Antonini está más cerca de lo que se cree

Antonini Wilson ingresó en el avión rentado por el gobierno argentino por pedido de funcionarios venezolanos. Si estuvo en la Casa de Gobierno, fue introducido por la delegación de Hugo Chávez, según aclaró el gobierno argentino. Y salió del país ayudado por diplomáticos venezolanos que averiguaron su situación judicial en la Cancillería a la pintoresca hora de las 3 de la mañana. ¿Por qué toda la culpa debería ser de los Estados Unidos? ¿Por qué nunca el gobierno argentino le pidió a Venezuela una explicación formal y pública sobre el viaje de Antonini Wilson?

Por Joaquín Morales Solá

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Guido Antonini Wilson no necesita ser extraditado a la Argentina para declarar ante jueces argentinos. El sistema judicial norteamericano permite que jueces extranjeros tomen declaraciones en territorio de los Estados Unidos a ciudadanos de ese país imputados en causas judiciales fuera de sus fronteras. La aseveración fue confirmada por varias fuentes de Washington, que adelantaron que el gobierno de George W. Bush hará desde la diplomacia todos los esfuerzos para que jueces argentinos puedan acceder a Antonini Wilson mientras se instruye el proceso de la extradición.

El problema con el maletero de Venezuela parece más complicado en la justicia argentina que en otro lugar. Tres jueces argentinos (Marta Novatti, Jorge Ballestero y María Servini de Cubría) han abierto causas sobre el escándalo de la valija. Sin embargo, ninguno de los magistrados locales citó nunca a declarar a los argentinos y venezolanos que viajaban en el avión rentado por Enarsa, con la única excepción de Victoria Bereziuk. Ni el embajador paralelo ante Caracas, Claudio Uberti, que metió a Antonini en el avión, ni el presidente de Enarsa, Exequiel Espinosa, que autorizó el alquiler de la aeronave, fueron convocados por la justicia argentina. Tampoco fueron citados los funcionarios de la petrolera Pdvsa que viajaron en el avión y que, según las afirmaciones de la administración argentina, pidieron el ingreso de Antonini Wilson en el avión.

Ni siquiera fueron convocados los pilotos de la pequeña aeronave privada. Se sabe que éstos debieron hacer una reprogramación del vuelo cuando subieron el voluminoso Antonini Wilson y su equipaje.

Según el discurso oficial, sólo la extradición de Antonini Wilson podría dar impulso a la causa. El Gobierno puso especial énfasis en dramatizar la virtual imposibilidad de su extradición y el consecuente obstáculo para averiguar qué pasó en el Aeroparque en una madrugada del último invierno. Por lo que se conoce ahora, el maletero venezolano podría adelantarles algo en los Estados Unidos a los jueces argentinos, si es que éstos tuvieran la voluntad de encontrar pistas.

La voluntad debe ser también política. Cristina Kirchner está convencida de que Antonini Wilson fue siempre un agente de la inteligencia norteamericana y de que el episodio de la valija forma parte de una especie de guerra fría entre Washington y Caracas. Con todo, en las últimas horas la oyeron más serena con respecto a su propio papel en aquella supuesta trama.

He disentido en algunas políticas recientes de los Estados Unidos, pero nunca fui antinorteamericana, dijo ante un grupo de colaboradores. Deslizó también que había usado el término “basural” para referirse a ese mundo del espionaje y el contraespionaje en Florida que expresa Antonini Wilson . Aunque no lo precisó, sus interlocutores entendieron que estaba diciendo que nunca se había referido de esa manera al gobierno norteamericano. No habrá más referencias públicas de la Presidenta al caso.

Algunos funcionarios argentinos y norteamericanos están buscando ahora un gesto de Washington para distender la situación. Paralelamente, el Congreso se convertía en un ente autómata: la mayoría oficialista repudió al gobierno de los Estados Unidos sin más argumentos que la inferencia.

