¿Cómo se construye la paz?

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio Mitre Rafaela (FM 91,9), que conduce Emilio Grande (h.), correspondiente al 2 de febrero de 2008. Hablar de paz requiere esfuerzos a distintos niveles de responsabilidad social, desde el grupo familiar para preservar el respeto entre sus miembros hasta las autoridades de los países para construir consensos y escapar de la espiral de la violencia porque, a decir verdad, la violencia genera más violencia.

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Mientras continúan varios conflictos armados en Medio Oriente, como Irak, El Líbano y Tierra Santa, como también en Kenya y en otros lugares hay situaciones latentes (las FARC colombianas tienen 750 rehenes), se puede caer en la tentación de que la paz es una lucha casi perdida y para qué seguir trabajando por este objetivo. En su mensaje navideño “Urbi et orbi”, el papa Benedicto XVI hizo un fuerte llamado a la paz en todos los rincones del mundo, pidiendo a los responsables de los Gobiernos a buscar soluciones humanas, justas y estables, como también a los de carácter social. La India celebró el miércoles último el 60º aniversario de la muerte del padre de la nación e ícono de la paz, Mahatma Gandhi, quien fue asesinado a tiros por un extremista hindú en 1948 en un encuentro para orar en Nueva Delhi. La historia de la humanidad muestra como casi siempre las guerras estuvieron relacionadas con cuestiones económicas de recursos naturales como agua y alimentos; raciales, religiosas e ideológicas, energéticas hasta por petróleo. Ante los problemas similares de la actualidad, sería particularmente necesario intensificar el diálogo entre las naciones respecto a la gestión de los recursos energéticos. En tiempos tan difíciles es necesaria una movilización de todas las personas de buena voluntad para llegar a acuerdos concretos con vistas a una eficaz desmilitarización, especialmente en el campo de las armas nucleares. Las autoridades deben reanudar las negociaciones con una determinación más firme de cara al desmantelamiento progresivo y concordado de las armas nucleares existentes. Uno de los anticuerpos para contrarrestar la cultura violenta actual es la familia, al ser la primera e insustituible educadora de la paz. No ha de sorprender que se considere particularmente intolerable la violencia cometida dentro de la familia. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, que constituye una conquista de civilización jurídica de valor universal, afirma que “la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado”. El problema de la violencia está unido en muchas ocasiones a la inequidad y la exclusión social, expresando que millones de personas tienen que vivir al margen de las instituciones porque son incapaces de generar espacios para todos, han perdido su vigencia y su motivación inicial. Hablar de paz requiere esfuerzos a distintos niveles de responsabilidad social, desde el grupo familiar para preservar el respeto entre sus miembros hasta las autoridades de los países para construir consensos y escapar de la espiral de la violencia porque, a decir verdad, la violencia genera más violencia.

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