80 años del adoquinado: ¿tapar o preservar?

Después de ocho décadas fue más resistente que las calles con asfalto o pavimento. El día en que la terminal de ómnibus no esté más en el centro de la ciudad se aliviarán las calles adoquinadas. En Rafaela y en el país ya se derrumbaron edificios históricos; todavía estamos a tiempo de evitarlo porque es más barato y dura más tiempo que hormigonar o asfaltar las calles.

Por Emilio Grande (h.)

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La discusión coyuntural sobre el futuro de las calles empedradas debiera exceder esta fecha conmemorativa de los 80 años del inicio de las obras en Rafaela, porque es un elemento constitutivo del entramado urbano, pero todavía no forma parte del patrimonio histórico a través de una ordenanza como tienen otros lugares, pero sí existe sobre la preservación de las fachadas de varios edificios históricos rafaelinos. En 1997 el Municipio había hecho una encuesta -de carácter no vinculante- a la gente para que opinara sobre la parte deteriorada del adoquinado, contestando el 71% a favor de la repavimentación. Diez años después otra vez surge el debate político sobre qué hacer. En últimos años se vienen haciendo reparaciones parciales y en otros casos totales, habiéndose cambiado el sistema por uno de similares características al que se emplea en la Roma milenaria. El problema es la lentitud de la obra que se lleva adelante porque es un trabajo artesanal y para acelerar el trabajo (unas 163 cuadras sobre 220) deberían agregarse más cuadrillas de personal. De ser así, ¿qué fondos se destinarían? Actualmente hay un porcentaje de la tasa municipal. Cuando se colocaron estas piedras de granitullo -vinieron en barco desde países europeos como balasto- a partir del 20 de agosto sobre bulevar Lehmann del lado oeste no había en aquella época el transporte automotor actual. Sin embargo, después de ocho décadas fue más resistente que las calles con asfalto o pavimento. Seguramente, el día en que la terminal de ómnibus no esté más en el centro de la ciudad se aliviarán las calles adoquinadas, prueba de ello Sarmiento y San Martín fueron repavimentadas. Si uno se dejara guiar por el gusto personal se inclinaría por la preservación total de las calles empedradas, pero por lo menos hay que conservar los cuatro bulevares fundacionales, avenida Mitre y alrededor de la plaza 25 de Mayo. Uno es consciente del mal estado de varias calles por la falta de mantenimiento que produce roturas en los autos y motos, pero los automovilistas circulan más despacio en esas arterias a diferencia de bulevar Lehmann que fue reparada el 100% y es la calle con más accidentes por el exceso de velocidad. Mientras muchos quisieran taparlo en su totalidad, hay visitantes a la Perla del Oeste que destacan su presencia. “Pavimentar las calles de adoquinado es un crimen. No hay otra cosa tan importante que conserve y represente más y mejor la historia de un pueblo que sus adoquines”, había dicho el escritor Mempo Giardinelli en una entrevista con este cronista publicada el 17 de octubre de 2000 en La Opinión. A decir verdad, cada uno tiene su opinión respecto a este tema, pero en otros países del mundo hay más conciencia sobre la preservación del patrimonio cultural. En Rafaela y en el país ya se derrumbaron edificios históricos; todavía estamos a tiempo de evitarlo porque es más barato y dura más tiempo que hormigonar o asfaltar las calles, según un reciente estudio municipal.

Emilio Grande (h.)

Publicado en el diario La Opinión de Rafaela, 20 de agosto de 2007.

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