“América Latina es un cuadro con luces y sombras”

Entrevista a Jorge Edwards. Narrador y ensayista chileno. Abogado y diplomático de profesión, ha ejercido cargos diplomáticos: embajador de Chile ante la UNESCO en el gobierno de Frei y Salvador Allende le encarga que abra la embajada chilena en Cuba. Ha recibido importantes premios y reconocimientos a lo largo de su carrera: el Premio Casa de las Américas (1968), el Premio Nacional de Literatura (1994) y el Premio Cervantes (1999) y el Premio Iberoamericano Planetas-Casa de América (2008).

Por María Herminia Grande (Rosario)

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MHG: En ese compendio tan importante que ha hecho en su persona de escritor, diplomático, de hombre que entiende la política ¿Qué visión está teniendo hoy de esta Latinoamérica? JE: América Latina no es una sola cosa, por lo tanto tener una visión del conjunto es bastante difícil, porque hay varias Américas Latinas en este momento. Hay algunos países que han logrado una cierta estabilidad política y económica, viven dentro de un Estado de Derecho bastante aceptable, siempre con errores y desaciertos, pero aceptable. Hay otros países mucho más convulsionados, los cuales tienen gobiernos a veces algo demagógicos, estoy pensando en el caso de Venezuela, Ecuador… Si bien el tono de Venezuela y de Chávez ha bajado últimamente, el hombre es realista, inteligente, por ende ha moderado su tono en el último tiempo. Después tenemos el caso de Cuba ¿está o no en una transición?. Eso es difícil de decir. Argentina tiene un gobierno constitucional, pero con algunas dificultades y divisiones internas… Es difícil dar un cuadro de conjunto. Aquí en Chile hemos logrado cierto progreso, sobre todo hemos reducido los niveles de pobreza, pero tenemos algunos serios problemas, sobre todo en educación, que no terminan de resolverse. El panorama es difícil de definir. Por ejemplo, vengo de realizar un viaje por Méjico, allí la condición tan incierta y tan desgraciada que se vio en la última elección presidencial, parece que todavía repercute en la vida mejicana, de todas maneras Méjico es un país fuerte y hoy día tiene una economía bastante avanzada. Resumiendo, América Latina es un cuadro con luces y sombras. MHG: ¿Quién representa a la izquierda en América Latina?. Chávez se dice de izquierda, Correa se dice de izquierda, pero también Tabaré Vázquez o Bachellet se dicen de izquierda… JE: Todos se dicen de izquierda, pero hay varias izquierdas también. Hay una izquierda moderada que está mas cerca de la social democracia que del socialismo real antiguo, es la de Bachellet, la de Tabaré Vázquez, la de Lula, quienes se declaran de izquierda pero actúan dentro de determinadas normas como por ejemplo de la economía de mercado. El problema es que hoy no hay otra economía que se vea como viable. La otra izquierda es muy declarativa, la cual tiene ahora un factor que antes no tenía que son los dólares del petróleo. Con esos dólares se puede mantener mucho tiempo el gobierno, se pueden hacer muchas cosas. También hay una ultraizquierda que es la cubana, la cual creo está cambiando, las medidas que últimamente ha tomado el presidente Raúl Castro, aunque sean menores, crean situaciones reversibles, permiten una mayor comunicación, un mayor conocimiento en el mundo de los cubanos a través de poder tener Internet, teléfonos móviles, etc. Crea la base de lo que puede ser un desarrollo de mercado en Cuba. El hecho de premiar o pagar mejor a los que trabajan más o mejor, cosa que era impensable en Cuba. Hay varias izquierdas, pero hay cambios, hay un proceso muy dinámico en este momento el cual no sé exactamente hacia donde va. MHG:… tampoco se sabe hacia donde van estos procesos en el mundo. Nosotros analizamos estos procesos en Latinoamérica, pero lo mismo ocurre en Europa, en Oriente… Usted sufrió por ambos lados el hecho de pensar con coherencia y racionalidad y desobedecer a los mandatos, me refiero a que lo censuraron tanto desde la izquierda de Cuba como desde la derecha de Pinochet… JE: Hubo un extremismo en Chile desde finales de los años 60 que culminó en el gobierno de Salvador Allende y luego en el golpe de Estado. Había una aceleración en la izquierda y una facistización, si se puede decir, en la derecha. Se llegó a una crisis interna terrible en nuestro país. Yo le diría que una consecuencia de eso fue que a mi me censuraron por decir lo que vi en Cuba y que me censurara Pinochet por observar que en Chile estaban sucediendo cosas igualmente graves como en el tema de las libertades políticas, etc. La consecuencia de esos dos extremos y una reflexión