Abrir los ojos del alma, descubrir al niño que llega…

Ojalá en esta Navidad abramos los ojos y veamos la verdad de una vida que no se repite, cuando se acaba no hay otra igual, hay una Patria celestial a la que no todos accederemos, dependerá de nuestras elecciones y nuestro sí a Dios.

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Por Alicia Riberi.- Ese niño que nació en un pesebre humilde, siendo el Rey todopoderoso de la humanidad, debería hacernos reflexionar, mirar en lo más profundo de nuestro interior, ese interior que enterramos porque a veces es mejor no escuchar la voz de la conciencia y seguir aturdiéndonos jugando a ser poderosos, ricos, carismáticos y por qué no todopoderosos como el mismo Dios.

¿Adónde perdimos el niño que fuimos, adonde abandonamos las ilusiones y las utopías?

Crecimos y tal vez  fuimos políticos y perdimos de vista, la única y valiosa meta que debe tener un político: luchar porque en su pueblo reine la paz, la justicia, la unidad, el respeto, la educación y posibilidades  para todos. Es más fácil llenarse los bolsillos, ostentar poder, mentir y olvidar los valores que construyen una sociedad. ¿Cómo pueden perdonarse, ver una sociedad que clama, llora, ancianos que no tienen lo más elemental, chicos en total estado de pobreza e indigencia, sin una educación que les abra puertas? Enfermos que mueren muchos porque el sistema de salud no responde a lo que un ser humano requiere, aunque claro hay ciudadanos de primera y de segunda, y eso es terrible. Subsidios de toda clase que tapan la miseria humana a la que hemos llegado.

Crecimos y tal vez fuimos educadores, empresarios, industriales, médicos, policías y ciudadanos de a pie, que iniciamos nuestra vida con sueños nobles, con ansias de hacer el bien y después nos endulzó un peso más, un escalón más en el poder, la fama, el bullicio, la buena vida y los sueños se hicieron añicos y fueron opacados por cosas vanas.

Para la Justicia un párrafo aparte y me atrevo a preguntarles ¿para qué estudiaron Derecho? Para transitar y hacer transitar la senda correcta? ¿O para  buscar atajos que les facilite   llegar al poder, hacerse ricos y tapar la conciencia? En las manos de ustedes está el don más preciado que Dios nos regaló: la libertad. Muchos de ustedes juegan con la libertad como si fueran dueños de la libertad de todos.

Me pregunto: ¿cuándo juzgan livianamente, como pueden seguir con sus vidas, mirar a sus hijos o nietos a los ojos  y cuando estén muriendo como podrán enfrentarse a Dios? Muchos de ustedes se reirán porque no creen en un ser supremo, o porque tal vez la vorágine de la vida los aturdió y olvidaron que son mortales. Pero la memoria es buena para hacer un buen balance en la vejez. Cuando ese balance es positivo es maravilloso porque uno está preparado para enfrentarse a Dios en cualquier momento, pero cuando da negativo debe ser muy triste, ya que en esos últimos instantes cada uno está solo con  Dios y como justificarse con Él que ve nuestro interior, nuestras intenciones y lo que tal vez ni nosotros ya recordamos. ¿Cómo disculparse por destruir vidas y familias? No quisiera estar en sus zapatos jamás.

Finalmente ese niño que hoy nace para que todos tengamos una nueva oportunidad para encontrarnos con él, nos regala la libertad de ser buenos o malos, cada uno elige. Él no se cansa de darnos posibilidades  y de llamarnos, y hasta fue tan generoso que dio su vida por nuestra salvación. Ojalá en esta Navidad abramos los ojos y veamos la verdad de una vida que no se repite, cuando se acaba no hay otra igual, hay una Patria celestial a la que no todos accederemos, dependerá de nuestras elecciones y nuestro sí  a Dios. ¡Bendecida Navidad para todos!

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