Alberto está cada vez más parecido a su mentora Cristina

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio El Espectador (FM 100,1) de Rafaela.

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Por Emilio Grande (h.).- Lamentablemente, el presidente Fernández tiró al “tacho de basura” su discurso de campaña electoral de 2019, que proponía la unidad de los argentinos, respetar la división de poderes y superar la grieta de los últimos años, pero con el paso del tiempo va perdiendo sus promesas para convertirse en una mala copia de la vicepresidente Cristina de Kirchner.

En la apertura de sesiones legislativas en el Congreso Nacional, su mensaje giró sobre tres ejes: fustigar en varias oportunidades al gobierno macrista, atacar a la Justicia y a los medios de comunicación.

Respecto a su antecesor, lo culpó de todos los males citando el crédito del FMI de 44.000 millones de dólares, como el mayor fraude de la historia argentina y amenazó con la una investigación judicial para determinar si hubo fuga de capitales.

Al respecto, el colega Martín Kanenguiser precisó en Infobae que U$S 37.149 millones se utilizaron para pagar servicios de la deuda en moneda extranjera y U$S 6.072 millones de pasivos en moneda nacional, según las cifras oficiales.

Parece que hasta el 2015 la Argentina era floreciente en materia económica y no tenía problemas de pobreza, desocupación, inflación, disparada del dólar, falta de inversiones y créditos, entre otros.

Es cierto que la pandemia y la eterna cuarentena en nuestro país agravaron la delicada situación socioeconómica, con niveles insospechados del 44% de la pobreza, caída abrupta de la economía, sectores sociales que no pudieron trabajar durante un año y tuvieron que cerrar sus emprendimientos.

En otro pasaje se refirió groseramente contra el Poder Judicial con el objetivo de vaciar de poder a la Corte con la creación de un supuesto tribunal de garantías, que si se llevara a la práctica es considerado inconstitucional, sumado a la burocracia y al mayor presupuesto.

A decir verdad, la Justicia de nuestro país es lenta y tiene varios problemas a resolver, pero se debería poner énfasis en el aporte técnico y no político del Consejo de la Magistratura.

Sin nombrar al fiscal Stornelli, Alberto Fernández lo zamarreó en su discurso presidencial. Este fiscal investigó la causa de los cuadernos, donde el chofer Centeno describió con lujo de detalles los sobornos que le cobraban a los empresarios durante los dos mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, con testimonios reveladores de ex funcionarios, dueños de empresas y el ex contador de los Kirchner, Víctor Manzanares.

Finalmente, se dedicó para vapulear a los medios de comunicación social que no responden al kirchnerismo porque supuestamente informan mal y ocultan verdades. Pero no puso el mismo empeño con el reciente escándalo de las vacunas VIP que privilegiaron a los amigos del poder político por encima del personal de la salud, las personas de riesgo y mayores de edad.

A los pocos días, Cristina salió con los “tapones de punta” desde la presidencia del Senado: acusó al Poder Judicial de no investigar a los miembros corruptos y habló de un sistema “podrido y perverso”, en el contexto de la causa acusada con el dólar futuro en el último año de su gobierno, radicada en la Cámara de Casación. El fiscal Raúl Pleé pidió que se eleve a juicio oral.

Tanto Alberto como Cristina se están “quemando” públicamente y en vez de resolver los problemas acuciantes, que viene arrastrando la Argentina de las últimas décadas, priorizan sus intereses personales, especialmente los “traumas” judiciales de los Kirchner. Este año hay elecciones, esperemos que la gente caiga sobre adónde nos quiere llevar este Gobierno cristinista de pura cepa…

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