sobre eso, es lo que es Chile hoy. Chile hoy tiene una izquierda moderada, porque es una izquierda que en gran parte entendió que Chile se había metido en un callejón sin salida y entendió que la política de confrontación es una política que no conduce a nada, que hay que hacer una política de consenso. Esto también, me parece, tiene validez para la Argentina de hoy. Se puede tener un gobierno y una oposición, se debe tener un gobierno y una oposición, pero hay ciertos temas centrales en las cuales se necesita un consenso a nivel nacional para que un país pueda funcionar. Eso nosotros lo entendimos en Chile y creo que la relativa prosperidad de Chile se debe a ese consenso y no a otra cosa… MHG: ¿Qué es ser hoy un intelectual de vanguardia? JE: Me pregunto lo mismo… Creo que hay que ser por lo menos un intelectual lúcido, que observe el mundo, que lo observe con interés, con información y con pasión, porque sin esto no se tiene nada. Que dice lo que observa, que da alguna forma de mensaje a su gente, que de ahí se pueda pasar a un tipo de novela realista socialista, como se pretendía antes, que pueda influir decisivamente en la sociedad, de esto tengo una seria duda. Creo que uno puede contribuir a que haya un espíritu un poco más abierto, un poco más razonable en este mundo tan convulsionado. Porque como decíamos antes, nosotros vemos el problema de Latinoamérica, pero el mundo está difícil. El Medio Oriente es un avispero, la guerra de Irak ha tenido consecuencias impredecibles todavía. Creo que hay un cambio favorable en el tiempo, por ejemplo Estados Unidos pasa por períodos malos, como sucede con otros países, pero tiene gran capacidad de reacción, eso es importante… si ganara las elecciones Obama habría un cambio que significaría un cambio mundial… habrá que esperar… MHG: ¿Por qué cree que las democracias, en líneas generales, son tan débiles? Los ciudadanos nos desentendemos bastante de la cosa pública y las convicciones se canjean bastante por el bolsillo… JE: Las democracias son débiles y las dictaduras son aún más débiles. Creo que la democracia, como se ha dicho tantas veces, es el mal menor de la política. Tiene una debilidad intrínseca pero a su vez tiene una fuerza, -y es lo que mencionaba anteriormente- de cambiar, de reaccionar. Mi convicción democrática la mantengo frente a todo lo que ha pasado en el mundo. Cada vez que hay un gobierno autoritario y cada vez que hay un gobierno de fuerza, se termina en el desastre. Tenemos que admitir que estamos en democracias débiles que tienen dificultades serias, pero que el Estado de Derecho es la única garantía real que tienen los seres humanos organizados en sociedad… no hay otra posibilidad. Lo que sí exige el tema democrático es una participación mayor de los ciudadanos. Nosotros a veces somos muy indiferentes a la política y pagamos las consecuencias… MHG: Recientemente usted recibió el premio Iberoamericano Planeta-Casa de las Américas por su libro “La casa de Dostoyevski” el cual ha presentando en Buenos Aires. Me he reído con usted por las consideraciones de Álvaro Pombo con respecto a los poetas… Ilusoriamente yo siempre pensaba que el poeta es sinónimo de amor o de enamoramiento; en cambio Pombo tiene un concepto distinto, habla de los poetas que viven de los demás… JE: Cuando usted me hablaba sobre la política, yo pensaba: “sí soy escritor, pero no soy político”, siempre he actuado en la política, yo he observado la política y la política me ha llevado a la literatura o más bien, he estado siempre en la literatura. Escribí el libro “La casa de…” porque yo quise ser poeta desde muy chico, de adolescente… Después llegué a la conclusión que no era poeta sino narrador, me pasé a la prosa. Pero quería hacer una prosa que tuviera algo del aire de la poesía, más que de otra cosa. Pero en la prosa mía aparece también la política, el amor, aparece todo. Tomé un poeta ficticio, inventado por mí, de los años `50, de mi tiempo y lo hice pasar por este siglo tan accidentado. El poeta ficticio está en el París de los años ´60; en la Cuba de los ´70 y del caso Padilla… y termina siendo compañero de ese grupo de poetas que en realidad eran disidentes cubanos, aunque no se decía; luego regresa al Chile de Allende pero es observado con cierto recelo por sus compañeros políticos de juventud porque ha sido un disidente en Cuba; se produce el golpe de Estado en Chile y sufre las consecuencias porque el hecho de haber sido un disidente en Cuba, no lo libera de sufrir la represión pinochetista. Mi novela es una reflexión, es una historia. Es un texto esencialmente narrativo pero también es una reflexión