Adolescentes “seguros”

Tener personalidad propia o no tenerla es el emblema de los adolescentes.

Por M. Grunelfed

Compartir:

Tener personalidad propia o no tenerla es el emblema de los adolescentes. Desde los tres años en adelante, y a veces antes, los niños buscan parecerse a su iguales separándose de sus padres para ser “ellos mismos”. Pero curiosamente, en tal búsqueda muchos solo consiguen llegar a ser idénticos a sus pares, porque les falta seguridad para poder desarrollar una identidad propia. Y cuando carecen de ella, caen fácilmente en la tiranía del grupo. Es entonces cuando el “todos lo hacen” se convierte en norma de vida: se quiere tener los mismos zapatos, ir al mismo lugar de vacaciones y bailar en esa discoteca y no en otra. “Su grupo” les da fuerzas, independencia y esa audacia de la que carecen en soledad. Pero, ¿cuándo esa falta de definición interior se vuelve peligrosa? Cuando el grupo –con todos los riegos que esto implica- empieza a regir su conducta y el adolescente basa su seguridad en pertenecer a él. Esta situación tan común hoy día se da principalmente por dos factores: una familia sin peso y una personalidad sugestionable, es decir, baja autoestima. A continuación algunos consejos que aumentan el “peso” y la protección de la familia sobre sus hijos.

Padres preocupados por la salud integral de sus hijos

Dormir lo suficiente, es decir, no ver TV hasta cualquier hora, y un buen desayuno son básicos. Un niño cansado se desconcentra. No entiende nada porque tiene hambre y sueño. Entonces se porta pésimo. Un joven que ha pasado en juergas todo el fin de semana, no puede rendir bien el lunes. Si un amigo le ofrece un par de anfetaminas para estar alerta, quizás acepte.

Límites bien definidos

Esto es; orden en la hora de llegada de los papás, orden de horario en las comidas, castigos coherentes y precisos, seguridad y orden; si no los encuentra en su casa; el hijo los buscará en otra parte; el grupo con sus propias reglas al que se adherirá con pasión.

Mostrar el amor

Una persona es alguien que se sabe cuidado y protegido, y por lo tanto querido. Los adolescentes reclaman cuando sus padres los pasan a buscar o les ponen límites de horario o les niegan determinados panoramas. Gritan, se enojan, pero se saben protegidos, queridos.

Puertas abiertas

Una casa abierta y usable tiene dos ventajas claras: conozco a sus amigos y mi hijo se da cuenta cuando sus amigos no alcanzan en la casa.

Independencia y control

A esta edad los hijos necesitan libertad en áreas delimitadas y vigiladas. Un asunto común es que los padres dejen a su hija en una determinada fiesta. Cuando se van, ella y su grupo toman taxi y se van solas a otro lado. Luego vuelven al lugar de la fiesta a la hora señalada por el padre y aquí nada ha pasado. Hay que estar pendientes y ver siempre “debajo del agua”.

Fuente: Cristo Hoy, del 28 de julio al 3 de agosto del 2005.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *