de la heterogeneidad debiera ser la primera de las premisas o diagnósticos de los que deberíamos partir. En aulas de treinta y cinco alumnos es posible reconocer treinta y seis estilos, modalidades de aprendizaje, intereses, vocaciones diferentes: las de los estudiantes y las del docente que trabaja en ellas. Pensar que las actividades que les propongamos a los estudiantes son comprendidas por todos por igual, generan el mismo tipo de expectativas o provocan en todos el mismo deseo es desconocer la vital, cambiante y compleja naturaleza humana. Propuestas didácticas para “escuchar” la heterogeneidad y otorgarle sentido pedagógico: – Desde las narrativas de los profesores La participación de los estudiantes en las actividades que se despliegan a partir de las narrativas nos permitiría identificar los intereses diferentes por las preguntas que a partir de los relatos o narraciones pueden formular. Además, es posible que los estudiantes intervengan incorporando sus propios relatos, experiencias o anécdotas generando en la clase una conversación animada cuya característica sustantiva es su diversidad. Se instalaría así un clima de conversación grupal, a la par que se reconocen las diferencias, se conforma un grupo animado en el que se privilegia la escucha y se anima el intercambio y el diálogo.

  • La observación o cuando la heterogeneidad es condición de aprendizaje Las capacidades de observación difieren y se educan pero una de las maneras claves del aprendizaje de la observación consiste en el reconocimiento de los relatos personales de lo captado u observado. De esta manera el reconocimiento de las dimensiones visualizadas y comprendidas por otro constituye un material que educa para aprender a ver. Detener el tiempo de observación, ver la totalidad o ver las partes, conjeturar, establecer las dimensiones de lo observado constituye una actividad individual que alimenta a cada uno al reconocer diferencias y sutilezas.

  • Leer la escritura En la clase de todos los niveles de la enseñanza deberíamos proponer a los estudiantes la realización de relatos, a modos de ensayo, de los diferentes temas o problemas en estudio. Si cada alumno escribiera uno y lo intercambiara con al menos otros tres, es probable que el relato pueda ser mejorado por su autor. Es así como las perspectivas personales constituyen un motor indispensable para el mejoramiento de la escritura que luego podrá contemplar también la sugerencia o las preguntas del maestro o profesor.

  • Problemas y soluciones La formulación de un problema, más de una vez, requiere que los estudiantes realicen preguntas para aclarar lo que para ellos constituye una situación confusa. Cada pregunta, que muy probablemente arroje las necesidades individuales de aclaración, ayuda al conjunto para visualizar la situación que se deberá resolver. La resolución del problema es el mayor desafío cognitivo. Es posible que mostremos a los estudiantes las diferencias que encaran los recorridos alternativos y también es interesante una vez resuelto que mostremos el valor de los diferentes recorridos.

  • Promover las diferencias Al proponer una actividad con el objeto de favorecer el proceso constructivo podríamos permitir que cada estudiante decida cuál es la actividad que prefiere entre varias posibles. Para ello, podremos escribir fichas que indican actividades alternativas, algunas grupales y otras individuales, otras que incluyan representaciones diferentes, análisis de casos o situaciones, resolución de problemas, ensayos, etc.

  • La evaluación de los diferentes Una evaluación respetuosa de las diferencias seguramente podrá señalar los mínimos requeridos para la aprobación y hacer hincapié en la valoración de ellas que en cada caso es posible desplegar. Se trata de señalar el valor de respetar las características personales, las inclinaciones y la calidad de los productos personales en los que se valoriza el esfuerzo y el compromiso con la tarea efectuada.

En síntesis, la heterogeneidad, su conciencia y su estímulo son claves para el crecimiento de los grupos en los salones de clase. Sólo una clara perspectiva que alimente la diversidad podrá generar una plataforma enriquecida para la vida cotidiana del aula.”

Organismo de Relaciones Públicas Escuela Especial N°1260 “APADIR”

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