sobre la política en nuestro tiempo y además es una historia de amor. En esta novela hay un amor que comienza en la adolescencia y llega al final de la vida. Yo he hecho una novela, no he realizado un ensayo político ni nada de eso. Pombo es un bromista, dijo “algunos llegan a la conclusión que Edwards trata muy cariñosamente a los poetas, pero que los poetas son malas personas”… (risas) Creo en realidad que los poetas son muy desvalidos y reciben muchos “palos” de la sociedad… Hay mujeres que tienen un instinto maternal y los cuidan, ¡pero eso no significa necesariamente vivir de las mujeres!. Por eso en mi novela el poeta hace todo tipo de trabajos, pero casi siempre las cosas les resultan al revés. No es una mala persona una persona desvalida, a veces uno es desvalido porque mira las cosas de otra manera y tiene condiciones para otras cosas y es lo que le pasa a este poeta de mi novela … MHG: Sería una irreverencia decir que el poeta es un hombre desesperado que consigue más fácil a las mujeres a través de la poesía… JE: No, las mujeres se acercan a la poesía, este poeta las consigue y no está con una red o un anzuelo “cazando o pescando” mujeres en alguna parte. Los poetas siempre han sido personajes que han tenido una relación con el amor, con lo femenino; y las mujeres, o algunas mujeres, se han acercado por instinto a ese mundo de la poesía. MHG: Uno tiene la fantasía que un hombre que llega a la literatura como ha llegado usted, lo ha vivido todo; y lo que no ha vivido en su vida real, lo ha hecho a través de dar rienda suelta a su imaginación y a su fantasía. ¿Usted, lo ha vivido todo? JE: Hay muchas cosas que no he vivido. Hay muchas cosas que he vivido y que no quisiera haber vivido y hay muchas cosas con las que tengo esperanza de reencontrarme con mi próxima reencarnación. La vida es muy corta, vivirlo todo es imposible. A veces la intención de vivirlo todo hace que siempre los seres humanos y sobre todo los artistas diría yo, hagan realidad la gran fábula del Fausto, el pacto con el diablo. Si uno hace un pacto con el diablo puede vivir más que lo que vive un ser humano normal, pero como el diablo no existe esto es simplemente un consuelo a los seres humanos. MHG: ¿Le queda alguna asignatura pendiente dentro de la literatura, algún género que quisiera abordar, más allá de aquel poeta que ha decidido no ser? JE: Me quedan muchos proyectos… pero sé que no los voy a poder cumplir. He vuelto a escribir cuentos, es un género que me gusta muchísimo y es el conque comencé. Me gustaría escribir teatro, escribí de chico, de adolescente, pero sólo lo representamos entre amigos. Me gustaría escribir mis memorias… tengo para un buen rato… MHG: ¿Es verdad que llegó a la literatura por un tío abuelo ya que en su casa no eran muy bien vistas las personas que escribían o estaban en el periodismo? JE: Yo llegué a la literatura por mi mismo, pero tenia un núcleo en el que estaba un primo hermano de mi padre, en realidad un tío, un escritor importante en Chile pero que no era muy bien visto por la familia de mi padre y él mismo no quería saber nada de la familia. Estaba escondido de la familia, la veía muy poco… Era jugador, bohemio, bastante mujeriego, se dedicaba solamente a escribir, cosa que parecía muy extraño en el año 1910, yo no había nacido. Crecí escuchando historias, siempre en tono muy crítico hacia este personaje, este pariente cercano. Siempre me llamó la atención, lo conocí poco, lo vi una mañana entera en Santiago y después me lo encontré un par de veces, pero fue como un mito para mi formación. Investigué mucho su vida y escribí una novela en donde en parte aparece la vida de él y en parte hay una ficcionalización de su vida. MHG. Después de aquella “Persona non grata” y de su libro al respecto ¿se encontró alguna vez con Fidel Castro? JE: Lo vi a corta distancia en la UNESCO, cuando fui embajador allí en el gobierno de Eduardo Frei. Fidel Castro iba a una reunión allí y fue muy curioso porque llegó una gran cantidad de gente cubana, algunos a favor y otros en contra de él, y algunos de los cubanos en contra agitaban en el aire la tapa de mi libro… ¡Imagínese usted! ¡Yo era embajador de Chile ante la UNESCO!. Fue una situación entre cómica y tensa. Nos llevaron a los embajadores latinoamericanos a un costado para saludar a Fidel, pero fue tal el tumulto que no lo pudimos hacer… JE: Si lo hubiera alcanzado a saludar ¿le hubiese dicho algo? JE: Le hubiese dicho ¡Aquí estoy de nuevo! ¡He resistido!. Después de 20 años, Fidel me habría dicho lo mismo…

Fuente: www.mariaherminiagrande.com.ar

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