A 30 años de una experiencia singular

“Reitero mi más sentido reconocimiento a las decenas de amigos y conocidos que me acompañaron durante mi encierro que tuvo repercusión en los medios nacionales e internacionales por su adhesión en aquel duro momento que a la distancia se valora en su real dimensión con el saldo positivo de una experiencia singular”, destaca el autor de la crónica.

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Por Emilio J. Grande.- En la sección “La Opinión hace 30 años” que diariamente aparece en la última página, en recientes ediciones se hizo referencia a un episodio de 1979 que involucró al director y secretario de Redacción, Renaldo Actis (padre de Roberto, actual secretario de Redacción) y quien firma este artículo, respectivamente.

Ante la pregunta de varios lectores acerca de la detención de ambos, pensando que debe ser de interés conocer en qué circunstancias había ocurrido aquello y porque también es saludable la aclaración ante el posible pensamiento que puede acosar a algunos de si “a Emilio lo detuvieron por algo será…”, es que me decidí a recordar el origen y detalles que conformaron una experiencia que resultó muy positiva porque la libertad como la salud se aprecian recién en su plenitud cuando se pierden.

El 24 de julio de 1979 -durante el último gobierno militar- La Opinión había publicado una información de la agencia oficial Télam dando cuenta que el guerrillero Mario Firmenich había formulado declaraciones en Nicaragua y Chile, mencionándose que regresaría a la Argentina para actuar activamente, noticia difundida por todos los medios de comunicación del país sin consecuencias, a excepción de la provincia de Santa Fe donde a criterio del juez federal Miguel Angel Quirelli se había violado la ley 20.840 que prohibía la difusión de toda información relacionada con subversivos, ordenando la detención de los directores del diario El Litoral de Santa Fe Riobó Caputo y de La Opinión el mencionado Actis.

Al día siguiente, 31 de julio, fui citado para ampliar la declaración de Actis y el juez Quirelli dejó en libertad al director al haber dicho que no tuvo ninguna responsabilidad ya que se encontraba en Buenos Aires en una reunión de ADEPA y en cambio ordenó mi prisión preventiva, posterior procesamiento y embargo por 1 millón de pesos.

El encierro se prolongó durante 16 días, 8 en el Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Santa Fe en calle 9 de Julio frente a la plaza San Martín y los restantes en idéntico organismo en la Unidad Regional V de Policía con sede en nuestra ciudad.

La defensa estuvo a cargo de los abogados Jorge Vázquez Rossi y Ricardo L. Molinas de Santa Fe y Marco Antonio Terragni de Rafaela. Hecha la apelación ante la Cámara Federal de Rosario, tras larga e inquietante espera, finalmente el 16 de agosto de 1979 dictó la resolución con sobreseimiento e inmediata libertad que se produjo en la madrugada del día 17.

Fui despertado con esa novedad que se sumó a la alegría experimentada unas horas antes porque en el anochecer anterior por permiso concedido por el entonces jefe de la URV Enzo M. Fabbiani, acompañado por una discreta vigilancia de un policía civil, había asistido a la ordenación diaconal de mi hijo Antonio Mario -actual párroco de Fátima de esta ciudad- a cargo del obispo diocesano Jorge Casaretto en la Catedral San Rafael.

Una vez recobrada mi libertad y de regreso a mi trabajo al diario escribí 9 notas, contando las vicisitudes que me tocaron vivir, las que luego también se volcaron en mi libro “Servir” publicado en 1996 con motivo de los 75 años de La Opinión y en el marco de la asamblea anual de ADEPA en nuestra ciudad.

Treinta años después hoy reitero mi más sentido reconocimiento a las decenas de amigos y conocidos que me acompañaron durante mi encierro que tuvo repercusión en los medios nacionales e internacionales, como así también a todas las instituciones periodísticas del país y del exterior (Círculo de la Prensa de Rafaela, ADEPA y SIP) y otras entidades por su adhesión en aquel duro momento que a la distancia se valora en su real dimensión con el saldo positivo de una experiencia singular.

Fuente: diario La Opinión de Rafaela, 25 de agosto de 2009.

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