“En la verdad, la paz”

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio Horizonte (FM 99,5) de Rafaela, que conduce Emilio Grande (h.).

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Con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, el papa Benedicto XVI difundió el mensaje cuyo tema de reflexión de este año es “En la verdad, la paz”. La paz es un don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles el ejercicio de una responsabilidad mayor: la de conformar -en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor- la historia humana con el orden divino. Cuando se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales; cuando muchos pueblos se ven obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables. ¿Cómo no preocuparse seriamente ante las mentiras de nuestro tiempo, que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo? La auténtica búsqueda de la paz requiere tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada uno. La paz es un anhelo imborrable en el corazón y cada uno ha de sentirse comprometido en el servicio de un bien tan precioso. Hay que recuperar la conciencia de estar unidos por un mismo destino, trascendente en última instancia, para poder valorar mejor las propias diferencias históricas y culturales, buscando la coordinación, en vez de la contraposición, con los miembros de otras culturas. Estas simples verdades son las que hacen posible la paz. La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada. La Comunidad Internacional ha elaborado un derecho internacional humanitario para limitar lo más posible las consecuencias devastadoras de la guerra. La Santa Sede ha expresado su apoyo a este derecho humanitario, convencida de que, incluso en la guerra, existe la verdad de la paz. La verdad de la paz sigue estando en peligro y negada de manera dramática por el terrorismo que, con sus amenazas y acciones criminales, es capaz de tener al mundo en estado de ansiedad e inseguridad. Estos planes se inspiran en un nihilismo trágico y en un fanatismo religioso. ¿Qué futuro de paz será posible si se continúa invirtiendo en la producción de armas y en la investigación dedicada a desarrollar otras nuevas? El anhelo que brota desde lo más profundo del corazón es que la Comunidad Internacional sepa encontrar la valentía y la cordura de impulsar nuevamente el desarme, aplicando concretamente el derecho a la paz, que es propio de cada hombre y de cada pueblo. Para que la paz sea auténtica y duradera, ha de estar construida sobre la roca de la verdad de Dios y de la verdad del hombre. Sólo esta verdad puede sensibilizar los ánimos hacia la justicia, abrirlos al amor y a la solidaridad, y alentar a todos a trabajar por una humanidad realmente libre y solidaria. Sólo sobre la verdad de Dios y del hombre se construyen los fundamentos de una auténtica paz.

Emilio Grande (h.)

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