El problema central del gobierno de los Kirchner es que sus actos y sus palabras públicos terminan siempre debilitando a las palomas del Departamento de Estado, como el subsecretario para Asuntos Latinoamericano, Tom Shannon, y el propio embajador en Buenos Aires, Earl Anthony Wayne, y fortaleciendo a los halcones más duros. Shannon y Wayne podrían abrir la posibilidad de ese gesto , pero sus márgenes serán muy estrechos mientras esté vigente el agravio diplomático de limitar la actividad del embajador en Buenos Aires. El gesto de distensión consistiría, en síntesis, en una declaración de Shannon de confianza en la presidenta argentina.

Hay un aspecto de la situación que no se ha explicado todavía. Antonini Wilson ingresó en el avión rentado por el gobierno argentino por pedido de funcionarios venezolanos. Si estuvo en la Casa de Gobierno, fue introducido por la delegación de Hugo Chávez, según aclaró el gobierno argentino. Y salió del país ayudado por diplomáticos venezolanos que averiguaron su situación judicial en la Cancillería a la pintoresca hora de las 3 de la mañana. ¿Por qué, entonces, toda la culpa debería ser de los Estados Unidos? ¿Por qué nunca el gobierno argentino le pidió a Venezuela una explicación formal y pública sobre el viaje de Antonini Wilson? ¿Por qué no le preguntó si es cierto que lo metió en la Casa de Gobierno y por qué protegió su salida del país?

La teoría de que era sólo un espía norteamericano se debilitó ayer cuando se difundieron conversaciones telefónicas entre el propio Antonini Wilson y el poderoso jefe del espionaje venezolano. O Antonini era un espía doble o sus funciones tenían que ver sólo con el trasiego de dinero ilegal. Informaciones reservadas de terceros países aseguran que el caso Antonini explotó en los Estados Unidos porque cayó dentro de una amplia operación de la inteligencia norteamericana para pescar agentes de Hugo Chávez en Florida.

Otra hipótesis parece contradictoria. Se ha dicho aquí que Washington intrigó para condicionar la posición de la Argentina en defensa de Venezuela. Pero hace poco la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, le pidió una reunión al canciller Jorge Taiana y le expresó claramente que esperaba recomponer los lazos cortados en la máxima conducción política de los gobiernos. Lo haremos después de diciembre , coincidieron. El propio Bush le insinuó una idea parecida a Cristina Kirchner cuando la llamó para felicitarla por su victoria electoral.

La relación con Venezuela debe volver a la Cancillería. El comercio bilateral de la Argentina es mucho más intenso con Brasil y con Chile, por ejemplo, pero en esos países las economías son más sofisticadas y las instituciones son más fuertes. Nunca hubo ni maleteros, ni dólares espurios, ni desordenados espías.

Sigue siendo inexplicable que el Gobierno tenga un canciller para todo el mundo, salvo para Venezuela; Julio De Vido es ahí el canciller virtual. Había también un embajador económico en Caracas, Uberti, enfundado siempre en trajes muy caros para los estándares de Nueva York o París. El jueves, cuando se supo que Antonini pudo haber estado en la Casa de Gobierno, se vio ingresar a un secretario de De Vido en las oficinas argentinas de Pdvsa.

La crisis en la relación de la Argentina con los Estados Unidos provocó ya preocupación en los países vecinos, que detestan la idea de tener que optar entre Washington o Buenos Aires. El presidente Lula, por caso, tiene un trato muy bueno con Bush, a pesar de sus disidencias, pero privilegia también su relación con la Argentina. Un alto funcionario de Itamaraty resumió de esta manera la posición de su país: Esperamos que Buenos Aires no siga tensando la cuerda con Washington y que Washington no empuje a la presidenta argentina a los brazos de Chávez .

La presidenta argentina tuvo un problema más imprevisto aún que el de Washington: fue el excesivo protagonismo de su esposo, que le impidió a Cristina Kirchner demostrar que está en condiciones de conducir sola una situación de crisis. La oportunidad de Néstor Kirchner concluyó el 10 de diciembre y podría renacer más adelante. Sencillamente, su hora no es ésta.

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 23 de diciembre de 2007.

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